Apolo dio su primer beso a los dieciséis. No fue nada del otro mundo, un beso normal y corriente con un chico de pelo castaño, gafas metálicas y tan inexperto como él. Al peliazul le gustaba su sonrisa y cómo lo trataba. Era un chico tímido como él, dulce y con ningún tipo de experiencia amorosa, y, aunque después de aquello ambos continuaron siendo amigos durante un tiempo, el chico terminó mudándose y perdiendo irremediablemente el contacto con el de hebras azules (en aquel entonces, azabaches)
Apolo aún recuerda a la perfección la reacción de Julia cuando le contó lo sucedido, y cómo estuvo a punto de celebrar una fiesta en honor a que su querido e inocente mejor amigo había perdido su muy preciada "virginidad bucal" (como a la rubia le gustaba llamarle)
El de hebras azules nunca le ha dado demasiada importancia al hecho de besar a alguien. Quizá porque nunca ha dado lo que él llama "un beso de verdad", un beso con alguien de quien está enamorado. Nunca le han temblado las manos con anticipación, ni le han hormigueado los labios con desesperación, queriendo posarlos sobre unos ajenos.
No hasta que conoció a Bruno.
Desde entonces, todo en su cabeza se ha vuelto un completo caos. Tiene ganas de besarlo todo el tiempo, incluso cuando el azabache no está haciendo nada o simplemente cuando está siendo un maldito grano en el culo. Y Bruno no hace más que aumentar su sufrimiento cuando le sonríe y lo observa fijamente, o cuando se acerca demasiado a su cuerpo y puede sentir su respiración rozar la sensible piel de su cuello, o cuando pasa suavemente las manos alrededor de su cintura y su tez tiembla bajo su tacto.
Es una puta tortura. Porque Apolo siente que jamás conseguirá reunir el valor suficiente para dar el primer paso, que nunca se atreverá a ir a por lo que quiere. Y lo que él quiere es a Bruno.
"Hogar, dulce hogar." ironiza el azabache en cuanto cruzan el umbral de la puerta de la biblioteca, crujiéndose los nudillos y caminando a su mesa de siempre. La había proclamado suya un tiempo atrás, desde la primera vez que decidió a usar la estancia para descansar entre clases y posteriormente para su siesta de los jueves; y ahora, meses después, hay un peliazul de gafas metálicas y ropa extravagante que la comparte con él.
Apolo sonríe, negando con la cabeza con los ojos en blanco y caminando detrás del pelinegro. Esa pequeña biblioteca de instituto se ha convertido, junto con el pequeño jardín de detrás del edificio, en su lugar especial. El lugar donde se vieron por primera vez, donde han intercambiado miles de notas de papel (muy importantes en su historia también) y en donde Bruno se ha encargado de hacerlo sonrojar otras tantas veces.
Es su pequeño refugio, y el de hebras azules agradece mentalmente a quien sea que esté ayudándolo desde arriba cuando, al girar la cabeza hacia los lados para echar un vistazo al resto de la habitación, se da cuenta de que está completamente vacía. No hay absolutamente nadie más que ellos dentro, y Apolo se mordisquea el labio inferior antes de girarse hacia la puerta, dejándola arrimada pero sin llegar a girar el pomo, recordando su primer encuentro y tratando de evitar accidentes. No es que le disguste la idea de pasar algo de tiempo extra con el pelinegro, pero teniendo en cuenta la vergüenza que pasó la última vez que durmieron en la misma habitación, intuye que quizás no se trata de una buena idea.
Bruno bufa tras él, sentado en una de las silla mientras le dedica una mirada de indignación, visiblemente ofendido ante el gesto. "Te prometí que no iba a romper el picaporte." le recuerda, haciendo referencia a la primera nota que le escribió, frunciendo el ceño como un niño pequeño.
Apolo suelta una pequeña risa mientras camina hasta él, sentándose a su lado mientras el chico observa en silencio sus movimientos, todavía con las cejas fruncidas. El de hebras azules chasquea la lengua, levantando el dedo índice y masajeando la zona para que el azabache relaje la mueca. "No te enfades, musculitos." pide, con un pequeño puchero y una mirada burlona.
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canciones de rock y pinturas de van gogh
Romance❝"Seguro que tienes una réplica de La noche estrellada pintada por ti en tu habitación." asegura, y el peliazul se rasca la nuca avergonzado. "¡No me lo puedo creer!" "Apuesto a que tú tocas la guitarra eléctrica y a los trece años eras fan de My c...