Capítulo 5

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(Yeray)

Durante todo el día ninguno de los dos personajes con los que me encontré ayer en el hospital, había dejado de mirarme por más de cinco minutos. Apenas y me encontraba a salvo cuando tuve que ir al baño, y eso porque realmente no me podía seguir hasta ahí, pues los maestros solo dejaban que uno saliera a la vez.

Estaba seguro de que lo único que esperaban era la hora de la salida, para poder acorralarme e interrogarme. Y estaba realmente nervioso, pues esta era la última hora, y no estaba Santiago como para que me ayudara.

Durante la hora del almuerzo, un pequeño descuido había resultado en un gran problema. La cafetería había servido no sé que cosa —pues yo no la probé—, y contenía manzana. A la que Santiago es alérgico, él sin saber que aquella comida tenia tal producto la compro y comió. Le comenzó a fallar la respiración y tuvieron que llevarlo al hospital.

Un mensaje de su parte me tranquilizo, pues estaba bien, pero no le había permitido regresar a la escuela hasta mañana. Y entonces me quede solo. Pero él tenía suerte, le había preparado una consulta médica solo para asegurarse de que estuviera bien, y él no tuvo otra que aceptar... tenía bastante suerte. No cualquiera encuentra a unos padres como los suyos.

El timbre que anunciaba la salida m saco de mis pensamientos. Mire rápidamente a donde se encontraban Marcos y Diego y se veían con toda intención de ir a donde me encontraba. Tome mis cosas rápidamente, y cuando estaba por echarme a correr, ellos se cruzaron en mi camino impidiéndome escapar.

—Tenemos que hablar contigo —dijeron coordinados cual robots.

Retrocedí automáticamente, pero antes de siquiera pensar en cómo irme, un chico más alto que yo apareció  frente a mí, de espaldas.

— Hey chicos, ¿tienen un minuto?—le escuche dirigiéndose a las dos personas que me había acorralado, ellos intentaron apartarlo y sujetarme, pero para entonces yo ya había emprendido la huida.

Pese a que no conocía de nada más que de vista a aquel chico, debía agradecerle. Las personas que hoy se habían acercado a mí me dijeron que se había enfermado, y no había venido por dos días, hasta hoy. Por ese motivo no estuvo cuando llegamos Santiago y yo.

Se refirieron a él como un chico raro y desubicado, lo cual no les creí demasiado, pues era fácil dejarse guiar por su cabello pintado de morado y decir que era alguien anormal. Pero yo no era así. Solo que tal vez tenían un poco de razón, pues cada que lo veía no se había dejado de mover para nada. Parecía ser alguien muy hiperactivo, y además de eso, sumamente confiado. Pues decía y hacía cosas que generalmente solo veía hacer a Santiago... ósea; cosas raras.

Decidí dejar de pensar en aquel chico al que le agradecería mañana, y me concentre en correr hacía el hospital, para evitar toparme con los dos sujetos que había evitado todo el día.

Me detuve cuando mi destino apareció en mi vista. Me detuve, inhale y exhale repetidas veces, antes de comenzar a caminar lentamente con la mente tranquila. Error.

Antes de poder avanzar más de diez pasos, Marcos y Diego aparecieron en mi vista, saliendo de uno de los callejones que generalmente yo evitaba. Y antes de poder correr, ellos ya me habían alcanzado y sujetado cada uno de un brazo.

— Esta situación me trae recuerdos amargos, ¿no te parece? —pregunto Marcos a Diego con ojos de añoranza y nostalgia.

— Tienes razón cariño —en cuanto dijo esa palabra me sentí fuera de lugar, pero afortunadamente dejaron de hablar y, para mi desgracia, avanzaron hacía el callejón sin mostrarme expresión alguna.

Mátame |Miénteme 2| [Yaoi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora