Laundromat

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Eran las tres de la madrugada y Volkov entraba con un canasto en manos a una lavandería de autoservicio.

Al día siguiente tendría que viajar pero se había olvidado completamente de llevar a lavar unas prendas.

Abre la puerta de vidrio y entra a la tienda. Sin mirar a su alrededor y un tanto apresurado, va directamente a una lavadora vacía. Deja el canasto de plástico y lo deja en el suelo tomando la ropa y lanzándola en el interior de esta.

Una vez estuvo todo dentro, cerró la puerta y sacó un par de monedas de su bolsillo.

Colocó cincuenta centavos a la lavadora, puso el modo de lavado que quería y comenzó a trabajar sacudiendo la ropa dentro de ella.

Suspiró cansado y se dió la vuelta para sentarse en los asientos de plástico que habían en el medio pero se topó con una persona sentada en ellos al frente suya.

¿Cómo carajos no lo había visto antes?

El muchacho llevaba auriculares puestos y con la música tan alta que hasta él podía escucharlo.

Se sentó un poco alejado del desconocido y sacó su celular para revisar unas cosas. De vez en cuando lo miraba de reojo pero seguía en su posición moviendo su pie al ritmo de la música.

La apariencia del chico era… llamativa. Una gran cresta de color rosa, tatuajes por todo su cuerpo, piercings. Parecía una persona intimidante pero por sus audífonos se podía escuchar una melodía dulce y suave.

¿Acaso estaba escuchando "Honey honey" de Abba?

Lanzó una pequeña risa al pensar el contraste haciendo que el moreno intimidante se giraba hacia él. Volkov desvió la mirada y tragó saliva nervioso.

Carraspeó un par de veces y volvió a su celular pero aún así sentía los ojos del contrario.

Sintió una alarma de repente y alzó la mirada hacia la lavadora. Su ropa ya estaba limpia. Se levantó torpemente del asiento y se dirigió a donde estaba su ropa para sacarla y ponerla de nuevo en el canasto. Ahora tocaba secarla.

Pasó por delante del moreno tratando de no mirarlo y fue a una secadora libre. Hizo el mismo procedimiento que antes y cerró la puerta de un golpe.

Cuando bajó su mirada a su bolsillo, notó que el desconocido estaba a su lado revisando el secador en donde estaba su ropa.

Saltó asustado y retrocedió unos pasos. El moreno se sacó los auriculares y, lanzando una risa, miró extrañado al ruso.

—Perdón si te asusté, estaba revisando cuánto faltaba para que acabe —se disculpa divertido señalando el secador.

—No… no te preocupes —dice negando con la cabeza y caminando hacia un asiento en frente de donde estaba su ropa.

Vuelve a sacar su celular para disimular que estaba viendo ocupado pero de vez en cuando mira de reojo al de cresta. Este se había vuelto a poner los audífonos y había comenzado a bailar un poco.

Hacía pequeños pasos al ritmo de la música que no lograba escuchar. Iba de un lado a otro repitiendo pasos y recreando una pequeña coreografía.

Era hipnotizante.

Al parecer la canción iba subiendo de intensidad porque comenzó a saltar suavemente y a girar por toda la lavandería.

Volkov dejó de lado el celular y se dedicó a observar sus movimientos. Veía como se deslizaba por cada rincón, giraba con tanta destreza que parecía que alguien invisible lo tomaba de las manos y lo ayudaba a mantenerse en equilibrio.

Some Volkacio And Something ElseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora