El príncipe y el héroe

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Yo seguía en shock, simplemente no me lo había esperado, que Arthur hubiese tenido desde temprana edad esas propuestas y quien sabe desde cuando había tenido que ir ahí a rechazar a la joven.

-Creí que tu serías el heredero de la corona -Dije de repente, pues había recordado que dijo "A los posibles herederos".

-Es... -Pensó un segundo antes de elaborar una respuesta definitiva -Es algo que cambió recientemente, se supone que soy el hijo primogénito y por derecho, el trono es mío, pero... -Suspiró -Marina heredó el don de mi padre de hablar con los animales marinos. Por lo tanto, además del Rey, ella es la única que puede controlar a la criatura conocida como el Kraken. La criatura había estado dormida mucho tiempo, desde que el rey la invocó para pelear a su lado, pero Marina también pudo comunicarse con ella y eso es algo que solo el mismísimo Rey Atlan había logrado hacer, mis padres lo consideraron una señal para reconocer al verdadero sucesor, pero aún no se han decidido, necesitan pensarlo bien -Dijo distante, esto definitivamente debía afectarle, antes había mencionado que a él también lo había estado preparando para ocupar ese lugar. En aquel entonces sonaba muy ilusionado y preocupado por llegar hasta ahí, era injusto que solo por una habilidad que Marina tenía, ahora quisieran cambiarlo todo.

-No conozco muy bien a Marina, tampoco quiero decir nada malo acerca de ella, pero si yo fuera un Atlante, definitivamente preferiría ser gobernado por ti que, por ella, tienes mucha más madera de líder... Sin ofender -Me hundí en mi lugar.

-Gracias por decirlo -Sonrió -Pero eso no me preocupa mucho, sé que es así, conozco mucho mejor que ella a nuestro pueblo y aunque mis padres no estén seguros, el parlamento expresó abiertamente que soy más indicado para el puesto, sin mencionar que Marina no desea para nada la corona, se puede decir que preferiría cortarse una mano que usarla -Dijo como si estuviera recordando algo.

Traté de distraerlo de ese tema y comenzamos a hablar de otras cosas, fue bastante relajante.

-Ace parece un buen perro, pero apuesto a que te encantó mi Alcmena -Dijo sonriente -Cuando lleguemos al castillo quiero probarte -Levanté las cejas al oír eso -Me refiero a tu memoria, a ver si recuerdas los pasillos y las habitaciones -Aclaró.

-Contigo ya no se sabe -Ahora me preocupaba un poco el presentarme con su familia, si bien ya los conocía ¿Cómo se supone que miras a los padres del "Caramelo que ya te comiste"? Dios, iba a ser muy incómodo porque ahora tenía en la cabeza "Me tiré al hijo de alguien y estoy a punto de pasar tiempo con ellos y a tirármelo de nuevo", necesitaba ser salvado.

Al llegar al palacio, no encontramos literalmente a nadie, yo pensé que era lo normal y tal vez no lo notamos por la charla con Garth, pero ahora que nos fijábamos bien, no había nadie por ninguna parte, la ciudad estaba totalmente desierta, hasta que un hombre de piel oscura y cabello blanco pasó a toda prisa, lo alcanzamos y Arthur le pidió que le dijera de que se trataba todo esto.

-Kal ¿Dónde están todos?

-Mi señor... No debe molestarse con nosotros por esto... -Bueno, Arthur se veía bastante molesto ya -Sus padres nos pidieron que lo conserváramos en secreto, pero esto ya nos ha rebasado, vengan conmigo.

Fuimos con él hasta lo que parecía el hospital de la ciudad, estaba lleno de personas enfermas, su piel se veía de una coloración verdosa y al parecer estaban sufriendo bastante.

-Es fiebre esmeralda, no había un brote desde hace siglos, sus padres dejaron a la princesa Marina a cargo del plan de contingencia, eso fue hace semanas y ahora... el 70% de nuestra población esta grave, los médicos hacen lo que pueden -Marina ¿Qué hiciste?

- ¿Por qué Marina? Ella no está capacitada para rechazar una propuesta de matrimonio de una forma diplomática, mucho menos para llevar una epidemia como esta -Dijo furioso, el hombre hizo un gesto de resignación -Se ven muy mal... ¿Por qué los soldados atienden enfermos, tanto nos ha rebasado?

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