OCHO

1K 142 52
                                    

Disclaimer: la obra es completamente de mi autoría, tomando elementos de Avengers endgame y la serie falcon y el soldado del invierno. Prohibida su copia u adaptaciones.

•••

Nunca pensó que Steve tendría la habilidad de leer su cuerpo tan bien al igual del mismo modo en que leía lo que guardaba en lo profundo de su mirada. Al final del día habían terminado en su cama, con él acariciando su piel con la punta de su nariz y las yemas cálidas de sus dedos; trazando un camino de fuego sobre esta. Le fascinaba que fuera tan ligero como una pluma y tan estremecedor que la hacía vibrar. En ningún momento se dijeron nada; ni al empezar, ni al acabar. No habían soltado más que suspiros segundos antes de que sus labios volvieran a unirse con familiaridad y sus cuerpos volvieran a reaccionar con la misma pasión desenfrenada, para que finalmente se trataran de la misma forma en la que siempre lo habían hecho: siendo amigos y cómplices, aunque tuvieron que añadirle el título de amantes a la lista. Ninguno estaba disconforme.

Natasha no se reprimía si quería sentirlo y Steve estaba dispuesto a complacerla, a adorarla, a quererla al igual que ella aunque no se lo dijera en voz alta; pero lo sabían, en el fondo de su corazón, se pertenecían.

Steve hundió su rostro entre sus mechones rojos y las manos suaves de Natasha viajaban por su espalda fornida; tocando con delicadeza y haciéndolo jadear.

Estaban bien, estaban en casa. Sosteniéndose para no dejarse caer.

Natasha despertó de golpe sintiendo el frío atravesarla como dagas, era a causa de la ventana abierta. El clima era húmedo y los vidrios se empañaron con la niebla. Cuando el autobús llegó a su destino final, sus botas aterrizaron pesadas sobre el suelo y salpicaba el agua de los charcos a su alrededor al comenzar a caminar. Estaba sola otra vez y no había nadie que la sostenga. Al menos no hasta que cumpliera su misión.

El viaje hasta Singapur había sido agotador, demasiado largo como para soportarlo y su estómago se estaba revolviendo ya, lo cual le dejaba pocas ganas de seguir; pero debía de hacerse paso entre la gente, la cual no se veía del todo amigable... Solo para saber la ubicación exacta del lugar que buscaba. Solo tenía la seguridad de que a unos kilómetros más se encontraba Sumatra y esa no era una opción.

Se cubrió la cabeza con la capucha de la sudadera y fue sigilosa en medio de la noche, no quería desentonar aunque ya tenía las miradas puestas sobre ella y eso que no llevaba mucho equipaje; más que un simple bolso pequeño.

Arribó hasta una calle algo más solitaria además algunos tipos que rodeaban la esquina y fumaban un par de cigarrillos. Pensó que no sería problema esquivarlos, al parecer se equivocó cuando trató de cruzar al frente.

— Mira nada más... ¿Estás perdida, preciosa? Podría hacerte compañía.

Natasha oyó una voz grave tras de sí, incluso sintió al tipo casi respirándole en el cuello. Se quedó muy, muy quieta; descifrando el sonido exacto en cuanto la mano del hombre chocó los cinco con alguno de los que le hacían compañía, luego esa misma mano se aferró a su cintura y un poco más abajo; apretando a su gusto. Eso desató la risa y silbidos del resto del grupo, era buena con los idiomas y entendió a la perfección un: "Bien hecho" como si ella fuese una especie de reto y tocarla significara estar cerca del premio mayor.

Lo lamentaba por ellos. No tenían ni idea de dónde se habían metido.

Ninguno pudo advertir el momento en que Natasha giró y con rudeza atrapó la muñeca del tipo, él trató de tirar para poder zafarse, pero al parecer la fuerza de la pelirroja fue superior en cuanto sus finos dedos presionaron alrededor y torcieron la muñeca hacia a un lado; arrancándole un grito de dolor tan agudo que asombró a los demás en cuando desvió el hueso. Natasha giró sobre sus talones y aplicó una llave que sin el mayor esfuerzo lo dejó en el suelo.

𝙍𝙀𝙏𝙐𝙍𝙉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora