21

74 10 2
                                    

Hay infinidad de cosas que hacen feliz a Apolo, y otras tantas que lo hacen sonreír hasta que sus comisuras estén a punto de desgarrarse. Y, el hecho de que Bruno se presente en la puerta de su aula entre clases para verlo aunque sean cinco minutos, es definitivamente una de ellas. Aunque el pelinegro también se presenta allí al terminar su última clase para acompañarlo a casa (cosa que el peliazul también adora), Apolo no puede evitar que una inmensa felicidad lo envuelva cuando ve a Bruno allí de pie, con las manos escondidas en sus bolsillos mientras espera a que Apolo aparezca entre la infinidad de alumnos que se amontonan en el pasillo.

Su relación no es algo que traten de ocultar en público, aunque nadie parece prestarles mucha atención de todos modos. Nadie los juzga ni les reclama nada, o al menos eso piensa Apolo. Es así como se ha mantenido hasta entonces.

"¿Ese no es el chico que sale con Bruno?" escucha la voz de una chica tras ella, apretando los puños dentro de sus bolsillos con nerviosismo.

"Creo que sí. Es un poco raro, no sé por qué le gusta a Bruno, podría buscarse algo mejor." menciona otra voz, mientras Apolo trata saliva y trata de ignorar sus palabras, poniendo todo su empeño en conseguir que sus ojos no se llenen de lágrimas. Ese tipo de comentarios siempre terminan por hacerle daño, por más que intente ocultarlo.

Apolo no es una persona insegura, pero cuando se trata de su relación con Bruno, se siente terriblemente pequeño ante las opiniones ajenas. Ellos tienen una relación sana y sabe que Bruno lo quiere un montón, pero no puede evitar sentirse inseguro ante su inexperiencia. Él nunca ha salido con nadie, ni ha pasado nunca de algunos besos, mientras que el azabache parece bastante experimentado en esos temas. Tiene miedo de no ser suficiente para él.

Bruno lo divisa entre la multitud, sonriéndole mientras el peliazul lo mira, caminando hacia él con las manos en los bolsillos. Bruno se da cuenta de que algo va mal cuando el chico no le devuelve la sonrisa. Para desgracia de Apolo, Bruno lo conoce a la perfección. No le hace falta nada más que ver su postura encorvada y sus manos escondidas en sus bolsillos para saber que algo le pasa a su novio, que suele ser siempre una pequeña bola de color y alegría.

"Hola, pitufo." su tono de voz es dulce cuando el de hebras azules llega frente a él, depositando un pequeño beso en su frente y otro en sus labios. El peliazul le sonríe débilmente, queriendo irse de allí lo antes posible. Afortunadamente, la profesora de filosofía parece estar enferma, así que tiene un pequeño rato para escabullirse con el azabache. "¿Está todo bien?" pregunta el pelinegro, con las cejas fruncidas con preocupación mientras lo observa, haciendo que el chico se sienta pequeño bajo su mirada.

Apolo está a punto de contestar, asegurándole que todo está perfectamente cuando la chica de antes vuelve a hablar tras ellos, y haciendo que sus palabras retumben sin piedad en los oídos del peliazul.

"Mira cómo se viste, es ridículo. Seguro que a Bruno le da vergüenza ir con él." se ríe la chica, y Apolo tiene unas ganas inmensas de llorar ¿Es que acaso no tiene un mínimo de discreción y vergüenza? Quiere gritarle, decirle que deje de hablar de ellos sin saber, pero no puede hablar. Las palabras parecen haberse atascado en su garganta, negándose a salir.

Las fosas nasales de Bruno se dilatan con rabia, haciéndole saber al peliazul que no es el único que ha escuchado el comentario. Su mandíbula se aprieta, y Apolo se teme lo peor. Porque él también conoce a su novio a la perfección, y sabe que no se quedará de brazos cruzados.

"Bruno, no merece la pena." le dice, pero su voz suena rota, y a Bruno se le parte el alma. Le acaricia la barbilla con cariño, antes de girarse hacia las chicas que cuchichean tras ellos. No piensa consentir que nadie hable así Apolo, ni que lo haga sentir inseguro.

"Disculpa ¿Tienes algo que decirnos a mi novio y a mí? Porque si es así te agradecería que lo hicieses directamente, no hay necesidad de que cuchichees." la chica permanece inmóvil bajo la mirada del pelinegro, cuyos orbes oscuros se vuelven intimidantes por el enfado. Bruno siempre ha sido una persona de aura seria e intimidante de primeras, pero cuando se enfada se vuelve mil veces más atemorizante.

"Yo solo..." trata de excusarse la chica, con las cejas alzadas mientras mueve las manos exageradamente. Pero Bruno no le deja acabar, cortando su frase a la mitad.

"Solo te metías donde no te llaman. Con quién salgo o dejo de salir no es tu puto problema, así que te agradecería que dejases de cuestionar a mi novio." escupe, dándole una última mirada filosa antes de girarse de nuevo hacia el peliazul,  dejando a la chica inmóvil en su lugar y con la palabra en la boca, pasando un brazo por encima de los hombros de su novio y dándole un pequeño beso en la cabeza. "Vámonos, bebé." murmura con cariño, y Apolo asiente, Quiere decir algo, lo que sea, pero parece haberse quedado mudo.

"Gracias. no tenías que hacerlo." consigue decir finalmente, una vez que ya se han alejado de las chicas. Bruno le sonríe, revolviéndole el flequillo con cariño.

"Claro que tenía que hacerlo. Nadie puede meterse con mi novio excepto yo." le dice, rozando sus narices y escuchando la pequeña risa de su acompañante, provocando que él sonría también. Le encanta que Bruno le recuerde que son pareja, adora oír como el azabache se dirige a él con la palabra "novio".

"Es bueno saberlo." le dice el peliazul, mientras recuesta la cabeza en su hombro y el azabache le acaricia la espalda con cariño, trazando líneas sin rumbo sobre esta con las yemas de sus dedos. "Me gusta cuando me llamas "bebé" ." confiesa en un susurro, escondiendo su cabeza contra el cuello del azabache con las mejillas rojas, agradeciendo que el contrario no pueda verlo debido a la posición en que se encuentran.

A pesar de que no puede verlo, Apolo es consciente de que Bruno está sonriendo. "Me lo apunto." le dice, mientras el peliazul sonríe contra su piel, acurrucándose más cerca de su cuerpo.

"Más te vale." advierte, y Bruno le besa la sien, haciendo que Apolo se aparte ligeramente de él para observarlo. El azabache se encuentra con sus ojos brillantes, apartando un pequeño mechón de pelo azul que cae sobre uno de ellos, impidiéndole verlo.

"Te quiero como no tienes ni idea, pitufo." le asegura, haciendo que Apolo se quede sin palabras. Bruno nunca falla en su tarea de robarle el aliento.

"Yo también te quiero, Bruno." sonríe, haciendo que azabache se contagie del gesto, dejando ver su perfecta dentadura blanca. "Pero sigo esperando mi puta playlist." le recuerda con burla, esperando un bufido por parte del azabache. 

Pero en su lugar, bruno saca su teléfono del bolsillo de sus vaqueros, tecleando en él mientras el de hebras azules lo mira con confusión. Entonces, su teléfono suena en su bolsillo, y Apolo observa la notificación que aparece en su pantalla.

Bruno le ha mandado un enlace a una playlist de Spotify. Apolo alza las cejas con sorpresa, abrazando a su novio mientras agradece un montón de veces. Aunque empezó como una broma para molestar al azabache, Apolo había terminado bastante ilusionado con la idea de que el pelinegro le obsequiase un recopilatorio de música escogida especialmente para él.

"De nada." murmura el azabache mientras sostiene su cintura, haciendo movimientos circulares con sus yemas en la zona. "Sigo esperando a que me toques la zambomba." le recuerda, haciendo que el chico se sonroje furiosamente ante el doble sentido presente en sus palabras.

"Imbécil." masculla, mientras Bruno ríe sin parar.

Y, por más que intenta contenerse, Apolo termina riendo a carcajadas también.



canciones de rock y pinturas de van goghDonde viven las historias. Descúbrelo ahora