EPÍLOGO

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—¡Otra vez tío Sam!

Esa mañana de sábado era el cumpleaños número cuatro del pequeño Rogers y decidieron hacer una celebración íntima en el patio trasero. Se suponía que sería algo seguro...Hasta que Natasha se dio cuenta de que su esposo y sus dos amigos trataban de poner a su hijo en medio de un entrenamiento improvisado del cual, cabía resaltar, no debía tener ni la menor idea. 

Como Sam volviera a lanzar ese escudo juraba que...

—Han pasado años y Bucky y Sam siguen peleando por ver quién lo atrapa más rápido.

—¿Qué podías esperar, Wanda? Son hombres.— Sharon rodó los ojos.

—Pues, según Steve, se trata de aprendizaje visual para mi hijo.—Natasha murmuró soltando al final una sonrisa tensa. 

—¿No eshtá él mhuy pequeño para esho?

Wanda apenas podía darse a entender con el enorme sándwich en la boca.

—Lo está... Pero confío en que lo cuidará bien. Ahora que esperamos a Irina, no puedo moverme demasiado.— volvió a sentarse sobre la silla junto a sus amigas, quienes la miraban sonrientes.

—¿Cómo se siente?— Sharon dio un  pequeño toque en el vientre de Natasha con él índice. 

—Es pesado a veces, pero cuando lo mires al rostro por primera vez— volvió su atención al pequeño rubio—Te das cuenta de que es de las mejores cosas que han podido sucederte. Estarás bien, no tienes que temer.

—¿Y como cuando acaba tu obsesión por la comida? Digo, solo quería saber— ambas mujeres miraron a Wanda con ojos desorbitados—. Simple curiosidad, lo juro... Creo.

Sharon y Natasha se rieron de su expresión asustadiza. No sería Wanda si no lanzara comentarios al azar. Había pasado un largo tiempo desde que todos estuvieron en la recta final, y ahora eran personas nuevas, con nuevos anhelos, y lo que fueron alguna vez eran recuerdos que camuflaban entre lo bueno y lo malo; pero que nunca habrían sido en vano. 

—¡Cuidado!

Sam gritó otra vez y su novia se puso de pie con el rostro rojo de la furia cuando el escudo paso sobre su cabeza.

—¡Samuel Wilson!

—Lo siento, cariño.

Natasha negó con burla y se dirigió a su esposo, como si le preguntara con la mirada, "¿En serio? ¿Él?" Y el hombre se encogió de hombros.

Ya estaba persiguiendo a Noah por el patio, era rápido, lo cual era sorprendente. No habían tenido noticias de que el suero dentro de Steve se hubiese reactivado. Y aún así, su hijo era más inteligente, hábil, fuerte y veloz que el promedio.

—¡Ven aquí, amigo! — lo llamó Steve, pero él no dejaba de correr y escabullirse de sus manos. 

Cuando Bucky y Sam arrojaban el objeto en el aire, obteniéndolo de regreso a ver quién ganaba la contienda como los tipos maduros que eran, usaron más fuerza de la necesaria.

—Joder.— murmuró el moreno.

—Es tu culpa, Wilson. Ahora no va a regresar.

Cuando miró hacia el frente, el disco volvía hacia ellos con velocidad y dudaban de atraparlo en el aire por lo que le dejaron esa tarea a Steve. Sin embargo,  él no estaba demasiado cerca para poder atraparlo.

—¡Steve, saca a Noah de ahí!

Natasha gritó desesperada, pensando que el metal podría golpear al niño...

 Había gritado demasiado pronto.

Incluso Steve había quedado con la boca abierta cuando en vez de que el escudo impactara contra Noah, fuese él quien lo tomara entre sus manos con una resistencia asombrosa.

—No puede ser.— murmuró Natasha.

Steve cruzó una mirada fugaz y una sonrisa cómplice con Sam y Bucky.

—Al parecer el escudo tiene un sucesor.

Ella  hizo caso omiso del comentario de su esposo, cargó a su pequeño y besó su mejilla. Ya habría tiempo para eso. Por ahora, lo dejaría disfrutar de su niñez.

—Nat, el puede ser el próximo.

—Hablamos luego, Steve...

—Pero, cariño...

—Después.— canturreó.

—¿Y si lo entreno los sábados?

—¡Steven Rogers!

—De acuerdo, de acuerdo. Dejaré el tema... Por ahora.





Fin.



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