IV.

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Harry estaba enojado.

Había tenido una larga semana en Italia por culpa de sus socios que no habían querido cumplir con el acuerdo del contrato.

Después había vuelto a casa solo para enterarse que sus padres se habían ido nuevamente del país y que no los vería hasta dentro de algunas semanas.

Y ahora su hermano había contratado a un mocoso mal vestido que le había tirado el café en la camisa.

Así que su camisa estaba sucia al igual que su escritorio y había un mocoso vagando por su empresa vestido de esa forma tan insultante.

Ser el jefe a veces era tan cansado.

Se levantó de su silla mientras buscaba con su mirada algo con que limpiarse.

El mocoso se había ido corriendo sin tomarse la molestia de limpiar el desastre que había ocasionado por estar corriendo. Además de que ni siquiera sabía porque el chico había vuelto cuando él ya le había dado una orden.

Era obvio que ese chico ya no trabajaría para él.

—Oye Harry, hay un problema con el contrato... ¿Qué te pasó?—preguntó Jace sonriendo—. No sé si sabes pero el café lo tienes que beber, no derramarlo en tu ropa.

—No ha sido mi culpa.—fulminó con su mirada a su hermano—. Ha sido del mocoso que me has conseguido como asistente.

—¿De Louis?—preguntó Jace—. Uy, debió ser porque esta nervioso aunque no entiendo porque.

—No me importa el porqué.—dijo Harry quitándose la camisa y quedándose solo en la camisa sin mangas que llevaba debajo—. Quiero que lo despidas.

Jace se sentó en una de las sillas.

—Sabes, ese mueble que tienes ahí nunca me ha gustado.

—¡Quiero que lo despidas!—gritó enojado ya que su hermano no le había hecho caso.

—Uy. Estamos de malas.—Jace alzo la mirada—. ¿Quien te hizo enojar tanto?

—El asistente que me encontraste. Derramó todo el café en mi camisa así que despídelo y consigue a alguien más.

—No puedo hacer eso. Lo siento.

Había una mueca en el rostro de Jace.

—¿Por qué diablos no puedes hacer eso?—preguntó enojado.

—Hay un contrato de seis meses con él así que no puedo despedirlo.—respondió Jace mirando sus uñas.

—¿Qué contrato?—preguntó Harry frunciendo el ceño.

—¿No lo recuerdas? Firmaste un contrato para que nadie se encargara de despedirlo.—Jace miró a su hermano—. Sabias que ese chico necesita demasiado el empleo y te aseguraste de que nadie lo despida. Ni siquiera tú.

—¡Yo no firme ningún contrato!

—Por supuesto que si.—Jace sacó algunas hojas de su saco y se las dio—. Ahí está tu firma.

—Me engañaste.—dijo Harry mirando a su hermano. Agarró las hojas que tenía en sus manos y las rompió para luego aventar los trocitos—. Ya no hay contrato.

—Oh.—dijo Jace bajando la mirada pero luego sonrió—. Esas solo eran copias, el contrato original está dentro de una caja fuerte. En un lugar en el que jamás te imaginarías.

Jace se levantó.

—¡No quiero a ese chico en mi empresa!

—Lo siento, hermano.—Jace hizo un puchero—. Eso lo debiste de pensar antes de firmar un contrato en el que dice que no puedes despedir a ese chico por seis meses. No importa todo lo que te tire encima, si rompe todas las tazas o llega a golpearte.

The Contract • Larry Stylinson Donde viven las historias. Descúbrelo ahora