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MARATÓN 2/3


Fallon

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Fallon

Feith viene por simple capricho. No le gustó nada la idea de dejarme sola con su hermano, ni preguntó, cuando estábamos por llegar, ya estaba con nosotros. Aunque repita que no le importa nada que el mismo, ya tiene mis cadenas en sus brazos y no pienso soltarlo.

Arreglo mi vestido, que deja a la vista mis hombros y clavículas. La parte inferior llega hasta más arriba de mis muslos, todo combinado con una botas negras hasta las rodillas. Ellos van con los trajes habituales, todo en color negro. Los tres salimos del auto y nos dirigimos al burdel. Observo a las personas que salen con trajes a medida y vestidos muy formales. Me quedo en silencio, tomo la mano de los dos hombres a mis espaldas y juntos caminamos para entrar al lugar. La música retumba dentro, las luces me bloquean por segundos, el ambiente ha cambiado desde la última que vine aquí.

Ambos hermanos analizan todo el alrededor del lugar. Las lucen parpadean demasiado, casi como un flashback entre color negro y rojo. Humo blanco comienza a salir de las esquinas del lugar, entonces... los pierdo. Me doy vuelta y ellos ya no están, camino ciegamente entre las personas para buscarlos, pero las meseras aparecen con bebidas y todo un grupo viene contra mí. La mesera que me recibió las primeras veces, me sonríe con picardía y me guiña un ojo, lo noto aún con todo el alboroto en mi espacio personal.

—Volveré a fingir que no te vi —de la bandeja, me pasa una bebida que no distingo el color—. Ya se sabe quien eres, Logan me encargo dártelo.

—¿Dónde está él?

—Probablemente en la oficina de Edmon.

—Gracias.

—No lo bebas con rapidez, te quemará la garganta —se muerde los labios—. Disfruta tu estadía en el burdel.

La música es lo suficientemente fuerte para que no se oiga lo que pasa en cada habitación. Hay puertas que no están cerradas y veo lo que hacen dentro; sadismo, voyerismo, masoquismo, cuartetos. Hay un cuarto a la vista de todos, donde se notan muy bien los objetos para someter. Una me llama la atención, una cuerda. Similar a la que Roman usó para no dejar que me mueva ni un centímetro. Veo a hombres masturbándose en esquinas, lo noto cada que la luz roja hace presencia. Mujeres que están chupando penes en las mesas. Todo está más intenso que veces anteriores. Lo ignoro y me voy al centro.

Las miradas lujuriosas de muchos hombres se posan en mí, incluso noto a algunos señores de edad. Me tomo la bebida como me lo dijo la chica y la adrenalina sube a mi cuerpo inmediatamente. Siento con fuego mis brazos y piernas, en lo que mi boca se reseca y no sé cómo, pero me encuentro bailando encima de una de las barras. Hay otros más bailando, pero no se percatan de ellos, están enfocados en mí. La luz sigue siendo muy baja y parpadeante, cambia de rojo con negro a azul con blanco. El humo se expande más, hasta que dejo de bailar y veo a Feith y Logan observándome. Sus sombras, a pesar de todo lo que ocurre, son visibles. Y es que los Piers nunca pasan desapercibidos; puede no existir ni un rayo de luz, pero sus posturas imponentes y el aire macabro que cargan, siempre se van a sentir.

Belleza CarmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora