Capítulo 1

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24.04.2019

Nápoles, Italia

Alex Silvestri

Me encuentro en mi habitación, mirando por última vez mi cuarto, al que ahora abandono por nuestra seguridad, la de mi padre, la de mi hermano y la mía. O eso es lo que mi hermano cree.

Mi padre y yo sabemos perfectamente el porqué nos vamos, pero es algo de lo que hemos prometido no hablar. Él siempre dice que dejemos el pasado atrás, y eso vamos a hacer.

Cojo mi maleta y salgo de la habitación. Seguido, sin mirar atrás, salgo de la casa. Me dirijo al coche negro que hay frente la casa, el cual está debajo de una farola iluminando éste, y subo en él dejando la maleta al chófer.

Nos dirigimos al aeropuerto en el cual cogería yo y mi hermano un avión privado que nos llevaría a no sé qué rincón del mundo, nuestro padre no nos dijo a dónde nos dirigíamos esta vez.

Noto que estamos en una pista, la cual está iluminada por unas luces haciendo así que no sea tan oscura. Aquí es donde cogeremos el avión. Me bajo del coche y voy al maletero para coger mi maleta y la de mi hermano.

—Ha sido un placer estar a su disposición señor Silvestri—se despide el chófer que llevaba con nosotros desde que tengo memoria.

—Muchas gracias por estar con nosotros Robert—le extiendo la mano para darnos un apretón amistoso el cual él acepta.

Veo como Noah, mi hermano, se despide de Robert con la mano y sube al avión. Le doy las maletas a un hombre que las pone en la parte de abajo del avión y subo las escaleras.

Entro en el avión y me siento en un asiento de cuero marrón delante de mi hermano. Miro por la ventanilla como trabajan las personas en la pista y como recogen la escalera por la que habíamos subido.

—¿Sabes cual es el peligro del que padre nos quiere proteger ahora?—pregunta la voz de mi hermano y giro mi cabeza hacia él.

—¿A qué te refieres?—pregunto como si no le entendiera.

—¿Por qué nos vamos?¿Por qué dejamos toda nuestra vida aquí?—sus ojos expresaban tristeza.

—No lo sé. Él dice que es por nuestra seguridad, así que tenemos que hacer lo que nos manda—intento zanjar.

—Es por mamá, ¿verdad?—intento que los ojos no se salgan de su órbita al escuchar a mi hermano hablar de nuestra difunta madre.

—Mamá no tiene nada que ver en ésto—vuelvo a dirigir mi mirada hacía fuera viendo como los motores están empezando a funcionar.

—Él se quiere alejar de todo lo que le recuerda a ella, por eso se ha unido a la MF—intenta encajar las piezas, pero esa no es la posición correcta, sin embargo, me sirve.

—Supongo que sí—digo para que crea que yo también pienso así.

—Ah, y por favor, no seas antisocial. Conoce a la gente Alexandro. Cómo dice padre; deja el pasado atrás—mi hermano gira su cabeza para ver el exterior.

Y eso es lo que voy a intentar hacer, dejar el pasado atrás.

El piloto da el aviso de que vamos a despegar por los altavoces del avión y empezamos a pasar por la pista hasta despegar.

[...]

Siento una mano sacudiendo mi cuerpo. Me cuesta un poco abrir los ojos,pero cuando los logro abrir veo a mi hermano. Me había dormido en el viaje.

La víbora Roja✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora