Tal Vez

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Kanon y Saga subían las escaleras camino al cuarto templo. Los dos andaban a paso lento y muy pensativos, el exgeneral llevaba entre sus brazos a Junior, Saga por su parte tenía colgado en su brazo derecho la pañalera con los elementos necesarios para que el niño estuviera cómodo mientras todas sus cosas eran llevadas a cáncer.

Dos escalones antes de llegar a la entrada principal de la cuarta casa zodiacal, Kanon se detuvo, ante esto su hermano lo imitó y esperó paciente por escuchar a su gemelo.

—Hermano no estoy seguro de esto —le dijo a Saga—, no me parece que sea una buena idea que Máscara se encargue del niño

—Shion confía en él. Nosotros debemos hacer lo mismo

—Pero Saga. Que tal el idiota estampe al niño en la pared

—Él ya no hace eso —dijo con tono ligero—, él ha cambiado, ya no es el psicópata que conocimos

—¿Y que tal ofrezca al niño a Satanás? ¿O se le dé por invocar a belcebú, o a Lilith? Aunque yo invocaría a Lilith

—Eso no va a pasar. Yo sé que puede ser imprudente, mal hablado, borracho, fumador, satánico, oscurantista, importaculista, taimado, aburrido, mujeriego, psicópata, libertino, apostador, despistado. Pero en el fondo de todo eso, tiene su corazoncito

—Los estoy escuchando par de idiotas —dijo muy tranquilamente Cáncer, parado en el umbral

—¡Perdón Mascarita! —Musitó Kanon—. No era nuestra intención que nos escucharas

—¿Y por eso se pusieron a hablar a la entrada de mi templo, aun sabiendo que estaba aquí parado? —Ambos hombres se alzaron de hombros—. Porque ustedes me vieron, no vayan a fingir que no. —Los gemelos se echaron a reír

—Era una bromita —soltó Saga parándose a lado izquierdo del italiano

—No te lo tomes personal —comentó Kanon ubicándose al lado derecho de Ángelo—. Toma. —Le entregó al bebé—. Debes tener mucho cuidado con él, sostén su cabeza —le explicó—, es un niño muy juicioso. No lo vayas a matar

—¡No hare eso! Si no me obliga

—¿Quién será tu ayudante? —quiso saber Saga

—No lo sé aún

—Tal vez ella —señaló el exgeneral a una chica que se dirigía hacia ellos

—Buenos días —saludó la joven

—¡Narella! —Soltó Saga—. ¿Tú vienes a ayudar a Máscara de la Muerte?

—Sí señor —contestó ella con cortesía

—¡Sí! —gritaron los gemelos en unísono brincando hacia la chica para abrazarla

—¡Que alegría, Junior no morirá en el cuarto templo! —dijo Kanon sin soltar a la chica y depositando un beso en la mejilla de la joven

—¡Es la mejor de las noticias! —comentó Saga que al igual que su hermano, también besó a la muchacha, la joven por su parte estaba colorada y completamente incómoda ante semejante demostración de afecto—. Tú tienes experiencia en niños, ¿cierto, muñeca?

—Sí señor —Sostuvo. Los dos hombres no se habían apartado de encima—. Nosotras nos encargamos de los más jóvenes en el campo. Es nuestro deber cuidar de los niños

—¡Eso es tan bueno! —volvió a decir Kanon dándole otro beso a la chica, Saga lo imitó

—¿Quieren soltarla? —Pidió Ángelo—. ¡Eso es acoso! Y laboral más encima. — Ambos hombres hicieron como se les pidió, Narella pudo respirar—. No entiendo porque tanto drama. El niño sobrevivió a ustedes. Uno bien mujeriego —Señaló a Kanon—, y el otro —miró a Saga por un rato— bien... ¿hombreriego? —El mayor de los gemelos se echó a reír—. Ven Narella no le prestes a atención a este par de iguales

¿De quién es el bebé?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora