(Carlos)
Despertar sin él parece cada día más difícil. Pero sé que todo es culpa de ellos, por no dejarme salir y permitirme verlo. Por alejarme más de él cada minuto, sin poder saber cómo está más que dentro de mi propia mente.
Cada recuerdo se vuelve un poco más lejano con el paso de los días, y la esperanza de verle se desvanece con cada presencia suya en mis sueños diciéndome que no puedo volver a verlo, así como las constantes visitas de los que creí mis amigos y familiares que lo único que esperan es verme abandonarlo.
Pero no lo haré. No puedo dejar ir lo único que me queda de él... el recuerdo.
Me acerco a pasos lentos, no sé si estoy listo para enfrentar lo que viene. Cada minuto con él durante los últimos días ha sido más que maravilloso, y el hecho de que me pidiera una cita lo es aún más.
Pero algo me dice que esto hace tiempo dejo de ser un simple trato. Que él realmente merece a alguien cuyos sentimientos pueda corresponder de la manera más pura posible, y no solo algo que tome como una ilusión.
Decido despejar mi mente deseos pensamientos. Luego podre ordenarlos junto con las nuevas sensaciones que ha aparecido en mí gracias a él. Levanto la vista y ya me encuentro frente a su puerta. Toco suavemente y espero a que salga.
No tengo prisas, pero si estoy nervioso. Quiero verlo, pero al mismo tiempo temo por ello. ¿Qué me dirá? ¿Qué le diré? ¿Sentirá la misma confusión que yo siento ahora? Pero no puedo seguir preguntándome esas cosas, pues para antes de lo que planeo en mi cabeza, él sale y me quita cualquier palabra de la boca.
Hay un ligero sonrojo en sus mejillas, sus ojos parecen esperanzados y llenos de entusiasmo acompañado e impulsado por esa sonrisa suya tan hermosa. Pero por un momento, hay un leve destello de tristeza en su mirada, lo que enciende en mí la preocupación de saber si soy o no lo que esperaba desde un principio.
- Hola Carlos, gracias por aceptar ir conmigo por un batido -por un momento vuelvo a perderme en su mirada, en su bella sonrisa y en él por completo. La diferencia es que esta vez me doy cuenta de ello, y lamentablemente es demasiado tarde para cambiar algo de lo que hice ese día.
- No hay problema, es lindo estar contigo -y nuevamente se encienden sus mejillas. Suelta una risilla nerviosa y comienza a caminar intentando disimularlo, mientras que yo aún me pregunto porque casi siempre que está conmigo pasa por sus ojos esa alegría con un poco de tristeza y dolor.
Él me guía pues yo no sé a dónde le apetece tomar el batido, no me lo quiso decir. Pero no me molesta, simplemente lo sigo mientras hablamos de cómo ha sido esta semana de escuela. Correr para entregar trabajos extras, estudiar para exámenes y apenas y tener tiempo para nosotros mismo no es algo que guste. Pero ahora estamos aquí, uno al lado del otro y con toda una vida por delante... o eso es lo que pienso yo.
Él no deja de sonreír como si le gustase estar conmigo, y eso hace que yo sonría. Me pregunta si puede tomar mi mano, y cuando parece estar por disculparse ante aquella pregunta, yo simplemente entrelazo nuestros de dos. Su sonrojo aumenta y le doy un beso en la mejilla, a lo que él simplemente desvía su mirada lejos de mí y mi persona.
Nos quedamos callados pero yo sé que no necesitamos hablar. No entiendo porque, pero con el hecho de que este conmigo es más que suficiente para sentirme completo. Las palabras sobran y falta el tiempo. Es muy poco, pero yo tampoco sé eso en ese momento.
Él se detiene y jala un poco mi mano. Miso hacia la derecha y me encuentro con una cafetería cuyo nombre ignoro. Él no dice nada y simplemente entra llevándome consigo, pues por el contrario de soltar mi mano solo la sujeta más fuerte.