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"Es imposible que no se hayan besado todavía." afirma Julia, mientras la pelinegra asiente con la cabeza a su lado, respaldando la teoría de la rubia.

Diana y Julia están tan irremediablemente enganchadas a los avances en la relación amorosa de sus amigos que apenas son capaces de hablar sobre otra cosa. Al contrario de lo que muchos puedan pensar, su amistad va más allá de aquello, así que incluso para ellas es una sorpresa que Apolo y Bruno estén siendo lo único de lo que hablen últimamente entre ellas.

"Yo creo que ya están hasta saliendo y nos están vacilado." completa la azabache, mientras la contrario suelta una pequeña risa, asintiendo con la cabeza.

"¡Y que lo digas!" exclama la chica rubia, mientras la contraria sonríe. "¡Cuando Bruno le dio el beso en la mejilla el otro día casi me caigo!" confiesa exageradamente, con los ojos abiertos con respuesta al recordar el suceso.

"¡Ya, yo también!" coincide Diana, antes de soltar un bufido, como si se tratase de un pequeño gatito. "¡Si Bruno es tan cariñoso como un puto cactus!" le dice con indignación, y la rubia ríe a carcajadas ante la comparación. En todos sus años de amistad, Diana puede contar los abrazos que ha recibido por parte del pelinegro con los dedos de una mano. Sabe que Bruno es reacio al contacto físico en la mayoría de los casos, así que no le extraña; puede vivir perfectamente con que el pelinegro la abrace solo en su cumpleaños. En cambio, cuando Apolo está cerca, parece volverse un apachuchable oso amoroso. Solo le falta ponerse a cantar alguna canción infantil.

"¡Y el pobre Apolo! ¡Estaba rojísimo, casi se desmaya!" Julia ríe ante la bochornosa situación de su amigo, mientras la azabache parece tratar de contenerse por respeto hacia el peliazul, que bastante vergüenza había pasado ya en el momento como para que ella se esté riendo de él también.

"Pobrecito, qué mono." le dice la azabache, con una expresión de pura ternura plasmada en su rostro. "A veces me lo quiero llevar lejos de Bruno para guardarlo en una cajita y cuidarlo." confiesa con un tono ligeramente burlón, esperando que la contraria lo mire como si estuviese completamente loca.

En cambio, la rubia asiente con la cabeza."Ya, da esa impresión las primeras veces. Cuando te grite ya cambiarás de opinión." le dice con un suspiro, dándole una palmada en el hombro en señal de apoyo, justo antes de que los protagonistas de su charla aparezcan frente a ellos en el pasillo, con Bruno tratando de abrazar a Apolo por la espalda mientras este intenta apartarse de su agarre mientras bufa, con las mejillas rojas.

Las dos chicas se miran entre ellas con una ceja alzada, antes de que el azabache y el peliazul se paren frente a ellos. Tras una discusión a lo largo de todo el pasillo, Bruno finalmente termina apoyando su cabeza sobre el hombro de Apolo, mientras este se cruza de brazos bufando y levantando algunos mechones de su flequillo en el gesto, mientras Bruno sonríe orgullosamente ante su victoria.

"¿De qué hablábais?" pregunta el azabache desde el hombro del chico, que se estremece al sentir su aliento chocar con su piel, tragando saliva con dificultad.

"De nada, cotilla." responde Diana, haciendo que el mencionado frunza el ceño, con un puchero adornando sus labios. La pelinegra bufa, rodando los ojos ante lo infantil que puede ser su amigo cuando se lo propone, mientras Apolo trata de observar el gesto del azabache por el rabillo del ojo. "Anda, deja de hacer que ridículo y vamos, que tenemos clase." le dice, señalando el fondo del pasillo con un movimiento de cabeza.

Bruno frunce el ceño como un bebé una última vez, antes de  suspirar con cansancio, deslizando sus manos por la cintura de Apolo y apartándose de él a regañadientes. El peliazul se muerde el labio ante el gesto, mientras su amiga rubia lo observa desde en frente con una ceja alzada, en una petición silenciosa por saber qué está pasando entre él y el chico.

"Te veo luego." le dice el pelinegro con una pequeña sonrisa haciendo que sus ojos se desvíen hasta él y revolviéndole el pelo con cariño. "Adiós, Julia." le dice a la rubia, que se despide con un gesto de cabeza y una sonrisa burlona.

