(Marcos)
El calor que Diego me brindaba era inigualable. Sus brazos eran el sitio más cómodo y cálido de todo el planeta, no quería separarme nunca de ellos... pero ahora simplemente no quería verle a la cara.
— Dime amor... ¿qué ocurre? —susurro después de unos minutos de estar viendo la televisión, pero ambos sabíamos que ninguno le prestaba atención realmente.
— N-nada —susurre hundiéndome aún más en su pecho, ocultando mi rostro y escapando de la inevitable pregunta que sabría qué haría.
— Sabes que es mentira... dime, ¿por qué escapaste de mis brazos cuando estábamos en el callejón? —su voz sonaba dolida y no era para menos, yo lo había lastimado.
No respondí y volví a hundirme en su pecho. Sus brazos me sujetaron un poco más fuerte y deposito un suave y cálido beso sobre mi cabeza.
— Sabía que... esto pasaría —comenzó a decir con la voz quebrada y yo solo pude confundirme. ¿De qué estaba hablando?
— ¿A q-qué...? —pero no me dejo terminar la pregunta, pues por alguna razón ya había comenzado a sollozar.
— No podías quererme por siempre, simplemente no. no se ni porque lo hiciste en un principio. Podías haber tenido a quién tu quisieras, pero me elegiste a mí, y era un sueños del cual debía despertar. Eres demasiado para alguien como yo si solo te causo problemas —su vos se quebraba más y más según continuaba hablando, y mi corazón comenzaba a doler demasiado.
— Eso no es verdad —logre decir sin ningún tartamudeo, pero él me ignoro.
— ¿Cómo podías quererme? Tu eres completamente perfecto y yo solo soy... un idiota enamorado —sus sollozos se hicieron más fuertes y yo levante la vista. Él lloraba a lágrima viva.
Me levanté por completo e intente mirarlo a los ojos, pero él oculto su cara entre ambas manos y no me lo permitió.
— No es eso Diego, es solo qu...-
Pero no pude terminar de hablar, pues sus brazos ya habían rodeado mi cintura y sus labios se habían estampado contra los míos. No dude en corresponder, pero el sabor salado de sus lágrimas me regreso al doloroso y confuso presente que estaba viviendo ahora.
Me separé lentamente de él y lo miré a los ojos; todo lo que había en ellos era dolor.
— Lo sabía... —dijo comenzando a contener realmente las lágrimas que se habían acumulado en sus ojos.
Derramo una última y se puso de pie separándose completamente de mí. No lo entendía, ¿qué estaba sucediendo para que él se comportara de esa manera? Era la persona más fuerte que conocía, y en estos momentos acababa de verle llorar a lágrima viva.
***
(Diego)
Lo sabía, era demasiado débil. Siempre me había mostrado fuerte ante él, ocultando al ser tan débil y cobarde que había escogido para estar a su lado... pero ¡maldita sea! Cualquiera lloraría cuando se trata de la persona que amas.
— Será... será mejor que me vaya —dije tras unos segundos en silencio y comencé a caminar hacía la puerta. Lo extrañaría tanto.
— ¿Por qué? —escuche su susurro pero lo ignore: él estaría mejor sin mí.