Me desperté debido al sonido de mi alarma, la apagué y me sobe los ojos, giré mi cabeza para ver si él estaba, pero no, se había ido, sin embargo, ¿me dejo una nota?Cogí aquel trozo de papel y lo leí, en él ponía: "Tuve que volver a casa temprano, hoy tengo ensayo y quería hacer un par de cosas, espero verte a la tarde. Taehyung".
Sonreí como una tonta al leer el papel y lo dejé en mi mesilla. Miré la hora, aún tenía dos horas hasta poder ir al Starbucks y ver a Jimin. Cogí mi móvil para ver si tenía algún mensaje, pero no había nada.
Puse música en la tele que había allí y decidí recoger todas mis cosas del cuarto; hoy me voy con los chicos a su casa. Se me hace extraño, aún no sé si tengo un cuarto o dormiré con alguno. En el segundo caso, espero que sea con Jimin.
Dos horas después
- ¿Qué tal fue la noche? –le da un sorbo a su café-.
-Bueno, bien, hablamos y poco más –andaba-.
- ¿Se portó bien?
-Sí, fue raro, no sé qué le pasa.
- ¿No te has parado a pensar que le gustas? –me mira-.
Me pare en seco y lo miré, en ningún momento había pensado que yo le pudiera llamar la atención. Después de lo que paso en el concierto ninguno volvió a tocar ese tema.
-No –negué- él está conociendo a alguien, yo me conformo con caerle bien –bromeo-.
Jimin suelta una risa y seguimos andando por aquel parque, la verdad que, si ya era precioso en invierno, no me imaginaba como seria en primavera o verano.
-Me acuerdo cuando me dijeron que iba a tener una hermana –sonríe- andaba por este mismo parque.
Lo escuchaba atentamente mientras de vez en cuando, daba un sorbo a mi vaso con chocolate caliente.
-Iba con música, perdido en mi mundo, tranquilo –hace una pausa- en ese momento empezó a nevar y ahí fue cuando elegí tu nombre.
-Elegiste bien la verdad –sonreí un poco-.
El esbozó una sonrisa y nos paramos enfrente de una especie de lago, se podía ver a gente patinando, lo que era relajante.
-Por cierto, no te he hecho madrugar para nada, quería darte algo.
Jimin saca un sobre de su chaqueta y me lo tiende. Yo cojo este frunciendo el ceño y él solo sonreía. Abrí aquel misterioso sobre y en él había unos papeles.
- ¿Es mi custodia?
-No pequeña, sácalos –ríe-.
Hice lo que me pidió y me sorprendí bastante al descubrir lo que verdaderamente eran.
-Billetes de avión... -dije desilusionada-.
Supongo que me mandaría de vuelta a Los Ángeles, quizá aquí soy un estorbo para él, le quito tiempo.
- ¿Por qué te pones así de triste? –me mira confundido- ¿no te gusta Roma?
Espera, ¿Roma? Miré otra vez los billetes y leí el destino; que imbécil eres.
- ¡Por favor! ¿Cómo haría eso? ¡Estás loca! –ríe- mañana mismo nos vamos.
- ¡¿Mañana?! –lo miro- pero Jimin eso es muy pronto...
-Tres meses también se pasan rápido, además nunca hemos hecho un viaje juntos –sonríe-.
Horas después
Mis cosas estaban todas en casa de los chicos. Al final, Tae me dejo un gran espacio para meter mi ropa y un hueco en su estantería para dejar mis cosas, al igual que una balda en su baño para dejar mis perfumes.
-No sabes lo feliz que estoy de tener aquí –sonríe Jimin-.
Lo abrazo fuerte, dándole las gracias y haciéndole saber que por nada del mundo me iré; bueno, espero no tener que hacerlo.
He estado esperando este momento mucho tiempo, poder vivir con la persona que me ha ayudado a seguir adelante.
-Oye, ¿que pasará cuando pasen los tres meses? Quizá me obliga a volver...
-Si eso pasa, me encargaré de que Tae vaya a buscarte –bromea-.
- ¡Jimin! –le doy flojo-.
El ríe y no puedo evitar reír con él también, mira que tiene ideas locas este chico, lo peor de todo es que es Park Jimin, es capaz de todo.
-No me lo niegues mas ¡te gusta!
- ¡No! No seas capullo –rio-.
El sigue riendo y cuando ya se calma un poco, me mira y sonríe.
-Bueno, yo solo digo que vas a compartir cuarto con él, no se tu qué piensas.
-Parece ser que con tal de que no esté con Jungkook –bromee- se pone muy celoso –reí-.
-Wow, eso es para verlo –ríe- bueno pequeña, te dejo colocar las cosas, recuerda haz la maleta.
Asentí levemente, dejo un beso en mi frente y salió del cuarto cerrando la puerta tras de sí.
Cogí mi móvil y decidí poner uno de los miles de discos que tenían. Después de buscar entre tantas canciones, opte por poner Blood Sweat & Tears, era la que más me llamaba la atención.
Empecé por sacar las cosas de la mochila de mano, lo que iría en las estanterías. Según colocaba las cosas, la puerta se abría y se cerraba mucho; ¿Qué narices hacen?
No le tome mucha importancia, por lo que entre en el baño a colocar mis cosméticos de la cara y mis perfumes en el estante vacío.
- ¿Winter?
Asome la cabeza por la puerta del baño y me llevé una sorpresa.
-Namjoon, no te esperaba por aquí, ¿ocurre algo?
-No –sonríe- solo quería saber que tal te encuentras hoy, Jimin dijo ayer que te quedaste llorando.
¿Lo habían oído todos? Qué vergüenza.
-Sí –asentí- me encuentro mucho mejor, gracias por preocuparte.
- ¿Segura? –insistió-.
Lo miré tierna, Jimin no mentía, Namjoon se preocupa por todos y te transmite una confianza plena, al igual que Hobi.
-Te lo prometo, todo está bien –sonreí-.
El asintió, pero no pareció conformarse mucho, ya que me miro un poco serio, cosa que hizo que me asustara.
- ¿Sabes que puedes contarme lo que sea si algún día lo necesitas no?
-Sí, lo sé –asentí-.
-Bueno –sonríe- no te entretengo, por cierto, estamos haciendo unos arreglos, por si oyes mucho ruido –ríe-.
-No se preocupen –sonreí-.
Namjoon sonrió y salió del cuarto, por lo que yo volví a mi mundo.
Habían transcurrido como treinta minutos y yo aún no había empezado a colocar la ropa ni a meter la que llevaría para mañana.
Abrí el armario de Tae y la boca me llegó al suelo de ver la cantidad de ropa de marca que tenía, ahí podría haber millones en ropa. Empecé a distribuir mi ropa en aquel espacio el cual no era nada pequeño, aparte yo apenas tenía ropa aquí, lo que traje en la maleta y la que me compro Amy.
-Bueno, ahora te enseñaré mi cuarto, podremos estar aquí un rato hasta que tengas que irte.
En eso la puerta se abre dejándome ver a Tae con una chica. Siento una especie de encogimiento dentro de mí, pero no sé por qué.
-Oh, lo siento, no pensé que entraría nadie –sonreí un poco-.
Cerré la maleta, la deje a un lado y salí de allí sin decir nada, ni siquiera lo miré.