"Me rindo." resopla el pelinegro, apartándose el cabello azabache de la frente y dejando el pincel dentro de la taza con agua que está usando para limpiarlos. Apolo se carcajea desde la cama, observando la expresión de cansancio de su novio. Está adorable, y el de hebras azules quiere comérselo a besos.
"Venga, seguro que es genial." lo anima, caminando hacia él y posando su cabeza en el hombro del azabache. Observa el lienzo con admiración, porque el azabache no es nada malo pintando. "¡Pero si está genial!" le dice, y realmente se ha quedado sin palabras. No es el mejor cuadro que ha visto en su vida, pero ha superado sin duda sus expectativas, teniendo en cuenta que el azabache le había dicho que era nulo para la pintura.
Bruno está tratando de recrear uno de los cuadros favoritos de Van Gogh del peliazul: "Terraza de café por la noche", pero la tarea no le está resultando sencilla. Apolo lo hace tan fácil que el pelinegro ha decido intentarlo también, pero está empezando a arrepentirse.
Hagan lo que hagan, a Apolo el gusta cuando pasan tiempo juntos de esa manera, introduciéndose poco a poco en las aficiones del otro. Él ya ha aprendido un par de acordes con al guitarra eléctrica, así que ahora es el turno de Bruno de aprender a pintar, aunque quizá Apolo ha sido un poco malo al sugerirle una obra tan complicada. Cuando él había tenido que tocar la guitarra, Bruno había sido extremadamente paciente con él, y a pesar de haberle enseñado notas muy sencillas, lo había animado un montón, como si se tratase de un gran logro.
"Apolo, mi amor, ponte las gafas." pide el azabache con voz dulce y un deje de ironía, y el chico le da un codazo con indignación, sin poder evitar sonrojarse un poco ante el apodo que Bruno ha usado con él, porque aunque no es nada nuevo entre ellos, el peliazul siempre se sorprende ante ellos ¡Encima que intenta animarlo! Maldito desagradecido.
Apolo le golpea el hombro, fulminándolo con la mirada mientras bufa. "Las tengo puestas, imbécil." le dice, viendo al chico pucherear. Maldito crío. Es peor que Ares y Aura juntos.
"Pero no me insultes, que estoy triste." se queja el azabache, haciendo que Apolo resople con cansancio, antes de revolverle el flequillo y depositar un pequeño beso en su mejilla con cariño. Bruno lo observa con sus enormes ojos oscuros brillando como dos estrellas. Su novio es en realidad un niño de cinco años atrapado en el cuerpo de un adolescente de casi dieciocho.
"Anda, ven aquí. Que aunque no sepas pintar yo te quiero igual." le asegura, y Bruno frunce el ceño, visiblemente desconforme con la crítica del peliazul en referencia a sus dotes artísticas. Pero Apolo no le da tiempo a protestar, depositando un pequeño beso sobre sus labios con cariño a modo de premio por esforzarse en su tarea, a pesar de que esta no le haya salido como esperaba. "Venga, bebé grande. Voy a darte mimos, que te lo has ganado." le asegura, viendo como el pelinegro canturrea con felicidad, lanzándose sobre la cama y esperando a que el más bajo se una a él. Los besos y mimos de Apolo son sin ninguna duda su cosa favorita en el mundo.
Apolo reproduce la playlist de Bruno a través de sus altavoces, haciendo que le chico ruede los ojos con vergüenza. Pero el peliazul ignora el gesto, porque él adora esa playlist. Adora que Bruno haya dedicado parte de su tiempo a recopilar las canciones, así que la escucha siempre que puede. Y, de hecho, muchas de sus canciones se han vuelto algunas de sus más escuchadas últimamente.
Mystery of love resuena a través de la estancia, haciendo a Apolo sonreír mientras se tumba contra el cuerpo del azabache. De todas las canciones que el azabache ha recopilado para él, esa es una de su favoritas. Es tranquila, pero significativa. Suave, justo como Apolo disfruta más de la música. Justo como su relación con Bruno.
El peliazul se dedica a besar el rostro del azabache con dedicación, mientras este sonríe y le acaricia la espalda suavemente, causándole escalofríos. Hablan de cualquier cosa y se ríen por todo. Entre ellos, apenas son necesarias las palabras. Se complementan a la perfección, y a Apolo le gusta pensar que es porque están predestinados.
Le gusta creer que Bruno y él son almas gemelas, y que incluso en otras vidas, el destino los mantiene juntos a través de las dificultades. Le gusta pensar que su amor, al igual que el arte, es inmortal.
"Si lo llego a saber me paso antes por la biblioteca." se ríe Apolo sobre el pecho del azabache, concentrándose el como este sube y baja debajo de su cabeza. Bruno asiente, dándole la razón.
"Y yo si lo llego a saber te como los morros ese día." le dice, sin ningún tipo de vergüenza. Apolo abre los ojos visiblemente sonrojado, apartándose de su cuerpo y dándole un manotazo. "Yo creo que me enamoré cuando te vi ya." bromea, haciendo que Apolo bufe ante su impertinencia.
"¡Oye!" exclama, con falsa indignación, pero no puede evitar reírse. Bruno le sonríe, tumbándolo de nuevo sobre la cama y cerniéndose sobre él, cubriéndolo con su cuerpo mientras el chico se siente pequeño, jugando con los cabellos de su nuca.
"Casi me quedo tonto cuando se me cayó encima el Quijote, pero ha merecido completamente la pena." se asegura el azabache, juntando sus labios, y el de hebras azules ya ha perdido la cuenta de cuántas veces se han besado esa tarde. Aunque, en cualquier caso, no se queja para nada.
Bruno separa sus labios con los propios, chupando su labio inferior mientras sus manos se deslizan por los contornos de su cuerpo, masajeando sus costillas con las yemas de sus dedos de forma suave. Apolo jadea ante el tacto, haciendo que Bruno se separe levemente de su boca, haciendo el amago de juntarlas de nuevo.
Apolo se estira hacia delante en busca de sus labios, pero el pelinegro se dedica a jugar con él. El de hebras azules le aprieta el hombro en señal de advertencia, haciendo que el mayor de ellos se ría mientras el pobre Apolo bufa con vergüenza, pero termina por devolverle la risa también.
Tienen un humor extraño, ambos son conscientes de ello. A decir verdad, ellos son extraños: un amante de las pinturas de Van Gogh y un fan del rock que se conocen en una biblioteca y se besan por primera vez mientras les caen un montón de libros en la cabeza. Parece un película de esas raras que ponen los domingos por la tarde en la televisión, cuando no hay absolutamente anda que merezca la pena ver.
Extremadamente extraño.
Y simplemente perfecto.
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canciones de rock y pinturas de van gogh
Romance❝"Seguro que tienes una réplica de La noche estrellada pintada por ti en tu habitación." asegura, y el peliazul se rasca la nuca avergonzado. "¡No me lo puedo creer!" "Apuesto a que tú tocas la guitarra eléctrica y a los trece años eras fan de My c...