Capítulo 12

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Jessica Fernández

Voy devuelta al coche, subo en éste y, tras unos minutos, aparecen todos esos hombres que al principio venían conmigo. Ver a todos esos hombres trajeados me recuerda a una escena de alguna película de la cual no sé ni su nombre en la que, esos hombres, son peligrosos y, supuestamente, vienen a hacer una matanza. Todos entran en sus respectivos coches sin dirigirse a mí o siquiera abrir sus bocas. 

Alex entra al coche en el que me encuentro, se sienta al lado mío, mi padre va de copiloto. Nadie dice nada de lo sucedido anteriormente. Mi padre le dice al guardaespaldas que está en el asiento de conductor que se dirija a nuestra casa. 

No sé qué emoción estoy experimentando, quiero llegar a mi casa y poner la música a todo volumen, también quiero desaparecer del mundo, quiero tirarme en la cama y perderme en el mundo de los sueños, pero eso no lo haré. Mi mente está en todo lo que quiero hacer pero, o me da flojera o simplemente, de repente, dejo de querer hacerlo. Llegamos a mi casa, nada más el coche aparca, sin dejar que el motor se apague, bajo del coche y me dirijo a la puerta de la entrada de ésta. 

—¿Quieres que me quede?—pregunta Alex antes de que entre en la casa, yo me paro y giro sobre mis talones.

—Vete a tu casa Alex.

Si dice algo no lo escucho, tampoco presto atención. Quiero llegar lo antes posible a mi habitación, ponerme a leer y olvidarme de este mundo. Y eso hago, llego a la habitación y cojo uno de los libros de la estantería. Me quito los tenis y me siento en el puf que hay en una esquina de la habitación. 

Me pierdo en la historia hasta que me quedo sin luz. Cierro el libro y lo guardo en la estantería donde mismo estaba. Cojo del vestidor una blusa larga negra y entro al baño, me desvisto y entro a la ducha. Abro el agua y dejo que el agua fría del principio corra por todo mi cuerpo a excepción del pelo. Poco a poco el agua se va volviendo más caliente relajando así los músculos de mi cuerpo. 

Salgo de la ducha, me seco y me pongo la camisa larga sin ropa interior debajo de ésta. Salgo del baño y me meto en la cama tapándome solo con una sábana. 

[...]

—¿Quieres helado con la tarta?—me pregunta con voz dulce, yo asiento. 

—Si, gra...ma...i

La imagen se comienza a distorsionar y poner oscura. La niña desaparece, a la vez que la mujer que estaba sirviendo el helado en un plato con tarta.

Me despierto abriendo de golpe los ojos. Odio tener estos recuerdos, o sueños. Ya hace tanto tiempo desde...que ya apenas me quedan recuerdos, o los que tengo pueden que sean falsos, creados por mi imaginación. No puedo asegurar que mis sueños sean recuerdos, al menos los ''recuerdos'' de antes de lo sucedido. Los que pertenecen a ese día, o días, los tengo bastante claros, como si hubiese sido el día anterior. 

Tras liberarse mi mente de ese sueño, recuerdo lo que no quería recordar, lo que llevaba semanas intentando quitar de mis pensamientos:

Hoy es mi cumpleaños. 

Y lo peor de todo, es 5 de mayo, un domingo y por lo tanto, el día de la madre. Es la desgracia de cumplir la primera semana de mayo, al menos la mía.Todos los años odio mi cumpleaños, pero este año, justo cuando coincide en domingo, lo odio aun más. 

Quito la sábana que hay encima de mi cuerpo y salgo de la cama. Miro el reloj digital que hay encima de mi mesa de noche; 7:20am.

Genial, aparte de dormir mal me despierto temprano. 

Seguro que es por la emoción.

Oh no, tú no, no me jodas más el día y desaparece. 

Si tú lo dices, feliz cumpleaños y hasta dentro de un rato. 

La víbora Roja✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora