XXV.

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—¿No vas a cenar?

Harry alzó su mirada.

Tenia la mirada de sus abuelos y de su hermano en él.

Confundido miró hacia abajo y se dio cuenta de que apenas y había tocado la comida que había en su plato además de que estaban en el comedor. ¿En qué momento habían llegado a ese lugar?

—Lo siento. No tengo hambre.

Alejó la comida y agarró la copa que tenía a su lado. Le dio un sorbo e hizo una mueca con sus labios.

—Es agua. ¿Dónde está el vino blanco?—preguntó mirando a sus abuelos.

—Harry, decidimos que ya no habrá más alcohol para ti.—dijo Jace dejando su comida de lado—. Siempre que comemos contigo estas en otro mundo y solamente bebes vino. Esto ya es preocupante, tú no eres así. ¿Qué ha cambiado?

—No ha cambiado nada.—dijo Harry firmemente—. Me voy. Se me ha quitado el hambre y tengo mucho trabajo que hacer.

—Antes de irte quiero hablar con ambos.—dijo Roman mirando a sus dos nietos—. Así que siéntate y ni se te ocurra levantarte.

Harry no se movió. Sabia muy bien que era mejor hacerle caso a su abuelo si no quería hacerlo enojar.

—Se que mi opinión es muy importante para ustedes.—empezó diciendo Roman mientras agarraba mano de su esposa—. Se que no soy perfecto. He cometido demasiados errores con ustedes y me arrepiento de ello. Louis me ayudó a entender muchas cosas.

Harry se tensó cuando escuchó ese nombre.

—Crecí en otro tiempo. Y quise hacer lo mismo con ustedes.—Roman bajó su mirada—. Me duele ver que mis propios nietos no me tengan la confianza de contarme sus problemas y el hecho del porqué están tan mal.

—Abuelo...

Una mano le detuvo de seguir hablando.

—No intentes negarlo. Se que algo pasó y si no le hubiera dado una visita a la empresa entonces yo ni enterado estaría.—Roman soltó un gran suspiro—. Se que ese chico significaba mucho para ambos, aunque de diferente manera. ¿Verdad Harry?

—Si.—dijo Harry ya que de nada le servía negarlo.

—Estoy muy orgulloso de ambos.—dijo Roman con sus ojos llenos de lágrimas—. Son mis niños. Ambos. Y lamento muchísimo haber reaccionado tan mal cuando me contaste que eras gay.—dijo mirando a Jace—. Y Harry, no tengas miedo de lo que sientes. Eso no es lo que quería para mis niños.

—Estoy bien, abuelo.—dijo Harry bajando su mirada.

Se sentía tan vulnerable enfrente de su abuelo. Quería hablar y contarle por todo lo que había pasado en ese largo mes sin Louis.

El contrato ya se había vencido. Jace se lo había recordado hace un día. Pero eso era lo menos que importaba.

Ese largo mes que pasó solo sin la presencia de un mocoso que a cada segundo se metía en problemas lo desequilibró. Volteaba a cada segundo cuando la puerta de su oficina se abría, pensando que era un chico con ojos azules. Se le había quitado el apetito y su gusto por la bebida había aumentado.

Charlie le había aconsejado que buscara a Louis.

Ese era otro de los temas. Cuando salió de su oficina y fue a su departamento para hablar con Louis ya lo encontró. Se había marchado sin dejar rastro. Harry le hubiera gustado fingir que ese chico que llamó su atención desde el primer momento en que puso un pie dentro de su oficina jamás hubiera existido.

The Contract • Larry Stylinson Donde viven las historias. Descúbrelo ahora