Noche de Chicas

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Templo de Virgo

Un día más, una semana que pasó volando. Shaka se sentía aliviado. Piero, como había acostumbrado a llamarlo Shaina, se iba, sí, por fin se iba. El templo de virgo volvería a ser tranquilo como antes, no solo el llanto dejaría de sentirse por todo el recinto, sino que el aroma femenino se iría también, y si Shaka lo analizaba adecuadamente le alegraba más que se marchara Shaina, que Piero.

Esa semana fue un tormento, difícil de superar, y su linda compañera no ayudó a su bien pervertida mente. Cada vez que volteaba a mirar, ella andaba por ahí muy ligera de ropa, ¿en qué momento la ropa de Shaina se hizo tan pequeña? No era correcto. Intentó mantenerse a raya todo lo que pudo y estuvo a punto en más de una ocasión adentrarse en la habitación de Shaina para hacerle compañía y arroparla en esas noches frías.

Se contuvo, fue difícil, pero lo logró. No cruzó los límites y trató a su compañera como a su igual, a pesar de los acercamientos, de los coqueteos, de las caricias insistentes de ella sobre su brazo, su perversa sonrisa y su sugerente vestir, Shaka lo logró. No cayó ante el pecado. Sonrió, claro que no era cometer pecado lo que le preocupaba, él dejó de pensar en su celibato cuando apareció Alejandra y el poco recato que le quedaba se fue cuando vio a Shaina, en ese pequeño disfraz.

Que pecado ni que nada.

Su dilema era moral. Entre una y otra. Entre Alejandra y Shaina. ¿Cómo no se había dado cuenta de eso antes? Que le gustaban las dos. Pero no había espacio en su corazón para ambas, ¿o sí? Se maldijo por lo bajo y lo analizó otra vez, y descubrió que aparentemente él no le era indiferente a Shaina.

Claro, ese constante coqueteo de la cobra no era porque sí. Shaina sentía algo por él, amor, deseo, lo que fuera había algo, ¿y Alejandra? Meditó y volvió a meditar, ella siempre era amable, siempre sonreía cuando lo veía, pero eso no quería decir absolutamente nada.

‹‹No es tan malo, es un buen hombre, todo un caballero, muy amable, buen amigo, algo distraído y reservado›› fueron las palabras de Alejandra y tal vez, solo tal vez no se refería a otro hombre, tal vez, solo tal vez se refería a él. Pero sí así era. ¿Qué la mantenía distante?

Una persona.

Ella dijo que no quería tener problemas con una persona ¿Quién era esa persona? ¿Un pretendiente de ella?

Se dejó caer sobre la cama, ya todo estaba listo para llevar a Piero con Milo y él no quería seguir pensando cosas como esas. No quería seguir pensando, el bebé soltó un puchero y Shaka lo vio acostado en su cunita ajeno a todo problema y le dio envidia verlo así tan tranquilo.

—Tienes suerte, pequeñín, ahora tu único problema es que alguien te cambie el pañal —el nene contestó con un 'agu'—. Yo estoy aquí en una encrucijada y no sé si simplemente estoy confundido, si soy un cretino, o el celibato me está cobrando factura. Porque no puedo amarlas a las dos. ¿Verdad? Tal vez ni ame a ninguna. Solo eh tenido mucho acercamiento con ambas y creo sentir algo por ellas. ¿Tú que crees Piero? —el niño sonrió—. Sí. Tú puedes tener a todas las chicas que quieras, te eh visto, todas caen a tus pies, eres un coqueto —comentó tomándolo entre sus brazos—. Seguro sí eres hijo de Milo. No le aprendas mañas a tu papá, ni a tus tíos, mucho menos a tu tío Shaka. Soy un miserable maldito —Otro 'agu' por respuesta—. Espero que Milo no te deje abandonado en un bar o en un burdel. —Suspiró no había pensado en eso—. Milo es un peligro para ti, espero que le envíen un buen ayudante, porque no sé qué será de ti

—¿Todo listo? —Entró Shaina en la habitación

—Sí, todo listo —contestó entregándole al nene—, a nosotros nos tocó más camino ¿Shaina? —La chica lo miró curiosa—. ¿Crees que el niño esté bien con Milo?

¿De quién es el bebé?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora