Paseo

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Templo de Virgo

Esta vez no fue un sueño, ella estaba allí entre sus brazos y completamente exhausta por la noche que inició con un beso. Todo pasó en el jardín y ansiosos uno del otro, continuaron su amor en la habitación principal de virgo. Shaka podía respirar tranquilo, la noche fue real, ella era real.

Miró por la ventana, ya el día había empezado, pero Shaka no tenía ganas de levantarse. No quería apartar el abrazo de ella, tampoco quería despertarla.

Pero sus obligaciones llamaban, como santo tenía que cumplir con su deber, y en ese momento debía continuar organizando los dichosos pergaminos. Con delicadeza retiró el brazo de debajo de ella intentando hacer todo lo posible por no despertarla.

Tristemente logró ponerse de pie, mientras ella dormitaba tranquilamente en la cama. La miró por un largo tiempo sonriendo como tonto. Por fin su mundo estaba en orden, su bella Alejandra descansaba en su cama y toda la noche fueron uno solo. Que grato fue todo ello. Sacudió su cabeza volviendo a la realidad, debía continuar con su rutina diaria.

Después de un buen rato Shaka ya estaba casi listo, ese día en especial debió tener mucho cuidado y hacer el menor ruido posible. Pero no le funcionó, Alejandra despertó en lo que el terminaba de vestirse.

—¿Escapas? —Preguntó ella adormilada, el rubio dejó salir una sonrisa

—Desde luego que no

—Es muy temprano

—Son las seis de la mañana. De hecho, debí haberme ido hace una hora

—Son las seis de la madrugada —Corrigió ella, intentando mantener los ojos abiertos—. No me gusta madrugar

—Tú puedes seguir durmiendo, yo tengo que trabajar —Le dijo acercándose para darle un beso en la mejilla—. Me quedaría a tu lado, pero debo continuar con mi deber. ¿Nos vemos más tarde para almorzar?

—Qué hombre más responsable —Comentó atrapándolo con sus brazos—. Nadie te extrañará si te quedas un poco más —Le susurró al oído

—Tentador

—Quédate otro rato

—Solo un poco más —Aceptó volviendo a la cama

Cabañas Femeninas

Dolor paralizante, agonizante, castigo divino. Shaina sufría, sentía que su cabeza iba a estallar y su cuerpo a desfallecer ¡Maldito guayabo! ¿En qué momento se le dio por tomar la botella de vino por su propia cuenta? Ahora pagaba por su osadía.

Era como tener un taladro en su cráneo perforando en lo más profundo de su cerebro, machacando y destruyendo todas sus neuronas. Claro si aún le quedaba alguna neurona viva.

Como pudo logró ponerse de pie y sintió un vacío en el estómago que la obligó a caer sobre la cama. Aún tenía el vestido negro y la chaqueta de Milo puesta, sus zapatos estaban a la orilla de la cama. Su cabello estaba completamente desordenado, más de lo normal. Otro intento y logró incorporarse. Tenía sed, demasiada.

Después de un gran esfuerzo logró caminar hacia la puerta y con paso tembloroso llegó hasta la cocina, la nevera estaba vacía. Derrotada y sedienta optó por tomar agua del grifo. Al inicio el líquido cristalino se vertió con dificultad, pero luego pudo percibir lo mucho que necesitaba del agua, por lo que tomó un poco más.

—Te ves del asco amiga —Comentó Naomi entrando a la cocina

—Soy un asco —Aprobó Shaina cayendo sobre una silla del comedor—. Me siento muy mal

¿De quién es el bebé?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora