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Apolo había leído claramente en la nota que Bruno había escondido en el dobladillo de su boina que este se echaba la siesta en la biblioteca todos los jueves, cosa que incluso había podido comprobar el jueves pasado cuando lo encontró dormido sobre una  de las mesas de madera de la estancia, pero no estaba seguro que la invitación de este fuese para pasar juntos cada uno de estos. Aunque no había anda que le apeteciese más que pasar tiempo con él, el peliazul no  quería ser insistente y acabar por aburrirle. No quería saturar a Bruno con su presencia, haciendo que lo que fuese que pudiesen tener terminase incluso antes de haber empezado.

Es por eso que, cuando el despertador suena el jueves a las siete y media de la mañana, Apolo no tiene ni la menor idea de cómo sentirse. No sabe qué hacer, aún cuando le ha estado dando vueltas toda la semana, ganándose un par de regaños por parte de Julia. Vio a Bruno el lunes, cuando casi se abre la cabeza en el pasillo, pero no ha vuelto a cruzárselo desde entonces. No es de extrañar, ya que nunca se lo había cruzado antes. Porque, por muy despistado que sea el de hebras azules, puede asegurar que no olvidaría una cara como la de Bruno.

"Apolo, ¿Estás bien?" pregunta su padre cuando se sienta en la mesa de la cocina para el desayuno, haciéndole fruncir el ceño con confusión. Ares y Aura están sentados también a la mesa, mientras que su madre debe estar todavía arriba, arreglándose para ir a trabajar.

"Sí, ¿Por?" quiere saber, dándole un sorbo a su taza de leche con Cola Cao una vez ha conseguido que este último se disuelva correctamente.

"Porque tienes cara de haber visto un fantasma." se carcajea el hombre, mientras Apolo lo mata con la mirada, haciendo que su progenitor le acaricie el hombro con cariño. Ares y Aura reprimen una carcajada ante la expresión afligida de su hermano. "No te lo tomes a mal, hijo. Pensé  que igual estabas enfermo." le aclara, haciendo que el peliazul niegue con la cabeza. Se ha visto en el espejo antes de bajar y a su parecer no está tan mal.

"Estoy perfectamente." asegura, dándole una pequeña sonrisa antes de desviar la mirada a su teléfono, que vibra sobre la mesa.

julia (tonta del culo): buenos días, mamón

julia (tonta del culo): espero que hayas decidido ir a ver a bruno o te parto la cabeza

julia (tonta del culo): avisado estás

El peliazul levanta el aparato de la mesa rápidamente, tratando de evitar preguntas indeseadas, y parece haberlo conseguido hasta que su padre abre de nuevo la boca, formulando las palabras antes de llevarse la tostada a la boca para darle un bocado.

"¿Quién es Bruno?" pregunta tranquilamente, haciendo a Apolo toser bruscamente al atragantarse con la magdalena. Puta bollería industrial. Los presentes lo observan con curiosidad, esperando su respuesta pacientemente. Maldita Julia, esta se la va a pagar.

"Un amigo." masculla, mirando su taza como si fuese lo más interesante que ha visto en años. Bruno es un amigo, claro que lo es ¿Qué se supone que sería sino?

Su padre parece conforme con la respuesta, asintiendo en silencio y dando otro bocado a su tostada antes de llevarse la taza de café a la boca. Apolo suspira con alivio, pero entonces Ares y Aura hacen su aparición estelar en la conversación.

"Deberías traerlo a cenar un día, ¿Verdad, papá?" propone Aura, y Apolo hace su mejor esfuerzo por no gritarle. Aunque Ares es sin duda peor, Aura también tiene momentos de pura maldad, y Apolo está siendo plenamente consciente de ellos en ese instante.

"Claro, no hay problema." accede el mayor de la mesa mientras se encoge de hombros, y el peliazul quiere llorar ¿Qué más puede pasar?

"Y trae a Julia, que igual podemos emparejarlos." la voz de Ares resuena en sus oídos, haciéndole levantar la cabeza y chocar sus orbes con los de su hermano. Apolo se lamenta de no haber ahogado a su querido hermano menor en la bañera cuando era un niño.

canciones de rock y pinturas de van goghDonde viven las historias. Descúbrelo ahora