C U A R E N T A Y T R E S

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Inuyasha lo último que recordaba del día anterior era haber dormido al lado de Kagome luego de muchas horas en las que se entregaron sin reservas al cuerpo del otro. Ahora su cuerpo se sentía demasiado débil como para mover un solo musculo. Abrió los ojos despacio y todo su cuerpo dolía como si él hubiese recibido todos los golpes del mundo. Cuando los abrió por completo miró confundido como su cuerpo estaba totalmente atado a su silla, su cabeza dolía y no recordaba cómo llegó a ese lugar.

Los pasos de Kagome se escucharon por todo el lugar. Ella había arreglado un calabozo especialmente para Inuyasha. Con una sonrisa ingresó al calabozo donde un muy desorientado Inuyasha la miró.

—Despertaste querido—murmuró con voz suave, se acercó y besó con suavidad los labios de Inuyasha.

—¿Qué significa esto Kagome?—cuestionó intentando desatar las cadenas que lo rodeaban, pero jamás en todos los siglos que tenia de vida sintió ganas de vomitar, su cabeza le palpitaba y sentía que el mas mínimo roce de las cadenas en su cuerpo destrozaban sus huesos.

—Debes saberlo—murmuró con voz dulce—¿o acaso pensaste que el juego había terminado con la muerte de mi madre?—preguntó haciendo un puchero adorable, pero Inuyasha no lo registró, estaba más enfocado en desatarse y recordarle a Kagome que era él quien aún gobernaba.

—Kagome—gruñó Inuyasha y la risa que tanto le había encantado ahora lo molestaba. Enfocó sus ojos en esos chocolates que por primera vez se veían tan vacíos como el día en que el hombre que amaba murió. Inuyasha quedó petrificado viendo esos ojos vacíos y fríos sin gracia que quedaron en él. Esta vez Inuyasha cometió en fuerte error.

—Ella me ayuda—susurró Kagome con la mirada llena de odio—ella me da fuerzas porque quiere verte morir, ella fue que me enseñó todo lo que sabe, ella por fin cumplirá con su más profundo deseo; matarte—susurró riéndose alegre.

—¿Ella?—preguntó Inuyasha—¿de quién diablos hablas?—Kagome lamió sus labios y parpadeo.

—Midoriko—susurró helándole la piel a Inuyasha. No podía ser cierto porque él mató a esa mujer. Él la vio morir, él dejó su sangre y carne desaparecer de este mundo.

—¿De qué diablos hablas?—preguntó tenso.

—Otra vez vuelves a cometer errores Inuyasha, tu mayor error lleva mi nombre y apellido, Kagome Higurashi—susurró—en este palacio hay un jardín que siempre me ha hecho sentir bien, que reponía mis fuerzas cuando tú me la robabas—susurró—resulta ser que ese jardín tan hermoso, es la tumba de las mujeres que ya haz asesinado. Parte de su energía vital queda en ese lugar y por eso todas las mujeres que somos marcadas por ti podemos sentirnos bien, porque es un ciclo, una muere y su energía va a la otra. La otra muere y la energía de esas dos mujeres van a la siguiente—explicó asustando a Inuyasha por la gran cantidad de información que Kagome había conseguido de la nada.

>> Cariño, toda esta información la poseo desde que Sesshomaru hizo el favor de hacerme dormir, no pensé que mi esencia era tan fuerte y la ganas de vengarse de Midoriko tampoco. Ella me buscó aun cuando murió porque entre nosotras hay una conexión, ¿sabes por qué?—preguntó divertida de la cara de Inuyasha.

—Lo sé—susurró haciendo una mueca de asco, pero no dijo nada.

—Eso es porque somos las únicas dos mujeres que llevaron dos marcas por ti—murmuró divertida—se supone que solo deberíamos tener la marca en el cuello, pero tú marcaste mi intimidad también Inuyasha. Gracias a que ambas fuimos dos veces marcadas podemos comunicarnos.

>> Me contó su historia contigo, como llegó aquí en base de engaños y que pronto descubrió que esto era un infierno, era una chica dulce que fuiste corrompiendo. Ella se volvió falsa y buscó por medio de una falsa dulzura todas sus debilidades, cuando descubriste la verdad la mataste—Kagome negó suavemente—eres cruel—ella suspiró—Midoriko también me contó la debilidad de ustedes, porque mientras a mí me hace fuerte el jardín, la tierra de ese lugar es como veneno para ti, pero a mí no me hace daño—ella sonrió.

>> Mi único problema es que no puedo arrancarte cada órgano del cuerpo y luego jugar con ellos porque aún sigo enlazada a ti y gracias a que me despertaste de mi sueño estoy más unida que nunca a ti—ella lo miró.

—Te amo a mi manera Kagome—susurró Inuyasha mirándola—me dijiste que me amas—comentó mirándola.

—¿Creíste que realmente alguien como tú estaría en mi corazón?—preguntó negando—no Inuyasha. En mi corazón solo vivió un hombre que me enseñó lo que es el amor, la esperanza, el cariño. Un hombre que me mostró la felicidad, que me apoyó cuando me derrumbaba. Tú nunca sabrás lo que es mi amor, porque por ti solo siento un oscuro deseo y un odio tempestuoso. Tú eres la persona que robó mi libertad—susurró con lágrimas contenidas recordando cada momento al lado del hombre más dulce del mundo. Un hombre que la amó con sus imperfecciones y cualidades hermosas.

Hoyo fue lo mejor que le ocurrió en la vida y eso Kagome lo sabía. Lo sabía desde el principio. Por eso su mano impactó con fuerza en la mejilla de Inuyasha mientras las lágrimas salían sin control. Otra bofetada que resonó por el lugar, mientras que con cada golpe Inuyasha sentía algo en su pecho que dolía, porque él no soportaba la idea de que ella diga en voz alta que amaba a otro hombre, porque él había sacrificado a Sesshomaru como una muestra hacia ella, hacia todo lo que sentía por ella.

—Puedo devolverte tu libertad robada, Kagome—habló Inuyasha mirándola, ella por fin se estaba derrumbando, como si la locura que llevaba fuese más fuerte que ella en ese momento.

La mentalidad fuerte de Kagome por fin estaba cayendo, su locura se estaba desatando y el dolor que tragó cuando Hoyo murió arrasó con ella.

—No puedes devolverla—murmuró cayendo al suelo en lágrimas—porque mi libertad robada ya no existe. Porque la libertad que ansiaba llevaba nombre y tú lo mataste—murmuró—mi única libertad era Hoyo, y él ya no está—susurró.

Mi Libertad RobadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora