Capítulo 9

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Jessica Fernández

Me despierto cuando un rayo de sol entra por la puerta de cristal del balcón y encuentra mis ojos cerrados. Me siento demasiado bien, normalmente me despierto sin importar que pase ese día, es uno más hasta que muera, pero ese bienestar no dura mucho porque comienzo a recordar la charla que tuve conmigo misma en la madrugada tras despertarme alterada por los malditos recuerdos de mi pasado. 

A mi mente llega la imagen de Alex durmiendo plácidamente en la cama mientras dejaba que las palabras salieran, expresando así lo que creí que nunca diría. Se me forma una pequeña sonrisa ante el recuerdo del chico que duerme a mi lado. 

No me apetece confirmar o negar si siento algo por él. Si bajo voluntariamente las barreras que tantas lagrimas me costó levantar al rededor de mis sentimientos más frágiles, para que él después pueda destruirlos, si le apetece, desde el interior pudiéndome dejar destrozada... No puedo dejar que me destruyan, no otra vez. 

Él puede hacerte sentir muy bien.

Lo sé y tengo miedo por ello ¿Y si se va de mi lado podré seguir sintiendo ese bienestar?

Solo hay una forma de saberlo.

Mi poca consciencia zanja la pequeña charla mental. Sobo mis ojos para terminar de despertarme y los abro poco a poco para acostumbrarme a la claridad del día. 

A mi espalda está el castaño de preciosos ojos azules, los cuales están cerrados pues él sigue durmiendo. Su cara muestra tranquilidad, sus labios están un poco abiertos, su pelo revuelto y su respiración pausada. Una de sus manos está en mi cintura y la otra debajo de mi cabeza, yo estoy de espaldas a él. Alex me pega un poco más a su torso desnudo a la vez que suelta aire sonoramente por la nariz. 

Siento su torso cálido, reconfortante. Su respiración en mi nuca, después planta un beso en ella que me hace saber que está despierto. 

—Buenos días pequeña psicópata—su voz es ronca y hace que mi cerebro cree dopamina. 

Dopamina, comúnmente conocida como la hormona de la felicidad. 

—Buenos días daddy—mi voz no está tan ronca como la suya pero si un poco por llevar horas sin usarla. 

Quita el brazo que envuelve mi cintura y noto como se estira hacia atrás, se vuelve a poner como antes apoyando el mismo brazo en mi cintura, ahora en su mano está su móvil. Enciende la pantalla y puedo ver varios mensajes, lo desbloquea con la huella y lee los mensajes:

Catriel

Nos vemos a las 9:00 para desayunar   8:01

Tengo que hablar con Jessica   8:15

¿Donde estáis?   8:30

Miro la hora en el móvil de Alex; 8:46

—Tenemos que irnos—digo saliendo del agarre del castaño. 

Cojo de la maleta un biquini color coral, unos pantalones cortos blancos y un top color mostaza. Entro al baño cerrando la puerta tras de mi y me cambio. Salgo del baño y Alex entra en él. Me pongo unos tenis blancos, abro la puerta del balcón y entro en él. 

El aire cálido de la mañana sacude mi pelo, se huelen las flores de la primavera que me crean una tos ligera, carraspeo un poco la garganta y respiro pausadamente. Y ahora me permito pensar en mi decisión:

¿Bajo las barreras o no?

Hazlo.

¿Y si no sé como hacerlo?

La víbora Roja✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora