QUINCE

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Disclaimer: la obra es completamente de mi autoría, tomando elementos de Avengers endgame y la serie falcon y el soldado del invierno. Prohibida su copia u adaptaciones.

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Steve podía sentir que estaba cerca de Natasha, era como un instinto que le decía que ella no estaba lejos; como el instinto protector con ella cada que iban juntos a una misión. Había adrenalina en su cuerpo y se disparaba como la electricidad  a cada segundo que corría. 

Sonrió con esperanza renovada, al parecer aún conservaba su resistencia. Tal vez su suero estaba reposando en lo más profundo de él; la parte buena era que estaba vivo. Vivo para buscarla. Sabía que la vida podría apagarse en el transcurso de un minuto y de mil formas diferentes. Él había pasado por eso tres veces; la primera fue cuando se hundió en el hielo, la segunda cuando pensó haberla perdido, la tercera al volver a la tierra y sumirse en un largo sueño. Se dijo a sí mismo que también podía volver con la misma fuerza y en la misma cantidad de tiempo.

Corriendo hacia aquel orfanato del que le habló el hombre que había dejado atrás, buscando entre las puertas destartaladas y pisos húmedos se daba cuenta de no había nadie. Bajó hacia el sótano y tampoco halló nada; más sin embargo, no se daría por vencido. Llevaba una cuenta regresiva, solo calculaba el tiempo en su reloj de pulsera.

Natasha no debía de estar muy lejos. El suelo desmoronándose bajo sus pies no lo detendría. 

Sharon se estaba mostrando inquieta bastante rato desde antes de abordar el avión privado

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Sharon se estaba mostrando inquieta bastante rato desde antes de abordar el avión privado. Calculaba la hora desde la tableta y fijaba la ubicación en el GPS mientras dejaba fluir el whisky por su garganta. La sensación de fuego desgargante que producía la distraía y podía relajarla. 

Terminó desplomada sobre el asiento con una mano cubriendo su frente como si estuviera enferma. «Quizá lo estaba...». Pensó. Tenía a Sam en la cabeza y no lograba sacarlo de ahí; ni a él ni a sus ojos convincentemente dulces. Era un idiota que apelaba a su sensibilidad dándole un golpe bajo. Quizá tocó sus fibras sensibles el hecho de que decidiera ayudarla y odiaba estar en deuda. No importa si la había saldado llevándolo hacia Nagel...

Era un tira y afloja del que quería, y a la vez no, librarse. Terminaba yendo hacia adelante y luego daba dos pasos de retroceso. Le provocaba una jaqueca de los mil demonios. 

Una vez, y creyó haberlo insinuado si mal no recordaba, pudo haberle dicho a Sam que sabía que todo ese ridículo espectáculo se trataba de simple hipocresía; pero había un problema... Creía en él.

Cuando bajó del avión lo primero que hizo fue tomar el arma que guardaba a la espalda y recargarla. Sus ojos astutos se fijaban en el perímetro y estaba alerta como el mismísimo halcón.  Llegó sin nada más que eso y una cosa clara. No iba a dejar que Karli Morguenthau acabe con ellos. Irónicamente. Lastima que no era la única que iba tras la misma pista.

𝙍𝙀𝙏𝙐𝙍𝙉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora