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"Desde mi posición de lesbiana muy lesbiana, tengo que decir que es guapo." afirma Diana con plena sinceridad, dándole un bocado a la ensalada que reposa sobre la mesa, justo frente a ella. "Y la amiga también. Muy guapa, de hecho." añade con una sonrisa, alzando el tenedor mientras Bruno se carcajea frente a ella.

El de hebras oscuras conoce perfectamente a su amiga, así que la mención de la chica rubia no es ninguna sorpresa. El azabache estaba seguro de que le prestaría más atención a ella que a Apolo; así que está sorprendida de que recuerde siquiera su cara. Tampoco puede culparla, que para él Apolo sea lo más bonito que ha visto nunca no significa que sea ciego, así que es perfectamente capaz de afirmar que Julia es una chica bastante guapa.

"No tienes remedio." masculla todavía entre risas, negando con la cabeza y bajo la mirada inocente de la pelinegra.

Diana se encoge de hombros exageradamente, mirándolo con su mejor sonrisa inocente, ampliándola de oreja a oreja. "No es mi culpa que te gusten los pitos." canturrea, dando otro bocado al plato de  ensalada.

"Te recuerdo por quincuagésimo quinta vez en los últimos ocho años, que soy bi." se defiende el azabache, antes de apuntarla con el índice mientras alza las cejas y la mira fijamente. "Y te recuerdo de paso que cuando nos conocimos a ti también te gustaban los pitos." reprocha, y la chica imita su gesto, apuntándole, en su caso, con el tenedor.

Aunque Bruno sea bisexual, Diana jamás lo ha visto interesarse realmente por una chica. Sí ha tenido relaciones esporádicas con alguna, pero nunca ha sido conocedora de que el azabache sintiese algo más allá de atracción física por una.

"Pero yo me curé." asegura con orgullo, mientras Bruno solo bufa y da un bocado a su comida también. El azabache se empuja el interior de la mejilla con la punta de la lengua, mientras rueda los ojos y trata de reprimir la sonrisa que amenaza con surcar sus labios ante el comentario. Su amiga no tiene puto remedio, pero el azabache se ha acostumbrado a ello.

Ni Diana ni Bruno han sido nunca de esas personas que tiene un gran círculo de amigos. Aunque ninguno es un marginado y tienen buena relación con la mayoría de personas con las que comparten alguna clase, son el único amigo íntimo del otro. Se conocen desde hace tantos años que Bruno ya no recuerda cuándo fue la última vez que escuchó solo un álbum de rock, o que celebró su cumpleaños sin una tarta cocinada por la chica. Esto último siempre lo considerará un gran detalle, ya que es plenamente consciente que la pelinegra aborrece cocinar.

 Han sido inseparables desde el primer día, y aunque Dianas es una tocapelotas por naturaleza y Bruno un poco gruñón a veces, ninguno pondría fin a su amistad por nada del mundo. Han aprendido a complementarse, y han terminado por ser dos piezas de puzzle que encajan a la perfección.

"Entonces... ¿Has asentado la cabeza?" pregunta la chica, con las cejas alzadas y mirándolo con picardía.

"Nos hemos visto dos veces." resopla, pero se retracta enseguida. "Bueno, tres." se corrige el pelinegro al recordar su encuentro en el pasillo, y una sonrisa surca sus labios. "Bueno, igual me gusta un poco." murmura, viendo a su amiga sonreír mientras se levanta de su silla, sentándose junto a su amigo del alma y revolviéndose las hebras azabache.

"Ay pequeñín, ya iba siendo hora." le dice con burla, dándole un toquecito en la barbilla y moviendo la cabeza hacia los lados en señal de desaprobación.

"Que te den." masculla el chico, resoplando mientras se recoloca el pelo con las mejillas ligeramente ruborizadas. No suele hablar de sentimientos a menudo, pero con Diana siempre es capaz de hacer una excepción. Aunque nunca se tome nada en serio, siempre se las arreglar para ofrecerle un sentimiento de tranquilidad.

canciones de rock y pinturas de van goghDonde viven las historias. Descúbrelo ahora