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Ha besado a Bruno.
En los labios.
Dos veces.
No lo ha soñado.
Joder.

Esa secuencia de palabras es lo único que se reproduce en la mente de Apolo desde que volvió de la biblioteca el jueves por la tarde. Era incapaz de pensar en nada que no fuese Bruno. Bruno y su sonrisa de infarto. Bruno y sus labios suaves. Bruno acariciándole la cintura. Bruno observándolo fijamente con sus ojos oscuros. Bruno apartándose el pelo azabache de la frente. Bruno y solo Bruno.

Después de lo sucedido, Apolo descubrió que tenía diez mensajes y cuatro llamadas perdidas de Julia, que al parecer estaba sufriendo un gran debate mental, indecisa sobre si comprarse unos preciosos pantalones de campana en rojo o en verde. Aquello parecía un dilema bastante serio para la rubia, a juzgar por el gran interés que había invertido en conseguir una respuesta por parte de su amigo de hebras azules, que había puesto su teléfono en silencio nada más llegar a la biblioteca; tratando de alejarse de todo aquello que no tuviese que ver con el azabache junto a él.  No quería ningún tipo de interrupción, así que los pantalones de Julia podían esperar. Y, de hecho, así lo hicieron; puesto que en el momento en que Apolo respondió a sus mensajes con un "lo siento, estaba ocupado besando a bruno",  la chica había parecido olvidar cualquier tipo de compromiso que tuviese y sus muy queridos pantalones de campana, llegando tan rápido hasta casa de Apolo que ni el propio peliazul había llegado todavía.

Fue así que, cuando giró el pomo de la puerta de su habitación con una boba sonrisa surcando sus labios, Julia estaba allí esperándole, dándole el susto de su vida mientras esperaba impaciente para conocer absolutamente cualquier detalle del esperado suceso, por lo que Apolo no tuvo más remedio que contárselo. 

La rubia, visiblemente emocionada, incluso terminó llamando a Diana, contándole con gran entusiasmo lo sucedido, mientras su amigo de hebras azules le dedicaba una mirada de odio con las orejas rojas por la vergüenza. Y la pelinegra había dejado a medias lo que fuese que estuviese haciendo en ese instante para correr a reunirse con Bruno y conocer su versión, pudiendo entonces compartirla más tarde con Julia y asegurarse así de no haberse perdido ningún detalle.

Así, Apolo permanece con su amiga rubia prácticamente adherida a él durante toda la mañana del viernes, mirándolo impaciente, como si tratase de adivinar lo que pasa por su cabeza.

"Vas a gastarme como sigas así." ironiza con un bufido, parando frente a su taquilla para coger su libro de matemáticas.

La rubia finge una risa, antes de suspirar. "Es que tienes una suerte... Yo quiero un novio así." refunfuña, con el ceño fruncido y un puchero de tristeza fingida. Su amigo merece cualquier cosa buena que le pase, incluyendo a Bruno, pero ella también quiere encontrar a alguien que le haga sonreír como el azabache lo hace con Apolo.

El de hebras azules rueda los ojos, sintiendo sus mejillas calentarse ligeramente ante el comentario de su amiga. "Primero, Bruno y yo no somos novios." aclara, mientras la contraria lo observa con una ceja alzada. El peliazul la ignora, continuando con su discurso. "Y segundo, a Diana la veo bastante interesada." insinúa con una sonrisa pícara, haciendo a su amiga bufar y apartar la mirada, con las mejillas ligeramente ruborizadas. Apolo puede jurar que es la primera vez que la ve así.

"Cállate." masculla, todavía con los ojos clavados en sus zapatillas, observándola con interés fingido. Apolo suelta una pequeña risa antes de cerrar su taquilla, abriendo su mochila para guardar el libro.

Unas manos cubren entonces sus ojos, asustándolo enormemente, hasta que reconoce ese perfume inconfundible que Bruno adora usar. Una sonrisa se forma instantáneamente en sus labios, y sus mejillas se colorean ligeramente al recordar su último encuentro con el azabache.

"Hola, Bruno." le dice, y el pelinegro esboza una sonrisa mientras desplaza sus manos desde su cuello hasta la cintura del peliazul, abrazándolo por detrás y dejando un pequeño beso en su cabeza.

"Hola, pitufo." saluda de vuelta, mientras Julia los observa con una ceja alzada, recordando el "Bruno y yo no somos novios" que Apolo ha pronunciado minutos antes. Maldito mentiroso de mierda. "Hola, Julia." se dirige el azabache a la chica, que le devuelve el saludo con una sonrisa burlona resbalando por las comisuras de sus labios.

"Hola, cuñi." ironiza, y Bruno suelta una risa nasal, pasándose la lengua con por los labios y recostándose contra las taquillas, entre Julia y Apolo.

"No me jodas que me tengo que ganar a una hermana más." suspira, con su mejor mueca de tristeza, mientras Apolo chasca la lengua ante el comentario. Imbécil. "Con lo mal que le caí ya a Aura..." se lamenta, y parece estar a punto de ponerse a llorar. Apolo a veces se sorprende de sus dotes para la actuación.

"A Aura no le caíste mal." aclara el de hebras azules con un bufido, mientras Bruno pucherea. "Es tímida, pero en cuanto coja confianza ya verás." promete, pero el chico no parece convencido, todavía con los labios abultados. Apolo empieza a sospechar que solo lo está haciendo para que él lo consuele, y sinceramente, tampoco le parece una mal plan, para qué mentir.

Así que se alza sobre sus puntillas mientras sonríe, aprovechando que están prácticamente solos en el pasillo, y deposita un pequeño beso en su barbilla, antes de subir hasta sus labios y unir sus labios brevemente, apenas rozándolos durante un par de segundos. Y el puchero de Bruno se convierte en una gran sonrisa, mientras Julia parece estar a punto de desmayarse.

Los observa con los ojos muy abiertos, y la mandíbula casi rozando el suelo. Diana aparece entonces tras ellos, frunciendo el ceño al ver la expresión de incredulidad de la rubia.

"¿Julia? ¿Estás bien?" cuestiona, caminando hacia ella mientras Bruno y Apolo intercambian una mirada cómplice.

"Le...Le ha dado un pico...En...En la boca..." consigue formular, mientras la pelinegra continúa sin entender absolutamente nada de lo que le sucede a la rubia, que parece haber visto un fantasma.

"¿Qué? ¿De quién hablas?" quiere saber, observando como la chica levanta el brazo derecho, apuntando con el dedo a los dos chicos, que permanecen en silencio frente a ellas.

Diana abre mucho los ojos, formando un círculo perfecto con sus labios. "¿¡Qué!? ¡No jodas que me lo he perdido!" se lamenta, visiblemente afectada ante el hecho de no haber estado presente para observar lo que Julia le relata con sus propios ojos.

"Cuando quieras repetimos." el azabache le dedica una sonrisa inocente a su amiga mientras Apolo bufa a su lado, golpeándole el hombro. "Pero ahora, Apolo y yo nos vamos." se despide, pasando sus brazos sobre los hombros del chico y conduciéndolo por el pasillo mientras el peliazul apenas consigue mascullar una despedida.

Diana y Julia permanecen de pie en su sitio, mientras la rubia trata que la sangre vuelva a circular con normalidad por sus venas.

Bruno insiste en acompañarlo durante gran parte del camino, aunque el peliazul se opone a que lo lleve hasta casa, porque es plenamente consciente de que el azabache no vive cerca de él; así que no quiere hacerle recorrer el camino en vano.

Y, cuando el de hebras azules se lo hace saber, Bruno está a punto de protestar, pero una idea mejor cruza su cabeza, relamiéndose los labios mientras la observa. "Con una condición." propone, mientras Apolo espera ansioso lo que sea que el pelinegro quiera decirle. "Tú y yo vamos a ir mañana a un sitio. Es una cita." y parece más un hecho que una proposición. Y, de todas formas, Apolo no tiene absolutamente ninguna intención de negarse.

"Me parece bien." acepta, y su sonrisa es tan brillante que Bruno piensa que se quedará ciego. Se acerca al chico, agarrándose a sus hombros y alzándose para dejar un pequeño beso en su mejilla. "Nos vemos mañana." murmura, mientras el azabache permanece estático. Apolo sonríe triunfal, porque, por una vez, no es él que se queda embobado bajo su tacto.

El de cabello azabache lo observa irse, desapareciendo finalmente por el final de la calle, bajo el cielo anaranjado que contrasta con su cabellera azulada.

Va a tener una cita con Apolo.

Y su sonrisa se ensancha cada vez más al recordarlo.

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