Un nuevo amigo

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Se estaba moviendo mucho dinero en lo que supusimos era un recinto de apuestas ilegales, tenía toda la semana investigándolo.

Se trataba de peleas de perros, estuve recopilando evidencia para la tía Barbara y ella decidió que con lo que había reunido entre sus hombres infiltrados y los datos que yo había obtenido, era suficiente para cesar sus actividades permanentemente.

Estaba desde una distancia prudente, no debía interferir, era ya un asunto de la policía, pero me daba satisfacción ver la culminación exitosa de nuestro trabajo en conjunto.

El equipo especial de policías entró en el recinto y capturó casi a todos los hombres, el tiroteo era inútil, eran demasiados policías.

Sin embargo, pude notar que el líder había escapado e iba corriendo fuera del edificio a hurtadillas, me lancé en picada sobre él, logré envestirlo y dejarlo fuera del juego de ese solo golpe.

-Comisionada, se escapó uno, está a dos calles al este ¿Se lo dejo esposado? -Le pregunté con burla.

-Muy gracioso chico, vamos para allá -Me respondió.

Al fondo el callejón, un perro de gran tamaño y orejas puntiagudas me gruñía, sus dientes blancos brillaban en la oscuridad. Lo reconocí, era uno de los perros que este sujeto usaba para las peleas, tenía un tétrico collar de púas que lo hacía lucir aún más feroz.

-Tranquilo cachorro, no voy a hacerte daño -Tal vez si me oía se calmaría.

El perro se encarreró hacia mí, estaba listo para atraparlo, aunque no vino a atacarme a mí. Me giré algo tarde para verlo, uno de los secuaces del sujeto que acababa de derribar también había escapado e iba a dispararme. El perro le mordía el brazo que sostenía el arma. El tipo tomo al perro del pelaje, lo pateo con fuerza en el estómago y se lo quitó de encima, el animal se estrelló contra la pared y quedó inconsciente.

Le lancé un batarang a aquel criminal, para desarmarlo y lo golpeé de lleno en la cara. Quedó tirado a lado de su jefe.

Fui hacia el perro y revisé su integridad, tenía algunas heridas frescas, estaba respirando y su pulso estaba bien, supuse que solo quedó inconsciente por el golpe.

La policía se acercaba y si veían al perro, era probable que lo llevaran como evidencia junto con el resto de los animales. Él no era culpable de nada, pero sabía que, al llevarlo a la perrera, indudablemente seria catalogado como agresivo y peligroso, lo sacrificarían. Había salvado mi vida y no podía hacer menos por él.

Lo tomé y desaparecí antes de que las luces de los vehículos de la fuerza judicial nos alcanzaran.

Cuando llegue a la cueva, tío Jason estaba ahí para regañarme.

-Terry, no puedes traer a ese animal aquí, es evidencia y, además, peligroso.

-Tienes toda la razón, pero por eso mismo lo hice... Salvó mi vida, no sé si lo viste por la cámara, pero no podía dejar que se lo llevaran, ambos sabemos que lo dormirán.

Nos quedamos en silencio mientras yo ponía al perro sobre la mesa de operaciones y empezaba a limpiar sus heridas.

Abrió su hocico y miro los dientes y las patas del animal que seguía inconsciente.

-No necesita suturas, cerraran solas, solo vamos a vendarlo cuando termines de limpiarlas.

Justo eso hicimos y dejamos al perro descansar, no sabía muy bien cómo cuidar a un perro, jamás tuve uno, pero hacía frío en la cueva, así que lo cargué hasta la cocina para que estuviera más caliente mientras iba a buscarle alguna manta vieja en el cuarto de lavado para ponerle encima.

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