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Apolo ha conocido el amor de muchas maneras a lo largo de sus cortos casi dieciocho años de vida: sus padres lo han amado desde el día en que supieron que venía en camino, se han encargado de hacerle sentir querido y enseñarle que el amor es la fuerza que nueve el mundo. Ha amado y ama también a sus dos hermanos, porque aunque puedan convertirse en ocasiones en su peor pesadilla (Ares sobre todo), también son sus confidentes, las dos personas junto a Julia que mejor lo conocen y en las que más confía.

 Y, hablando de Julia, si Apolo tuviese algún tipo de gusto hacia las mujeres, hace tiempo que habría caído sin dudarlo a los pies de su amiga de hebras rubias y labios anchos. Julia es la chica más maravillosa que ha conocido nunca. Ha estado a su lado desde que el peliazul tiene memoria, lo ha cuidado sin importar qué y lo ha acompañado en cada una de sus pequeñas aventuras. Ha sido siempre su fiel confidente, una hermana con la que comparte lazos más importantes que el de la sangre. 

El de hebras azules ha amado y ama también el arte con todo su corazón, enamorado de la infinidad de posibilidades que se presentan ante nuestros ojos a la hora de crear. Anonadado ante la capacidad de reproducir cada sentimiento en forma de un recuerdo eterno, un recuerdo único al que solo los más privilegiados pueden encontrarle el sentido. 

Y, por supuesto, Apolo también ha tenido otro tipo de amores además del fraternal. Aunque nunca haya llegado al punto de enamorarse de alguien profundamente, sí le han gustado algunos chicos. Ha tenido mariposas revoloteándole en el estómago y ha aprendido que el dolor de un corazón roto es algo que, irremediablemente, todos terminamos por vivir. Una de esas experiencias que nos prepara para el futuro, que nos hace ver el inmenso daño del que podemos ser víctimas por el simple hecho de sentir.

Sí, definitivamente Apolo ha experimentado el amor de muchas maneras.

 Pero ninguna se parece a lo que siente por Bruno.

Ese chico de pelo azabache y piel pálida ha estado clavado en sus entrañas desde la primera vez que posó sus ojos sobre él. Con su perfecta sonrisa ladina resbalando por sus labios rosados, sus ojos oscuros bordeados de suaves pestañas, sus hombros anchos y fuertes y su capacidad para encontrar siempre las palabras adecuadas para hacerle perder el aliento, Bruno se ha establecido sin pudor en cada uno de sus pensamientos. Se le ha clavado tan profundo que Apolo ha decidido dejar de luchar contra él y contra lo que siente. 

Quiere que Bruno lo bese, que lo toque, que se burle de él, que lo haga sonrojarse con sus estupideces, que lo cuide, que lo quiera o que simplemente le rompa el corazón.

Simplemente, lo quiere a él.

"¡Pero si Bruno es un mierdas!" exclama Diana riendo sin pudor a carcajadas, mientras el mencionado le da una mala mirada, con los orbes oscuros cargados de pura indignación. "Cuando yo lo conocí parecía ese tipo de  personaje de película adolescente con el que se meten todos." se ríe de nuevo, mientras Apolo y Julia se miran entre ellos de forma cómplice al ver la mirada de puro odio que el azabache le regala a su mejor amiga.

"Y tú eras fan de Justin Bieber." replica entonces el chico, dándole una gran sonrisa mientras la contraria convierte su rostro en una mueca indescifrable. Bruno se relame los labios en una mueca de superioridad plasmada en el rostro.

"Uhh... Esa es dura." afirma Julia con una mueca de dolor fingida, mientras el peliazul asiente con la cabeza, respaldando la opinión de su amiga. Un pasado oscuro siempre es algo duro de afrontar para cualquiera. 

"Es más duro lo de hacerle playlists con canciones cursis a tus amores adolescentes." Diana parece completamente recuperada del golpe del pelinegro, hablando sin ningún tipo de remordimiento.

canciones de rock y pinturas de van goghDonde viven las historias. Descúbrelo ahora