Preparativos y más

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La mañana llegó más rápido de lo que Mu hubiera querido. De hecho no había podido pegar el ojo en toda la noche, él sería el primero, el primero en cuidar al niño. Ya había pasado por eso cuando recibió a su cuidado al pequeño Kiki, eh incluso estaba más joven en aquel tiempo. Pero Kiki le había dado tanto problema que se prometió así mismo nunca en la vida reproducirse y rogaba todos los días porque no le dejaran nuevamente un chiquillo en sus manos.

No es que Kiki haya sido una auténtica pesadilla, pero no fue para nada fácil tampoco. Ahora que el pelirrojo estaba más grande, era mucho más fácil lidiar con él que cuando era un pequeño que aún usaba pañales.

Pañales, de sólo recordar esa sensación de estar cambiando prendas sudorosas y sucias le daba náuseas, sin contar que debía lavar aquellas telas para poderlas usar una y otra vez.

Se levantó pausadamente de su cama, caminó con paso perezoso y con los brazos flojos a los lados hacia la cocina, suspiró, una vez, dos veces y suplicó mentalmente que todo aquello fuera un maldito sueño.

—¡Mu que bueno que ya estás despierto! —saludó una robusta mujer de mediana estatura, su cabello negro reflejaba varias canas y a pesar de tener ya bastantes años la mujer se movía con mucha ligereza.

—¿Señora Elvira, que hace usted acá? —preguntó preocupado.

La señora Elvira era muy bella, como una abuela cuidando de sus nietos, pero a su vez como una mujer que ha visto y vivido bastantes años, podía llegar a ser muy cruel. Pobre de aquel que decidiera llevarle la contraria, ni Shion se salvaba de la furia que podía provocar aquella anciana mujer.

—¡¿Cómo que, que hago acá?! —protestó. Mu se echó para atrás y se maldijo por sus palabras—. ¿Acaso no es obvio? Vine ayudarte a organizar la habitación del bebé, porque es esperarse que ustedes no tengan ni la menor idea de donde ubicar al niño. No me extrañaría que lo dejen a su suerte. ¡Pobre criatura! ¡Pobre criatura! ¿Dónde estará la habitación del niño?

—Yo —titubeó—, no tengo una habitación para el niño, sólo hay dos habitaciones aquí. Una es la de Kiki y la otra la mía

—No vamos a incomodar al pobre Kiki por tu irresponsabilidad —prosiguió, Mu se sintió ofendido, pero se guardó sus comentarios para no ganarse un nuevo regaño—. Ubicaremos la cuna del bebé en tu dormitorio. Es lo menos que puedes hacer. ¡Vaya muchachos imprudentes! En mis tiempos les hubieran dado una buena paliza. El señor Shion fue muy generoso contigo hijo —Mu dudo de ello—. Por ser el primero me envió a ayudarte con la habitación del pequeño, a los demás les toca apañarse solos. Bueno, no solos después de todo, la idea es que cuando tengas que dejarle al niño a Aldebarán, tú le ayudes a organizar el cuarto del niño, y luego Aldebarán haga lo mismo con los gemelos y así sucesivamente.

La mujer miró con desprecio el lugar llevando un dedo sobre una repisa para luego mover negativamente la cabeza por el polvo que se impregnó en su huella dactilar.

—La señorita Athena por su parte, mandó a comprar la cuna, ropa y pañales para el niño, está de más decirte que debes cuidar todos estos elementos bien, para que los otros puedan hacer uso de estos sin problema

Le miró de arriba abajo y Mu sólo sonrió inocentemente, ella resopló.

—Agradece a tu diosa que los proveerá de pañales desechables. ¡Qué vergüenza! Yo los hubiera puesto a lavar para que aprendieran que un niño no es juego —apuntó con su dedo el pecho del guerrero

Pañales desechables. Mu se sintió aliviado, no había tenido que lidiar con pañales desechables, pero el saber que eran desechables y que no tenía que estar restregando cagadas de una pequeña máquina de hacer popo le hizo gracia.

¿De quién es el bebé?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora