Implantes

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Aprovechamos el momento en el que pasó otro de los empleados con un carrito lleno de ampolletas con el suero que hacía posibles los implantes, me tropecé con él a propósito y mientras el chico se disculpaba conmigo, Dana tomó una muestra.

Tuvimos que salir al auto a prisa después de eso. Por suerte, traía el traje escondido en un compartimiento abajo del asiento, así que entraría a enterarme de todo lo que pudiera, mientas que Dana volvía a casa y con lo que habíamos obtenido, tratarían de crear un antídoto contra el agente mutante del suero, por si las moscas.

Regresé al interior y todavía alcancé a encontrarme el doctor Cuvier y a sus fenómenos.

-Está en todas las noticias, esos tontos asustados cerrarán el instituto -Aquel que parecía toro, estaba sujeto a una especie de rueda de la tortura para contenerlo mientras le inyectaban el suero y con justa razón, porque tuvo unos espasmos que extrañamente le causaron satisfacción cuando le administraron aún más dosis de la que ya tenía en el cuerpo.

-Atacaremos hoy. La revolución de los implantes no se detendrá. Si los normales están decididos a hacernos ilegales, que así sea. Seremos los primeros en morder al fiscal Young -El esposo de tía Barbara.

Ante esa declaración, los que eran mitad bestia, empezaron a aullar eufóricamente.

-Huelo a un normal -Dijo Tigresa, mierda.

-Dijiste que el chico llegó ¿no es verdad? Debe ser a él a quien detectas -Cuvier disipó esa duda y la chica lo aceptó -Váyanse ya, iré a ver a nuestro amigo Rex, tu quédate, Tigresa, por si necesito algo, luego puedes alcanzarlos -Todos salieron del lugar y yo obviamente, seguí al doctor.

Pasaron a una especie de consultorio, con los micrófonos del traje pude oír lo que ocurría.

-Me alegra anunciarte, Rex, que he reunido todo el suero necesario para tus implantes y después de las pruebas que hemos hecho, es 100% seguro que tu cuerpo se adaptará la dosis sin ningún problema -Anunció.

-Entonces ¿Cuándo podrá hacerlo? -Preguntó interesado.

-Esta noche voy a estar un poco ocupado con el asunto de la demanda, pero...

-Doctor, he estado viniendo todos los días todo el día desdé hace dos semanas para hacerme el implante, no puedo seguir esperando -Rex se oía bastante tenso.

-Lo entiendo hijo, pero el implante que solicitaste no es algo de una simple ampolleta, no se trata de un par de cuernos, zarpas o decoloración de la piel, sino de dos extremidades nuevas y completamente funcionales. No te preocupes, aun si nos vuelven ilegales para mañana, el estado debe darme por ley 24 horas para dejar de trabajar, mañana temprano, tus magnificas alas te estarán esperando justo aquí.

Conque eso había estado haciendo, quería sus alas.

De inmediato un millón de emociones de empatía empezaron a invadirme con respecto a Rex.

Él me había dicho que estaba bien con el hecho de no tenerlas e incluso se había fabricado unas, pero lo cierto era en el fondo de su corazón, las deseaba.

Soy un simple humano, pero hasta yo pude imaginarme el anhelo que albergaba de tener aquellas dos extremidades que le faltaban y sentir en ellas como el viento se rompía ante cada aleteo. Me parecía tan injusto que su herencia humana no le permitiera sentirlo ¿Podía ser que en este caso los implantes no fueran tan malos?

Mientras estaba perdido en mis pensamientos, fui atacado por sorpresa, me golpearon la cabeza, así que ni siquiera supe de quien se había tratado, todo se oscureció al instante.

Aquí cometí un grave error, debí volver a la cueva y alertar a tía Barbara sobre lo que iba a ocurrir, pero mi interés personal por saber qué demonios estaba haciendo Rex ahí, me hizo fracasar.

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