Let me help you

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Desperezándose abrió los ojos lentamente. Cuando se levantó de la cama, dejó salir un bostezo.

Llevó una mano a su cresta despeinada y miró el reloj.

9:00 AM.

Abrió los ojos de golpe y corrió al baño a tomar una ducha rápida. Llegaría tarde al trabajo de nuevo.

Salió del baño y recogió unos pantalones que habían en el suelo, buscó su camiseta y, mientras se movía se colocó sus botas.

Tomó la chaqueta del FBI y salió de su habitación. Bajó las escaleras de dos en dos con pasos apresurados pero se topó con Volkov que estaba con el control remoto buscando alguna serie en el televisor y sostenía una taza de café.

—¡Horacio! ¿No es muy tarde para el trabajo? —preguntó bebiendo su café observando como el moreno corría por todos lados buscando sus cosas.

—¡Si! ¡Muy tarde! —exclamó tomando las llaves de su coche—. ¡Hay comida en el refrigerador y siéntete como en casa! —repitió lo mismo que decía todas las mañanas desde que el ruso se había ido a vivir con él.

—Si, si —dijo divertido viendo como se iba de la casa.

Dejó la taza en la mesilla de la sala de estar y observó el lugar. Notó algo negro en la mesa y se acercó a ver que era. Lo tomó con una mano y se dio cuenta que era la máscara del de cresta.

Trotó rápidamente hacía la entrada y abrió la puerta para ver si el moreno no se había ido aún. Como todavía seguía en su coche, lo llamó.

—¡Horacio! ¡Te olvidas de la máscara! —gritó alzando el brazo para que el contrario viera la máscara de llevaba en su mano.

—¡Lánzala! —gritó de vuelta saliendo del coche y levantando sus manos para atrapar el objeto. Volkov hizo caso y se la lanzó con fuerza haciendo que el federal la tomara fácilmente—. ¡Gracias!

Prendió el motor y apretó al acelerador hasta que se fue a su casa. Volkov se apoyó en el umbral y cuando el auto desapareció de su visual, entró de nuevo a la casa.

Tomó su café y se sentó en sofá. La verdad es que no le apetecía salir a la calle ese día. El calor era insoportable y salir sería la muerte segura.

Además, tenía que ordenar su cabeza y tomar una desición.

¿Arriesgarse y quedarse en Los Santos o irse lejos de ahí?

Tenía tanta mierda en su cabeza que se le hacía imposible pensar con claridad y mucho menos tomar una decisión tan importante como esa.

Nauta, el perro de Horacio, interrumpió sus pensamientos cuando se subió al sofá a su lado. Estirando un brazo, acarició su suave pelaje haciendo que sacudiera feliz su cola.

Suspiró con una pequeña sonrisa y puso la serie que estaba viendo.

El día para Horacio pasó tan lento que fue una tortura. El calor no ayudaba a que su jornada terminara más rápido y la máscara se estaba volviendo insoportable.

—Solo un par de horas más —murmuró para si cansado de patrullar.

Llegar a casa luego de un día de trabajo cansador era una sensación maravillosa.

Bajó del coche quitándose la chaqueta y entró a casa para ir directamente a la ducha.

El agua fría caía sobre su espalda y se sentía tan bien que deseaba estar todo el día ahí. Pero de repente escuchó su estómago rugir y decidió cerrar el agua para bajar a comer algo.

Some Volkacio And Something ElseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora