Picnic

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Horacio entra apresurado a la habitación del hospital, en donde se encuentra Volkov, con una canasta en su mano.

El ruso levanta la vista hacia él y cierra el libro que estaba leyendo.

—¿Qué traes ahí? —pregunta curioso bajando un poco sus gafas de leer.

—¿Esto? —levanta la canasta y Volkov asiente—. Pues… pensé que sería una buena idea hacer un picnic —dice risueño dejando la canasta en la mesilla de luz.

—¿Picnic? —enarca una ceja divertido—. Horacio, estamos en el hospital, no en el parque.

—¿Y? —pregunta sacándole el libro de sus manos y acomodando el separador antes de cerrarlo—. Este picnic va a ser diferente y mucho mejor —sonríe y se separa de la camilla.

Busca en uno de los gabinetes de la habitación y hasta que encuentra lo que quería. Una bandeja de desayuno para cama. Se acerca a la camilla en donde está el ruso y coloca la bandeja en sus piernas.

—Esto no era necesario Horacio —dice observando con atención al moreno que iba de un lado a otro.

—Es muy necesario —responde sacando un mantel de picnic con cuadros rojos—. Además, todavía me debes esa cena —despliega el mantel sobre la bandeja y lo acomoda.

—Pero esto no es una cena —ríe divertido.

—Eso no importa —se encoge de hombros y Volkov se quita las gafas de leer—. Además, traje comida que puede comer un señor oxidado como tú —le regala una sonrisa y saca unos tuppers.

—¿Qué trajiste? —pregunta curioso levantando su cabeza para tratar de ver lo que había en la canasta.

—Comida de hospital pero mucho más rica —responde dejando unos tuppers y los abre de a poco—. Ensalada de frutas, puré de manzana, yogurt, algunas frutas, agua y, luego de negociar con Elena, pude traer un trozo de pastel —sonríe orgulloso dejando toda la comida en la bandeja.

Volkov observa toda la comida boquiabierto y mira a Horacio sorprendido.

—No podré comer todo eso yo solo —murmura.

—¿Y yo estoy pintado o qué? —pregunta con una sonrisa y acerca la silla a él.

El moreno busca unas cosas más en la canasta y Viktor se acomoda en la cama para quedar sentado hasta que de repente escucha su estómago rugir. Horacio se gira y ríe suave.

—¿No has comido? —pregunta y el ruso niega con la cabeza antes de tomar un tenedor y el tupper en donde estaba la ensalada de frutas.

El de cresta vuelve a su asiento y toma una pequeña cuchara para comer el yogurt.

Se quedan en silencio un par de minutos disfrutando de su comida hasta que Volkov deja la ensalada de lado.

—¿Has descubierto algo? —le pregunta al moreno y él solo niega con la cabeza llevando la cuchara a su boca.

—No sé si deberíamos hablar de eso ahora —murmura desviando la mirada—. ¿Qué tal la ensalada? Casi me dejo un dedo cortando las frutas —Volkov frunce el ceño y luego hace una mueca llevando su mirada hacia la mano del moreno y este suelta una carcajada—. ¡Es broma! ¡Es broma!

—Está rico —admite en voz alta—. ¿Hiciste todo tú?

—Todo no pero si la mayoría —asiente con una sonrisa orgullosa—. El pastel, la ensalada y el puré de manzana lo hice yo.

—¿El pastel lo hiciste tú? —pregunta sorprendido y él asiente de nuevo llevando la cuchara llena de yogurt a su boca.

—Seguí una receta que me envió Elena para señores mayores como tú —Volkov rueda los ojos al escucharlo—. ¿Quieres probarlo?

Some Volkacio And Something ElseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora