Cleaning

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Era domingo de limpieza.

Horacio odiaba los domingo.

Volkov también pero sabía debían hacerlo porque sino quedarían atrapados en basura.

El ruso se removió en su cama mientras se despertaba poco a poco. Girándose un poco, se topó con un cuerpo cálido a su lado. Continuó girando hasta que por fin pegó su pecho a la espalda del moreno.

—Es día de limpieza —murmuró en su cabello suspirando al sentir el perfume del contrario—. Y la casa está hecha un desastre.

—La limpieza puede esperar —refunfuñó Horacio metiéndose aún más en las mantas y apretándose al cuerpo un poco frío del ruso—. Solo cinco… minutos más —bostezó tratando de volver a dormir.

Volkov, que no estaba del todo despierto aún, suspiró y cerró los ojos solo por unos minutos.

No se iba a dormir, pero se acurrucó al lado del de cresta.

No se iba a dormir, pero pasó una mano por la cintura del contrario.

No se iba a dormir, pero volvió a acostarse apoyando su cabeza en la almohada.

No se iba a dormir, pero el sueño le ganó y ambos terminaron durmiendo hasta el mediodía.

Horacio sintió su boca seca y abrió los ojos lentamente. La habitación estaba completamente a oscuras por lo que no sabía que hora era.

La cabeza le dolía un poco y se le había dormido el brazo.

Para él, eso significaba que había dormido bien.

Aún con los ojos entrecerrados, giró sobre si mismo buscando con la mirada a Volkov que estaba durmiendo acurrucado en el borde de la cama.

Se arrastró un poco hasta acercarse a él, abrazándolo y alejándolo del borde del colchón para que no se cayera.

—¿No que hoy era día de limpieza? —se burló el moreno apoyando un codo.

El ruso abrió los ojos de golpe al escucharlo dándose cuenta que se había dormido.

—¿Qué hora es? —preguntó con voz raposa estirando su brazo para prender el celular. Cuando vió la hora, casi se atraganta con su saliva—. ¡Es muy tarde! —exclamó intentando quitar las mantas enredadas de encima.

—¡Tranquilo! —respondió lanzando una risa ronca mientras que llevaba una mano al pecho del contrario—. No tenemos ninguna reunión ni nada importante. Podemos tomarnos todo el tiempo que queramos —susurró acercándose a su oído terminando de dejar un suave beso en su sien.

—Pero… —la frase murió al sentir un regadero de besos cortos recorriendo todo su rostro exceptuando su boca.

Levantó la mirada observando al hombre que tenía encima de él. Pasó sus ojos por sus mejillas con pecas que formaban una preciosa constelación.

Luego contempló sus ojos. Aquellos ojos tan peculiares y sumamente hermosos que podría estar toda una eternidad mirándolos y, aún así, encontraría nuevos detalles.

Llevó una mano y la posó sobre su mejilla que, con su pulgar, dibujó pequeños círculos en ella. Poco a poco bajó la mirada hacía sus labios que estaban un poco estirados debido a la sonrisa que había en su rostro.

Con delicadeza, acarició su comisura mirándolo completamente embobado.

Era tan… bello.

Se incorporó un poco para acercarse a él y poder alcanzar aquellos labios que ansiaba tocar con los suyos. Horacio, aún con su sonrisa, se arrimó también al ruso para besarlo. Volkov cerró lentamente los ojos al estar a tan solo unos centímetros de él.

Some Volkacio And Something ElseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora