Kisses

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Horacio siempre tuvo la costumbre dejar pequeños besos por el rostro y con su pareja actual no cambió.

Escuchó el despertador y abrió los ojos de golpe. Estiró su brazo para apagarlo y volvió a la posición en donde estaba.

Unos brazos rodeaban su cuerpo haciendo que no pudiese salir de la cama. Se hundió en las sábanas sintiendo la respiración del ruso en su cuello.

Iba a dormirse de nuevo pero la voz de su pareja interrumpió su tarea.

—Hay que ir a trabajar. —Murmuró adormilado mientras deshacía el abrazo.

—¿No podemos tomarnos un día de descanso? —Susurró dándose la vuelta para apreciar aquel rostro. Tenía los ojos cerrados, el pelo despeinado y un pequeño hilo de saliva caía por su comisura. Era hermoso a sus ojos.

—No, ya en un mes tendremos nuestras vacaciones. —Respondió levantándose de la cama. Horacio hizo lo mismo estirando sus brazos.

—Iré a hacer el desayuno, tu ve a bañarte. —Le dijo suave mientras caminaba hacia él. Le dejó un pequeño beso en la coronilla y salió de la habitación.

Luego de que el de cresta desapareciera de su vista, Volkov se lanzó hacia la cama y cerró los ojos de nuevo.

Solo cinco minutos más.

—Viktor, ¿ya terminaste? Es que ya está el desayuno... —Entró a la habitación nuevamente y se encontró con un ruso dormido.

Caminó despacio hacía la cama y se tiró encima de él.

—¡Ah! ¡Horacio! —Exclamó el más bajo asustado. —Pesas demasiado. —Murmuró divertido y a la vez con dificultad.

—Ah, ¿si? Pues lo hubieses pensado antes de dormirte. —Apoyó sus codos a los costados de su cabeza. Sin pensarlo unieron sus labios en un corto beso. —Apestas.

—Tú también. —Arrugó ligeramente la nariz mientras sonreía un poco.

Salió de la cama y se fue de nuevo a la cocina.

Unos minutos después vio al más bajo con su uniforme puesto y sonrió abiertamente. Ya había terminado su desayuno así que se levantó de la silla y camino hacía su pareja.

—Andas muy cariñoso. —Comentó mientras recibía todos los besos que le daba el contrario. —Vete a bañar que ahora el que apesta eres tú.

—Ya voy, ya voy. —Murmuró distraido con el ruso. Dejó un último beso en el cabello del más bajo y se fue al baño.

Volkov suspiró. Le encantaba empezar las mañanas así.

El día transcurrió con normalidad. No se vieron mucho por la ciudad pero siempre estaban atentos a las alertas por si algo le sucedía al otro.

Puede que por la ciudad sean los hombres más temidos y serios pero en la intimidad de su hogar podían mostrar una faceta diferente que solo ellos dos sabían de ella.

Horacio había salido de servicio antes que Volkov, por lo que cuando él llegó, se lo encontró tendido en el sofá con su celular.

—Hey. —Le tocó suavemente el hombro para llamar su atención y este pegó un salto. Rápidamente se quitó los audífonos.

—Joder, me asustaste. —Se levantó del sofá con una mano en su pecho. Con su otro brazo rodeó los hombros del ruso para acercarlo y dejarle en beso en la sien. —¿Qué tal tu día?

—Podría decir que bien. Patrullaje como lo de siempre, denuncias y algún que otro estúpido de turno. —Le escuchó reirse y se giró para mirarlo. Subió un poco la mirada para ver su rostro y el contrario dejó la risa para observarlo extrañado.

—¿Pasa algo? Es que-

Unos labios atacaron los suyos y unas manos rodearon su cintura. Se sorprendió por unos segundos pero no tardó en reaccionar y seguir el beso. El ruso se puso de puntas de pie para estar más cómodo y llegar a sus labios.

Luego de separarse, Horacio dejó un pequeño beso en la frente del otro y sonrió.

—Parece que no soy el único que está cariñoso hoy. —Bromeó aún pegados.

—Es que tengo hambre. —Dijo una excusa tonta mientras que el contrario subía sus brazos y lo apretaba a su cuerpo. Él solo apoyó su cabeza en su hombro.

Antes odiaba el contacto físico y los abrazos pero con el tiempo viviendo con Horacio, algunas cosas habían cambiado.

Estuvieron así por un tiempo hasta que fueron a la cocina. El moreno buscó el delantal que tenían y se lo colocó.

—¿Estás seguro de que no quieres pedir comida? —Preguntó Volkov apoyándose en la barra de la cocina mientras veía a su pareja encender el horno.

—Vik, siempre pedimos comida chatarra. Si seguimos así nos va a dar un ataque al corazón. —Le explicó mientras abría el aceite. —¡Además! Soy buenísimo cocinando.

—Horacio... el otro día explotaste el microondas porque metiste aluminio. —Respondió divertido apoyando su cabeza en la palma de su mano.

—¡Detalles! Tú confía en mí que saldrá increíble.

Se quemó la comida.

Había seguido todas las instrucciones y lo había hecho perfecto pero luego de meterlo al horno, se olvidó completamente de ella.

Ambos habían vuelto al sofá para hablar tranquilamente de lo que había ocurrido en su día. Entre beso y beso, el tiempo pasó volando.

—Oye, ¿qué es ese olor?

Unos segundos después se levantaron corriendo para ir a la cocina. Horacio abrió el horno y se encontró con un gran humo que salía de ahí. Tomó el guante y rápidamente sacó la bandeja.

Aquellos bocadillos que habia hecho estaban negros y duros. Se miraron a la vez y suspiraron.

—Voy a pedir comida china. —Comentó el ruso buscando su celular y el de cresta asintió. Cuando volvió a la cocina se encontró a Horacio apoyado en la encimera desanimado. —No te preocupes por eso, pasa siempre.

El moreno alzó la mirada del suelo y le regaló una pequeña sonrisa. El ruso recordó porque estaba enamorado de esa persona.

—Yo... quería hacer algo lindo pero salió todo mal. —Volkov se posicionó entre las piernas del más alto y lo tomó de la barbilla para que lo mirara a los ojos.

—Horacio, eso no importa. ¿Crees que te dejaría solo porque quemas unos bocadillos? —Le preguntó alzando una ceja y el de cresta escondió su rostro en el cuello del contrario. Le dejó pequeños besos en el cuello y hombro mientras lo abrazaba de nuevo. —Venga volvamos al sofá a esperar la comida.

El otro asintió con una sonrisa y dejó por última vez un beso en la mejilla.

Puede que cometan errores y tengan algunos desacuerdos de vez en cuando, pero sabían que el otro siempre iba a estar ahí cuando lo necesitaran.

『 Fin 』

Some Volkacio And Something ElseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora