Ahora todos lo saben

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Templo de Capricornio

Caos, palabra curiosa, caótica, bastante descriptiva.

El caos ha existido desde antes de los dioses, y en ese momento, el caos gobernaba con mucho descaro el templo de capricornio. Había llanto. Mucho llanto; de Piero, de June y especialmente de Shura.

¿Por qué?

Porque June seguía muy molesta y lo demostró encerrándose en el cuarto del español prometiendo no salir de allí hasta que llegara su momento de irse, es decir hasta que la semana acabara. La única razón que la mantenía aun en el décimo templo era, que no quería darle explicaciones a Shion. Dejar su labor cuando había sido una orden directa del sumo, era como ir en contra de la misma Athena.

Y finalmente June era una guerrera antes que mujer.

La mejor opción, encerrarse y dejar a la pobre cabra lidiando con el nene solo. Shura no había tenido una buena noche, estuvo pensando y buscando la mejor manera de que June le perdonara y Piero sospechando que el español era el culpable de algo muy malo, no le dio tregua tampoco.

En ese momento Shura intentaba calentar la leche del bebé sin éxito, está se quemó muchas veces, sin contar que capricornio se le ocurrió la maravillosa idea de hacer un desayuno para June; oh sorpresa que todo olía a humo en la cocina, y Piero, el pobre nene moría de hambre, por lo tanto, lloraba, tanto que Shura ya tenía un tic nervioso en el ojo.

Por tercera vez la leche del bebé hirvió tanto hasta el punto en que el mismo recipiente que la contenía se oscureció. Shura resopló una maldición fuerte y Adrián lloró con más potencia.

—Lo siento —dijo mirando al infante pataleando en su silla sobre el comedor—. No es contigo, sé que tienes hambre, lo lamento mucho. —Ahora los huevos se quemaron también—. ¡No puede ser! ¿Cómo hacen las mujeres para atender tantas cosas al mismo tiempo?

—¿Qué pasa? —Aioros se presentó en el lugar, Shura no se había sentido tan feliz de verlo, ni siquiera cuando volvió a la vida arrepentido de haberlo matado—. ¿Aquiles qué tienes? —Intentó consolar al pequeño

—¡Aioros! —Shura tenía los ojos llorosos—. Gracias a la diosa estás aquí. Esto es un caos. Ayúdame, el niño no deja de llorar, se despertó varias veces en la noche, me orinó en la madrugada y lo hizo nuevamente esta mañana cuando me levanté. Él me odia

Aioros intentó no reír.

—Tiene hambre, por eso llora

—Lo sé, pero todo se quema

—De acuerdo, toma asiento, intenta calmar al nene, hagamos una cosa a la vez, primero la comida del nene

Aioros apagó los fogones que no iba usar y como un experto en menos de tres minutos tuvo lista la comida del pequeño. Shura se veía tan agobiado, que el griego prefirió hacerse cargo alimentando al nene.

—¿La señora Elvira no ha venido a visitarte? —le dijo Aioros a Shura, el nene bebía de su biberón con mucha fiereza

—Vino ayer y al ver a June, dijo que no era necesario estar viniendo

—¿Y qué pasa con June? ¿Qué está pasando acá?

Shura se dejó caer en una de las sillas y miró a su compañero por largo rato.

—¿Qué pasa? —Volvió a preguntar, el español hizo una mueca—. ¿Dónde está June?

—Encerrada, está muy molesta conmigo, no quiere verme

—¿Qué le hiciste? ¿Te propasaste con ella? Shura. Es una compañera, es acoso. Podrás ser su superior, pero no te da derecho a ser atrevido con ella

¿De quién es el bebé?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora