*Contiene violencia*
Jessica Fernández
Mi cabeza duele y da vueltas por lo mareada que estoy. En mis oídos hay un ligero pitido y doy gracias que sólo sea ligero. Mi humor no es del todo bueno cuando me duele la cabeza.
Intento moverme pero es imposible.
Levanto la cabeza sin abrir los ojos y siento como mi estómago se contrae con intención de vomitar, pero, por muy asqueroso que sea, lo devuelvo a su sitio tragando en seco pues mi boca está seca. Mi cuello está contracturado y lo muevo lentamente hacia los lados para que truene pero sin que me maree.
Se escucha como truena mi cuello y al ponerlo recto siento que está un poco más aliviado.
Abro poco a poco mis ojos y, cuando dejo de ver borroso, veo que me encuentro en un espacio abierto con mucho polvo. Posiblemente es un estadio de fútbol abandonado, por la cantidad de tierra sin nada de hierba que hay en el campo.
La lluvia no se puede colar por ningún lado debido a que el techo del estadio está completamente tapado no permitiendo regar la tierra para que crezca la vegetación. Seguramente hace muchos años atrás que esto no se usa.
Se puede notar el paso del tiempo en los asientos, los cuales faltan muchos de ellos, en los grafitis con declaraciones de amor o simples dibujos antiguos que hay en las paredes grises y ennegrecidas.
A la vista no hay nadie a quien poder gritar. Las luces del estadio están encendidas hacia el campo, pero en mi campo de visión no hay nadie.
—Hace mucho que no nos veíamos—dicen en francés detrás de mi.
Cierro mis ojos y, lo que nunca he hecho en mi vida, comienzo a rezar para que no sea él.
—Oh pequeña—las arcadas vuelven a mi ante el pequeña en su voz.
Eurydice se coloca enfrente mío. Lleva una mano a mi mentón y me levanta la cara para que le mire, pero yo mantengo los ojos cerrados.
—Mírame niña—me ordena.
Concentro toda la ira que tengo en mi cuerpo y le miro a los ojos, bueno, al ojo. Si las miradas matasen él estaría a 20 metros bajo tierra, pero no es el caso. Se me forma una pequeña sonrisa al ver que tapa su ojo nulo con un parche, y lo mejor de esto es que había sido yo la causante de que él fuese tuerto.
Eurydice me da una cachetada con su mano derecha causando así que mi cara gire bruscamente y mi mejilla duela. Sonrío por su acto y vuelvo a mirarle.
Siento el sabor típico de la sangre, hierro, y lamo mi labio recogiendo toda la sangre de éste. Sonrío ante el tremendo guantazo, que me partió el labio, para borrarme la sonrisa, cosa que como ve, no le funcionó.
—¿Qué te pasa niña?—pregunta él frunciendo el ceño—¿Acaso no sabes cuándo debes comportarte?
—Vete a la mierda—le digo en español sonriendo.
Acumulo saliva mezclada con la sangre y le escupo en su cara, pues tengo buena puntería y él está lo suficiente cerca para recibir la mezcla en la nariz y en la boca. Eurydice saca un pañuelo del interior de su chaqueta y se limpia la cara.
Mi sonrisa no se borra, pues por mucho que me hiciese algo no mostraría ninguna señal de dolor.
Tira el pañuelo a la tierra y lleva su mano a su espalda. Cuando la regresa tiene una jeringuilla con aguja en la mano. Puedo ver el líquido amarillento en su interior y se perfectamente qué es:
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La víbora Roja✔️
ActionANTERIORMENTE: Jugando contigo [COMPLETA] Libro #1 de la Bilogía Legado +21 Ser la hija de uno de los mafiosos más importantes del mundo crea muchos enemigos, y más si se comete un error. Jessica ha sido la perjudicada del error de su padre causando...