—Hay una barrera contra Dioses animales, pero no sirve para Dioses vampíricos— se sienta— entré de manera legal y tampoco es difícil hacer que los ascensores cedan.
—¿Y qué necesitas? ¿Para que regresaste con tus hijos?
Papá se levanta, niega con la cabeza e intenta apelar a mi lado emocional.
—No vine a quedarme, Namjoon. Vine a hablar contigo especialmente sobre algo que necesitan saber y que quizás te sirva para ponerle un alto a toda esta masacre.
—¿Cómo-?
—¿Cómo sé que están asesinando a Dioses vampíricos? No he estado tan lejos como piensas, solo... de un lado al otro— cruza ambos brazos, apoyándose en el escritorio—cuidando a mi destino.
—¿Que quieres decir? ¿Mamá está enferma?
—Si y no. Dime si tienes tiempo y estás dispuesto a escucharme, porque yo no me esforzaré en insistir. Estoy demasiado agotado para eso.
Realmente me lo pienso, en estos casos debería llamar a mi tío y decirle lo que sucede, pero, papá parece lo suficientemente reacio a no hablar con nadie más que conmigo y me pregunto porqué.
—Está bien. Pero no quiero trucos raros.
—Ya no me quedan de esos— me giro, cierro la puerta con el seguro y regreso a la mini sala con él—supe que te casaste de nuevo, también lo de tu hija.
—¿Qué de mi hija?
—Que es una Diosa vampírica del conocimiento. Un cargo muy importante.
—Ah, si, Joonji está preparándose muy bien, me encargaré de eso.
—¿Cómo está Taehyung?— sonríe con pereza—Sé que no tengo derecho a preguntar por sus familias, pero aún así me gustaría saber.
Tiene razón, no tiene ningún derecho, pero no le hace daño saberlo, de todas formas.
—Está bien, es feliz con su mujer y sus hijos.
—Cuatro hijos.
—Así es, cuatro.
Ríe.
—Él siempre amó a los niños y ahora tiene los suyos.— asiente conforme habla, mirando al suelo, despeinandose más el cabello—Estoy aquí porque me preocupan todos, en especial Jungkook, seré honesto contigo, Nam, si no fuese porqué tu mamá me lo pidió, yo no nos arriesgaría a ambos de esta manera— sus ojos se aguan, están rojos— y hablo de tú madre, de mi destino, no de a quién conoces como madre.
—No estoy entendiendote.
—Si lo haces, sé que si.
—Eso que estás insinuando con esa frase no tiene mucho sentido y si lo tuviese, me aterraría.
Toma aire y lo suelta gradualmente.
—Haeseol. La mujer que conoces como tú madre, no lo es, ella no dió a luz a ninguno de ustedes. Los siete son míos, pero no suyos.— abro los ojos, procesando esa información— ¿Así o más claro?
—¿Qué estupideces dices? ¿Cómo...?— aprieto el puente de mi nariz— Si ella no es nuestra madre, como dices, ¿quién es? ¿qué hace contigo?
—Ya no estoy con ella, estoy escondiéndome de ella porque si llega a encontrarme estaré jodido y no puedo permitirme eso. Si yo muero, nadie podrá cuidar de- —se corta a mitad de la oración— de Erina.
—Tu destino.
—Y tú madre. Porque ella es su madre.
Asiento, solo porque parece a punto de alterarse.
—¿Y quién es Haeseol?
—Una Diosa animal.
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