DIECISIETE

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Disclaimer: la obra es completamente de mi autoría, tomando elementos de Avengers endgame y la serie falcon y el soldado del invierno. Prohibida su copia u adaptaciones.

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Natasha lo estaba observando, recostada contra el lugar que Steve dejó vacío a su lado. Él se estaba ajustando la corbata y luego se colocó la chaqueta de su traje militar. Él parecía imperturbable y Natasha no comprendía cómo. Ella misma no había podido conciliar el sueño del todo pensando que sucedería a continuación y la mañana había llegado demasiado pronto.

Si bien estaba viva y estaba a punto de enfrentar al gobierno, eso no quería decir que estuviera preparada. Las circunstancias toda su vida le enseñaron a estarlo...pero ahora era distinto. Ahora sentía la ansiedad revoloteando es su estómago. Y cuando quería deshacerse del sentimiento, se atascaba como un nudo en su garganta.

—No creo que quieras ir al senado a medio vestir.

—Si este asunto no fuera importante, no me hubiera molestado siquiera en colocarme la ropa interior.

Steve le sonrió y se acercó para besar su frente. Sus labios se posaron delicadamente sobre ella, causándole un cosquilleo ligero. Steve no tenía noción de lo reconfortante que podía llegar a ser su presencia para ella, un apretón de manos o simplemente un beso. Era saber que no estaba sola, que él se mantendría firme a su lado.

—Ni siquiera sé dónde están mis zapatos.

Steve dio media vuelta a lo que ella se preguntó ¿A dónde demonios iba? Pero casi al instante regresó con una caja entre sus manos. Allí dentro estaban sus tacones favoritos, un par de clásicos negros.

—Los conservé al igual que el resto de tus cosas. Me alegro de que hayas vuelto a por ellas. Hubiera odiado tener que donarlas.

—Yo te hubiera odiado si regalabas estos.

Natasha le señaló los zapatos. Steve se agachó tomando uno de los tacones y encajándolo en su pie, luego siguió con el otro. Y Natasha se sintió querida, valorada, importante. Steve la cuidaba como si su lugar perteneciera a dentro de una caja de cristal. No quería que el mundo la contaminara ahora, no quería que nadie le hiciera daño. Y él la protegería hasta con su último aliento. Y quizá eso era lo que Natasha esperó toda su vida. Que alguien se preocupara por ella.

En ese momento, acarició sus hombros tensos y se apoyó en él; automáticamente, Steve tomó sus manos y dejó suaves besos en las puntas de sus dedos.

—Gracias, soldado.

—No hay de qué, preciosa.

Él acarició su rostro, su mirada parecía un poco más lejana que hace un instante. Como si Steve quisiera ver a través ella y de pronto, se desviaba.

—¿Cómo te sientes con todo esto?—Natasha le preguntó.

—Solo quiero que acabe— respondió con voz pausada—. El destino del escudo no puede volver a caer en manos equivocadas.

—Y has pensado en alguien ya, ¿No es así?—le leyó la mente, cómplice.

—No sé si él quiera hacer esto. Por algo acabó en manos de Walker la primera vez. No podría obligarlo si no es lo que desea. Pero lo he visto...Si no fuera digno del escudo tal vez consideraría solo hacerlo a un lado.

—Pero no puedes—Natasha negó con un movimiento de la cabeza—. El mundo necesita un capitán, Steve— suspiró—. Escucha, pocas personas son aquellas a las que yo considero dignas, y no hablo de mí, hablo de ti. Para ti. Y una de ellas es Sam. Si tu no hubieras confiado en él primero, yo no lo habría hecho; eres su ejemplo Steve, él te seguirá a donde vayas, conoce la lealtad. Es humano, cometerá errores más grandes que este y estoy segura de que sabrá como repararlos. Solo necesita confiar en sí mismo.

𝙍𝙀𝙏𝙐𝙍𝙉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora