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Apolo se pasa la noche del viernes dando vueltas en la cama, rotando de un lado al otro como si fuese un pequeño gusano, revolviéndose entre las sábanas como un niño pequeño la noche antes del comienzo de las clases. Apenas es capaz de pegar ojo pensando en el hecho de que tiene una cita con Bruno.  Ellos dos. Solos. En una cita. El peliazul no sabe qué ha hecho en su otra vida para tener tanta suerte, pero debe de haber sido algo muy bueno.

Cuando despierta por la mañana, pasa más de una hora buscando en su armario hasta encontrar el atuendo perfecto. Trata de buscar algo informal y a la vez bonito. Simplemente, quiere estar perfecto. Bruno no pasará por él hasta las cuatro de la tarde, pero Apolo se encarga de estar completamente arreglado casi una hora antes. Julia se encarga de que su teléfono no deje de sonar en toda la mañana, haciendo todo tipo de preguntas sobre su inminente cita sobre el azabache y dándole consejos sobre algunos conjuntos. Aura revolotea por su habitación, observando en silencio desde su sitio como su hermano da vueltas por la estancia, buscando los accesorios adecuados para su atuendo. Le gusta usar sobre todo anillos y pendientes, así que es en lo que más se centra, buscando los que sean perfectos.

"¿Qué tal estoy?" pregunta finalmente, con las cejas ligeramente fruncidas, observándose en el espejo. Su hermana sonríe, mirándolo de arriba a abajo mientras el peliazul espera su respuesta. Su atuendo podría ser sin duda mejorable.

"Estás precioso. Le vas a encantar." asegura la menor de los dos, muy convencida de sus palabras. Apolo no ha tenido más remedio que contarle la causa de su nerviosismo, omitiendo el hecho de que la cita que está a punto de tener es con el chico del que está enamorado. Aunque Aura es completamente consciente de ese hecho, posiblemente desde antes que el propio peliazul. 

"¿En serio?" quiere corroborar, con un pequeño puchero cargado de inseguridad. Quizá la camisa que ha elegido no es la mejor. Quizá debería ponerse otros pendientes.

"¡Hostia puta!" la voz de Ares suena tras ellos, cortándole la palabra a Aura y haciendo que ambos hermanos se giren hacia él, mirándolo con confusión. "Nunca pensé decir esto, pero estás muy guapo." bromea el chico sin pudor, mientras su hermano mayor bufa y rueda los ojos.

"Que te den." farfulla, recogiendo su chaqueta mientras el chico sonríe con burla.

"Creo que a quien le van a dar es a ti, hermanito." ironiza su hermano, y Apolo está  apunto de contestarle cuando el timbre de la puerta suena en la planta baja, haciéndolo ponerse rígido y caminar hasta allí, enseñándole el dedo corazón a Ares antes de que tanto él como Aura lo sigan por el pasillo.

Sus hermanos aguardan al borde de la escalera cuando el peliazul llega a la puerta, soltando una bocanada de aire que no era consciente de estar reteniendo justo antes de abrirla.

La figura de Bruno aparece frente a él, con el cabello azabache cayendo por los costados de sus ojos y su perfecta sonrisa blanca a punto de cegarlo. Como siempre, viste unos vaqueros oscuros y rasgados sobre sus rodillas y parte de sus muslos, aunque hay un pequeño toque de color de la camisa que descansa sobre una de sus características camisetas negras de algodón, cuyo estampado alterna distintos tonos de morado y rojo.

"Hola." le sonríe el azabache, mientras el peliazul traga saliva con fuerza, tratando de controlar los latidos desenfrenados de su pobre corazón.

"Hey." consigue mascullar, y casi puede escuchar la risa burlona de Ares tras él. Se muerde el labio con nerviosismo, balanceándose sobre sus puntillas. "¿Nos vamos?" murmura, mientras Bruno lo observa de arriba a abajo con el labio inferior entre los dientes.

"Nos vamos." corrobora el chico frente a él, mientras Apolo masculla una despedida para sus hermanos, sin ni siquiera molestarse en girarse para mirarlos antes de colocarse junto al pelinegro.

canciones de rock y pinturas de van goghDonde viven las historias. Descúbrelo ahora