"Nos vemos." responde Apolo sonriéndole también y recolocándose el flequillo con los dedos, antes de despedirse con la mano de la chica a su lado. "Adiós, Diana." le sonríe, haciendo que sus ojos casi desaparezcan en el gesto.

La chica le devuelve la sonrisa enternecida, giñándoles un ojo a Julia y a él antes de que ambos desaparezcan por el pasillo.

Apolo le da una última mirada a Bruno antes de unirse a su amiga de hebras rubias, recorriendo el pasillo en dirección a su clase mientras suspira.

No puede esperar para volver a verlo. Cuenta los segundos para tenerlo a su lado haciendo chistes malos de nuevo.

Y, en realidad, no tiene que esperar demasiado, porque en el momento en el que sale de su última clase, arrastrando los pies por el suelo con cansancio y con un pequeño puchero abultando levemente sus labios; el azabache está allí de pie, parado a unos metros de la puerta y esperándolo con las manos en los bolsillos de sus vaqueros grises. Apolo frunce el ceño con confusión, ya que no habían acordado que el chico pasase a buscarlo después de clase, simplemente se reunirían en la biblioteca, que ya se ha convertido en uno de sus lugares más simbólicos.

Dejando su notable confusión a parte, el de hebras azules no puede negar su creciente felicidad al ver al chico allí, porque aunque no sea nada realmente importante ni elaborado, a Apolo le encantan los pequeños detalles. Le encantan todos los gestos cariñosos con los que el azabache quiera obsequiarle.

"Hola." murmura cuando llega junto a él, sonriendo con una mueca de confusión que resulta adorable al azabache. No entiende cómo el chico puede ser tan terriblemente tierno en cualquier situación y sin ni siquiera proponérselo. "¿Qué haces aquí?" quiere saber, ladeando la cabeza y esperando atento una respuesta por parte del contrario.

Bruno sonríe ante el gesto justo antes de contestar. "Vengo a buscarte." le dice con orgullo, sintiéndose el novio que todos desearían tener. Aunque, por desgracia, Apolo no sea su novio.

"No tenías por qué." sonríe el de pelo azul, incapaz de ocultar su felicidad pero tratando de fingir que el gesto no lo emociona en demasía.

El azabache se lleva la mano al pecho de forma exagerada, encontrándose terriblemente dolido ante sus palabras. "Auch. Si no quieres que venga no lo haré más." promete con un pequeño puchero, luciendo falsamente desconsolado.

Apolo es consciente de que el contrario es completamente capaz de ponerse a montar un espectáculo en medio del pasillo si no actúa rápido, y no tiene ni la menor intención de tentar a la suerte. Decide entonces que es el momento de ser él quien sorprenda al azabache, y que Bruno sea quién termine con el aire atascado en las pulmones.

"Cállate, anda." pide con un tono suave, dedicándole una sonrisa burlona antes de alzarse sobre sus puntillas para dejar un pequeño beso sobre la afilada esquina de su mandíbula.

Bruno aprieta los dientes cuando siente el roce de los labios del peliazul contra su tez, haciendo que Apolo sonría al notar su nerviosismo cuando la piel se tensa bajo sus belfos.

"¿Vamos?" sonríe inocentemente el peliazul cuando se separa de su cuerpo, mientras el pobre pelinegro sigue completamente en su mundo. Parece haber desconectado de la realidad, y Apolo quiere echarse a reír ante lo adorable que se ve, con sus ojos grandes y brillantes observándolo con incredulidad.

"Va...Vamos." carraspear el azabache, girándose sobre sus talones para seguir al chico, que mantiene una sonrisa burlona surcando descaradamente sus labios.

Porque, aunque Apolo sea extremadamente tímido en algunas ocasiones, sí algo ha aprendido de todos los amoríos que han pasado por el lado de Julia, de las incansables bromas con doble sentido de Bruno, los comentarios sarcásticos de Diana con respecto a su amistad con el azabache y  de todas esas novelas de romance adolescente que ha pasado tardes enterado leyendo sobre el sofá rojo de su salón, es que el coqueteo es un juego de dos.

Y él está más que listo para jugar.

canciones de rock y pinturas de van goghDonde viven las historias. Descúbrelo ahora