༒︎ VERDADES OCULTAS

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Fallon

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Fallon

Me toca escuchar cada palabra de Heath. Lo que mi amiga dijo es demasiado corto... comparado con todo lo que en realidad es la dichosa religión. Sigue siendo algo difícil de asumir, por lo que me pongo más nerviosa que antes. Trago saliva cada que menciona muerte y más muerte. Lo que ellos hacen es demasiado malo ante todo lo que la ley impone. ¿Matar? ¿Qué de atractivo hay en esa acción?

No omite detalles, explica con gusto y es extraño que lo esté diciendo como si nada. Se supone que Genaes se mantiene bajo las sombras, aunque él me lo cuenta de la forma más casual y normal que puede hacer una persona. No pierdo detalles, incluso soy minuciosa con sus expresiones faciales. Me explica de otra religión, los tratos y acuerdos, y finalmente algunas reglas. No son muchas, pero remarca las esenciales.

Miro a los lados, quiero evitar tener que los demás sepan como va mi plan y al mínimo fallo, todo se irá a la basura. Ese es mi principal problema, tengo un plan donde tengo más en mi contra que cosas a mi favor, además de que si no lo hago bien, estaré en más peligro dentro y fuera de la mansión. «Marcas» me quedo en silencio, ya no sé que decirle a Heath.

Estoy jugando con fuego, mi riesgo es demasiado y sino tengo el control, voy a quemarme.

—Escuché algo de marcas...

—En Genaes no se marcan víctimas, las matan y ya. Eso lo hacen en Alsías.

—Creo que... entiendo.

—Dentro de genaes, la libertad de asesinar es lo que pone la religión en la punta del iceberg —explica—. Hay mucho más trasfondo.

¿Más? ¿Acaso lo que me dijo no era lo peor? Los nervios están por vencerme, pero termino quitando mi vista y dejando que crea que estoy vulnerable. Lo estoy, pero al menos ahora no es tanto como antes. Si tengo algo que explotar, es que siempre fui buena fingiendo.

—¿Cómo cuáles?

—Es lo único que debes saber, no quiero meterte en problemas... —suspira.

—Heath, estoy en una casa donde disfrutan ver la sangre derramada —soy sincera para expresarme—. ¿No crees que ya estoy en problemas?

—Lo digo en serio, si el consejo se entera, mi familia decaerá.

—¿Eso es lo que te importa?

—No, lo que importa es que te seguirán y vas a desaparecer como si nunca hubieras nacido.

Me abstengo a preguntar, espero a que siga:

—Tenemos reglas, esenciales para mantener un orden adecuado y una de ellas es que nadie puede enterarse de la religión.

—¿Y por qué me lo has dicho? —me levanto al mismo tiempo que él.

Se acerca, toma mis manos con suavidad y su mirada es más como un 'perdón'.

Belleza CarmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora