VORMIR

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Steve vio por última vez a sus amigos antes de que el traje cuántico se activara y regresara a devolver las gemas. Paró solamente cuando llegó a Vormir.

Le había dado vueltas a la propuesta en su cabeza reiteradas veces, pensando que podría ser efectivo. Antes de partir le dijo a Sam que si los hechos cambiaban al regresar, el escudo quedaba a su cargo. Confiaba en él plenamente; más no en él mismo. Estaba seguro de que podría regresar, simplemente no tenía la certeza de las condiciones en las cuales se podría encontrar. Lo que pedía era no volver solo. 

No sabía lo que hallaría al estar en la cima, una vez allí tuvo que pelear con un sinfín de monstruos que nunca antes había visto. Vormir era desolado, frío... Imaginó a Natasha repitiendo ese mismo procedimiento; temblorosa y angustiada sin conocer el trágico final hasta que tuvo que tomar una decisión. Lo llenaba de dolor el imaginarlo, así como sintió a su alma desgarrarse en el momento en que Clint volvió sin ella. 

Escaló y escaló mientras recordaba: Ella y él eran amigos, los mejores; pero también algo más que eso. Era más fuerte que ambos, lo sentían en su pecho. Ella le dijo que necesitaba una vida, a él no le alcanzó la suficiente para lograr decirle que quería una vida; pero con ella. Durante esos cinco años, se habían mantenido ocupados recuperando el calor en sus cuerpos cuando se enfriaron luego de la guerra en Wakanda. Parecían entenderse de ese modo, cuando sus manos hablaban en la oscuridad de la habitación. Eran cómplices, amantes y amigos. A Steve le hubiera gustado ser más que eso. Prometieron que después de recuperarlos a todos, sería diferente; lo cierto y a la vez devastador, era que ella no estaba para poder cumplirlo. Recordaba también haber destrozado todo a su paso, no dejar un solo objeto en buen estado dentro de su habitación; terminando por ocupar la de ella la cuál dejó inmaculada. Justo allí, con su última esperanza y el corazón en la mano, se aventuró hacia el espectro flotante que le daba la bienvenida.

— Steven, hijo de Joseph.

Reconoció la voz y el rostro que se mantenía impasible, apretó los puños intentando disipar el rencor; pero su mandíbula tensa hizo que el tono de su voz fuera poco amistoso, al igual que sus gestos.

— Red Skull. ¿Qué haces aquí?— murmuró, apretando los dientes; confundido. 

— Soy el guardián de la gema... Guio a otros hacia un tesoro que no puedo poseer. Soy solo un esclavo del poder, un fantasma... Debo suponer que tu presencia aquí es por eso, vienes por la gema. No está, alguien ya la tomó mucho antes que tú. Hizo un noble sacrificio.

Steve no quiso pensar que era Natasha, pero su enemigo pareció haberlo descubierto demasiado pronto al notar la palidez de su semblante y el borde rojizo de sus ojos. 

— Ella era pura, dio su vida por la causa. Tenía la belleza de una diosa y la fuerza de un gigante. Natalia... Natasha, era desinteresada. Por esa razón, el sacrificio fue exitoso. 

— Ella no debía de morir, fue un error.

— No hay error, viejo amigo— susurró con malicia, a pesar de que lo anteriormente dicho, era cierto—. Fue ella quien lo quiso así.

— Vengo a recuperarla.

— Eso es imposible, no se puede revertir el cambio.

— Te entregaré la gema, si me la devuelves. Es un trato justo— pidió al borde de la desesperación— ¡Por favor, ella lo vale!.. Es la única razón por la que estoy aquí; implorándote.

El espectro se mantuvo imparcial e impasible, lo observó y sintió la energía que emanaba de su cuerpo. Era un deseo de corazón, era una causa noble; pero no era así como funcionaba. Por supuesto que podría hacer una excepción, pero con sus condiciones. Si tanto lo anhelaba, sabría lo que se sentiría estar atrapado en su propia mente.

Pudo vengarse, pudo decirle que no había modo de traer de vuelta a la chica, pero la propuesta era válida. Tendría que nadar desde lo más profundo de su ser por llegar a la superficie, y nada le aseguraba cuánto duraría.

— Acércate y arrójate con la gema al abismo.

— ¿Me aseguras de que ella volverá?

— Lo hará, pero he de decir que no la encontraras tan fácil. No se sabe dónde podría aparecer. ¿Estás dispuesto a buscarla por tanto tiempo?

— Iría hasta el fin del mundo...

El espectro asintió, guiándolo al lugar de donde ella se había arrojado. Su cuerpo ya no estaba más. Steve sintió el vacío y un impulso de postrarse de rodillas mientas contemplaba el abismo. Ella simplemente había saltado...Si él no podía dejar de imaginarlo, no quería pensar en cómo se habría de sentir Barton al verla a los ojos por última vez y vivir con la culpa. 

— La gema revierte el daño en tu cuerpo, es como si volvieras a nacer. Tus recuerdos estarán ahí; más lo que hayas hecho en el pasado habrá desaparecido; todo recuerdo doloroso o físico será borrado. 

Steve no sabía descifrar si aquello era una metáfora. Se preguntó a sí mismo si estaba listo. Entonces pensó en ella, y no le importaba rastrearla incluso en el lugar más recóndito, solo la quería recuperar. Natasha no pensó en sí misma antes de sacrificarse por el mundo. Ella salvó el mundo. Ella. Natasha Romanoff. No los vengadores... Sin su Nat, nada de eso hubiese sido posible. 

Tomó la gema con fuerza y se giró una última vez para observarlo antes de saltar aun de espaldas hacia el precipicio.

La caída era lenta, y cuando abrió los ojos pudo ver el cielo y el paisaje que se iba perdiendo. Nunca había tenido una vista como esa.

Despertó sin la gema en las manos, rodeado de agua, nunca sintió el impacto y estaba  confundido; pero casi seguro de que aquel intercambio había sido efectuado. Se levantó cansado, mareado y la respiración parecía acortarse a pesar del latido desmedido de su corazón que retumbaba en sus oídos. Rápidamente, presionó el botón de su traje.

Cuando volvió a las afueras del complejo, sentía su cuerpo débil como la primera vez antes del suero, su pulso comenzaba a descender y su cabeza daba vueltas. Buscó a sus amigos con la mirada algo desorbitada, tomando grandes bocanadas de aire.

—¿Cap?, ¿Steve, estás bien? ¿Pudiste devolver la gema?— la voz de bruce se escuchaba lejana y pronto sintió a Sam sujetarlo de los brazos.

—¿Steve..?— ya no oía la voz de Bucky...

— El intercambio—apenas pudo decir en un susurro—. Un alma por otra alma— dedicó su última mirada a Sam; confiando en él—. Toma el escudo, ella está viva. —la oscuridad lo envolvió después de eso, Steve cerró sus ojos y se desplomó sobre el suelo.

— Rápido, necesitamos atenderlo, ¡Ya! — exigió Sam.

— Aún tiene pulso.— sostuvo el doctor Banner. 

— Bruce... ¿Qué podemos hacer?

— Está respirando, será mejor atenderlo cuanto antes.

𝙍𝙀𝙏𝙐𝙍𝙉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora