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Apolo nunca ha sido un gran fan de los jueves. Siempre han sido ese día en el que no tiene ganas de nada que no sea dormir o leer un libro cualquiera mientras escucha en bucle alguna de sus playlists favoritas. Ese tipo de día que estás deseando que se acabe justo en el momento en que abres los ojos por primera vez en la mañana.

Pero ese jueves es diferente. Quizá porque lleva esperándolo toda la semana o simplemente porque es el día en que volverá a ver a Bruno, pero cuando Apolo abre los ojos en el momento en que su sueño se ve interrumpido por el agudo sonido que emite su despertador; está inesperadamente feliz. No vacila al levantarse de la cama, y se dirige a la ducha mientras estira los brazos y le da una pequeña mirada al cuadro de La noche estrellada colgado en su pared.

Pasa un tiempo escogiendo su ropa, porque aunque no quiere ponerse lo primero que encuentre en su armario, tampoco quiere que parezca que se ha vestido con sus mejores galas y, por lo tanto, está muy emocionado con el encuentro. Que lo está, pero Bruno no tiene por qué saber eso.

Finalmente, y tras revolver todos los cajones, el peliazul se decanta por unos pantalones negros ligeramente anchos y una colorida camisa cuyo estampado simula una especie de  revoltijo de frutas sobre un fondo compuesto por distintos tonos de morado. En el último momento, decide coger también su boina amarilla, aprovechando que esta combina con las frutas de su camisa y sabiendo que a Bruno le gustará que la lleve. Decide sacar del armario una chaqueta por si tiene frío, antes de colgarse la mochila al hombro y bajar las escaleras rumbo a la cocina.

"¡Pero bueno! ¿A dónde vas tan guapo?" alaga su madre en cuanto lo ve, y Apolo desvía la mirada, tratando de parecer desinteresado.

"A clase." responde, fingiendo que no se ha cambiado cuatro veces de ropa en menos de veinte minutos.

La mujer alza una ceja, con una sonrisa pícara. "No te habrás echado novio, ¿No?" pregunta, haciendo que el peliazul se sonroje mientras bufa, tomando asiento a la mesa e ignorando el comentario.

"Irá a ver al chico de la biblioteca." dice Ares, que se había mantenido en silencio hasta entonces, con toda su atención concentrada en su taza de Cola Cao

Bingo.

"¿Qué chico?" pregunta interesada la mayor de la sala, y Apolo está a punto de arrancarle la cabeza a su hermano. Maldito bocazas. Le dedica una mirada de odio antes de fingir una sonrisa inocente para su progenitora.

"Nadie. No hay ningún chico, mamá." le asegura, antes de levantarse de la mesa, recogiendo su mochila mientras da un último mordisco a su tostada. "Me voy ya. Tengo que hacer unas cosas de clase, así que llegaré tarde." se despide, caminando hacia la puerta. "Nos vemos luego." se despide, aprovechando que su madre no está mirando para dirigirse a Ares, formulando un "Te voy a matar." con los labios. El chico sonríe, mordiendo su tostada con una mirada burlona. Maldito mocoso de mierda.

Cuando llega a la puerta del instituto, la reacción de Julia es similar, haciendo al chico rodar los ojos con vergüenza.

"Joder..." silba la chica, mirándolo de arriba a abajo incrédula. "Sí que te has tomado en serio lo de no compartir al chico. Como para fijarse en alguien más." bromea, y Apolo la mira con odio.

 Mientras ambos caminan por el pasillo, la rubia le pasa el brazo por los hombros, frotándolos con cariño. "Estás guapísimo, de verdad." le sonríe de forma sincera, y Apolo baja la mirada con las mejillas rojas.

"¿En serio?" quiere corroborar, con los ojos brillantes.

"En serio." confirma Julia, todavía sonriendo. "Mi pequeño está creciendo..." suspira, apretando al chico contra su cuerpo.

canciones de rock y pinturas de van goghDonde viven las historias. Descúbrelo ahora