DIEZ

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Disclaimer: la obra es completamente de mi autoría, tomando elementos de Avengers endgame y la serie falcon y el soldado del invierno. Prohibida su copia u adaptaciones.

•••

No existía, para Sam, un viaje más tedioso que el que acababa de realizar. Sentía que habían decidido azotarlo con un bate de beisbol y sus huesos se volvieron polvo al impacto. Reclinó su espalda hacia atrás en el respaldo del auto.

—Oh, carajo. Sería menos doloroso caer de un barranco. —murmuró con molestia.

Cuando se dio cuenta de su comentario y escuchó la vocecita de la Natasha en su cabeza diciéndole: "Vete a la mierda" no sabía si reír o buscar una iglesia para confesarse y retractarse.

—Lo siento, Tasha...La costumbre.

Alquilar un trasporte le había costado lo bastante como para no querer perder las llaves, aunque tuvo que pensar en dejarlas cuando abrió los ojos y notó en donde estaba. Ese minúsculo segundo en que parpadeó, no se había dado cuenta del lugar a donde llegó hasta que la oscuridad lo dejó desconcertado. No era más que un puerto cubierto por la niebla aún a esas horas de la madrugada cuando todavía era oscuro, se oía como las embarcaciones repletas de cargas pesadas— que Sam imaginó lo que significaba— zarpaban. Nada bueno podría salir de allí. Pero no era su asunto. Aunque meter las narices dónde no le incumbe era su espacialidad, no iba a tratar algún asunto de drogas. Estaba allí para recuperar algo mucho más importante.

Bajó del auto y quiso tomar la pequeña bolsa que preparó, en caso de emergencias, del asiento trasero. Quedó perplejo cuando no la encontró y apenas cuando volteó logró escuchar las risas lejanas de un par de jóvenes.

—Malditos mocosos. ¡Vayan a la escuela y dejen de robar! Al menos no traía nada importante— farfulló. Tenía el arma oculta en su espalda, su cartera en el bolsillo y el móvil también—. Podré sobrevivir.

Apagó el motor del auto y se quedó con las llaves, aunque si era honesto, no sabía si las necesitaría después.

Avanzó hacia el muelle caminando sobre los tabloides. Tuvo una sensación extraña, sentía que lo vigilaban de cerca y no le quitaban los ojos de la nuca, que podría resbalar en cualquier momento...quizá estaba paranoico, pero tampoco descartaba una emboscada. Estaba lejos de Luisiana, lejos de lo que significaba para él la vida en el mar. Cada lugar tenía una historia, y la de aquel pueblo olvidado no debía ser agradable.

Cuando dio con el barquero lo miró con sospecha; un anciano con ropas raídas, sonrisa pícara y ojos que destilaban odio. Quizá se debía a los años que llevaba en ese trabajo, pudo ver de cerca a cada infame que quiso pasarse de listo. No le molestaba si pensaba que era uno, para ser honesto. Simplemente quería llegar al otro lado.

— ¿Cuánto por ir hasta el muelle de Madripoor?

—Madripoor, ¿Eh? No eres el primer forastero con las mismas intenciones. Pero...las tres de la madrugada no parece ser un horario muy confortable— su voz rasposa buscaba implantarle la duda con sutileza, y con ello, Sam esperaba que le pidiera algo a cambio—. Tengo una pequeña posada, por aquí cerca. Por la mañana podrás zarpar. Un viajero como tú debe estar cansado— sugirió mientras ataba el bote a la base de los tabloides.

—No tengo tiempo para eso. No quisiera que me corten la garanta mientras duermo, gracias.

El barquero soltó una risa amarga que dejó entrever su descuidada dentadura.

—Estás buscando algo, algo valioso y creo saber que es. Como todos los que vienen aquí; más nunca regresan. Incluso para un simple barquero como yo significa peligro. En ese caso, deberías esperar el siguiente bote. ¿De verdad crees que me arriesgaré por nada?

𝙍𝙀𝙏𝙐𝙍𝙉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora