Te amo

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Pasó casi un mes sin que volviera a ver al Atlante, fueron días de mucha lucha interna, sobre si estaba bien que mis sentimientos por él estuvieran tan vivos como hace tiempo. Nunca murieron, simplemente los estuve reprimiendo porque yo mismo no creía que se los mereciera y entonces surgía otra duda ¿Reamente lo había perdonado o también me mentí a mí mismo sobre eso?

Era de noche y Jay me había enviado por barras de chocolate para preparar una bebida caliente, hacía mucho frío y llovía, me quedé en el auto por un rato mientras la intensidad de la lluvia disminuía, el vaho de mi respiración empañó los vidrios del auto y vi en la ventana la mano de Arthur. Mi corazón revoloteó al verla y entonces la reina de las incógnitas me asaltó ¿Debería seguir guardando mi amor por él o externárselo y en caso de ser la segunda opción, era prudente hacer lo que estuviera en mi mano para ganarme su corazón o imitar a Joey y después de confesarme, dejarlo ir?

Y todo este cuestionario solo me llevaba a la pregunta inicial ¿Por qué se acercó a mí en primer lugar, siempre me estuvo utilizando o fue algo que surgió sobre la marcha? Sin la seguridad de esa respuesta, las que yo les diera a las demás preguntas carecían de solidez.

Llegué al punto en el que decidí armarme de valor para preguntárselo de una vez por todas y darle paz a mi agitado, destruido y enamorado corazón.

Para entonces, Dana planeó una salida para celebrar la graduación de Connor de la universidad de Estrella, sería aquí en Gótica y estaban invitados los Gemelos Allen, Max, Rex, quien se había vuelto cercano al canario y obviamente, Arthur.

A mí no me había dicho nada, porque no quería reunirme nuevamente con el circulo del Atlante, esta era mi oportunidad de colarme en una reunión a la que no me habían invitado.

- ¿Recuerdas el cheque en blanco que me diste hace tiempo cuando te llevé el auto, te di las llaves del departamento antiguo y cubrí tu patrullaje para que te fueras con tu canario? -Ella me miró como si acabara de ver a un fantasma.

-Si -Dijo con voz baja y asustada, pobrecita, debía estar esperando algo terrible.

-Quiero cobrarlo, llévame contigo a la fiesta de Connor y no le digas de mi presencia a nadie -Sonreí con calma.

- ¿Por qué quieres ir? -Preguntó sorprendida.

-Ah, es un cheque en blanco -Le recordé que no tenía permitido hacer preguntas y yo no le debía explicaciones, solo tenía que darme lo que le pedí.

Accedió sin saber cuáles podrían ser mis intenciones, a Dana nunca le gustó la idea de ir a ciegas hacia lo desconocido, pero tenía suficiente honor como para pagar un favor, al menos tenía esa ventaja.

De hecho, la fiesta iba a ser en el antiguo departamento donde solía vivir con mi trio favorito y mis hermanas, me fui con ella unas horas antes del encuentro para decorar la estancia y comprar cosas para comer y beber, al ver lo que estaba haciendo por Connor, no me cabía la menor duda de que lo amaba de una manera muy linda, esperaba que, por su parte, nuestro compromiso de casarnos a los 30 si no encontrábamos a nuestra otra mitad, estuviera roto.

Ya casi teníamos todo preparado cuando Rex y Max llegaron a ayudar.

- ¿Qué haces aquí? -Rex me saludó, estaba feliz de verme, pero no del lugar en el que me encontraba.

-Soy amigo de Connor desde que teníamos... No sé ¿8 años? No podía perderme esto -Sonreí y lo dejó pasar.

Más tarde llegó Connor con Arthur, la reacción fue la misma, no se esperaban que estuviera ahí. Y como esperábamos, por último, aparecieron los gemelos.

Pasamos un buen rato, comimos de todo, hicimos algunos juegos y Dana casi me ahorca cuando puse un +4 antes de su turno, UNO era un juego aplastante para quienes no sabían arreglar las cartas, entre Rex y los gemelos se quedaron con todo el mazo, solo jugamos una partida, nadie quiso jugar de nuevo.

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