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Mi hermana se desmayó y no sé si reír o llorar.

~❜•❛•❜~

J o s s.

—Eres muy joven todavía —intervino el hombre.

Entorné los ojos hacia él. Le brindé una sonrisa.

—Joven y brillante, lo sé.

Okey, bienvenidos al lado oscuro de mi vida. Tomen asiento, pero no se pongan muy cómodos porque este espacio no es el adecuado para ustedes. Simplemente es deprimente.

Mi nombre es Joss y... ah, no, esperen, ese es otro grupo, je.

Les contaré un poco de lo que es mi vida, dejando de lado la música. Empecemos por el principio, como debía ser. Mi nacimiento.

Sabía que mi vida iba a ser un desastre en el momento en que el doctor me dejó caer al suelo cuando intentó colocarme en la incubadora, imbécil. No hablaremos de él, pero quería que supieran que la mala suerte es desde el día en que existí.

Y es que hasta en el útero de mi madre casi muero, me atasqué con una de sus costillas unos días antes de nacer y estaba en una posición que para los doctores no era la indicada, así que... Joss feto ya sabía que su existencia seria del asco, por eso no quería nacer.

Casi ni existo.

Y si, no llevamos ni un año de vida. Sigamos.

Al cumplir cinco años me salieron tres hernias. ¡Cinco años! ¡Tres putas hernias! Mis padres creyeron que en serio yo estaba extremadamente defectuoso. Les causé tantos problemas que hasta un día creí que me lanzarían al bote de basura, no pasó, por cierto. Pero ganas no faltaron.

Ocho años, y me rompí una pierna al montar en bicicleta por primera vez. Ese día andaba re loco. Ni hablar, comí mucha azúcar, lo que sea.

Si, la estupidez es desde antes. No juzguen.

Pero, saben, esas no son las desgracias más grandes de mi vida. No. De hecho, son vivencias que recuerdo y al hacerlo me rio de lo estúpido que podía llegar a ser. Mi vida cambia abruptamente al cumplir los diez, ya que mi padre me habló de la empresa.

Siempre fui consciente de sus negocios. Niño, pero no distraído, al pendiente de todo porque me causaba curiosidad. Mamá decía que él hacía autos, y eso sí que no es mentira. Pero también decían que me iban a llamar Ofelia si nacía niña, así que... confiar en personas que consideran dicho nombre... dudoso.

A los quince, me dijeron que me haré cargo de la empresa. En ese mismo año empezaron a prepararme. Y en ese mismo año empezaron mis más grandes desgracias.

Todos tenemos desgracias, pero las mías vinieron en toneladas por buzón y de colmo sin remitente. Gracias.

Y les contaré un secreto, lo odié, lo odio y lo seguiré odiando.

El mundo del comercio e industria no es lo mío. La mayoría pensaría que esto solo se trata de vender y fabricar autos, pero no, créeme, no. Para mantener el negocio hay que tener buenos aliados. O eso es lo que me enseñaron. No puedes hacer esto solo. ¿Y quién tiene aliados cuando todos compiten contra nosotros? No importa con qué otra empresa tratemos de negociar, siempre habrá alguien que nos quiera exprimir o utilizar para lanzarse al mercado a costa de nuestra influencia o fama internacional. Y me harta.

La materia prima para la fabricación de nuestros automóviles no caen del cielo, ojalá y sí, pero esto no es lluvia de hamburguesas así que cálmate.

Lover ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora