"Arenta" "¿Qué demonios estás diciendo?" Seguramente piensas eso en este momento, ya te lo explico.
Arenta, es un término que en una gran parte de idiomas de este mundo, significa "Flor bendecida, o divina", y es usada para referirse a una flor cuyas características generales, la vuelven una planta muy amada por la cultura.
La Arenta, es la representación del amor y el espíritu maternal, por lo que entregarla es un símbolo de respeto y amor a alguien más, qué estás dispuesto a dejar todo por él, y unirse; el máximo gesto de amor en nuestra cultura. Y es ese máximo gesto de amor en nuestra cultura, en el cual me involucré en una curiosa ocasión.
Fue en Coradia, un pueblo terminando las montañas, donde una curiosa y triste anécdota sucedió. Antes de llegar al pueblo, ví un pequeño campo de flores, entre ellas florecían algunas de estas peculiares flores, me pareció algo bastante interesante, mas lo dejé pasar.
Ese dīa jugaba un juego de mesa con un anciano local, justo enfrente del lugar en donde me hospedé; era bastante bueno en eso, y, aunque dominabamos jugadas distintas, tuvimos una intensa, y algo larga, partida.
Tras ese largo enfrentamiento, el señor terminó venciéndome, a lo que él exclamó:
-Muchacha, eres una excelente estratega, pocos saben jugar este juego de esta manera. Estás destinada a un gran éxito con esa habilidad.
-Gracias por el juego. –Respondí con una sonrisa mientras ordenaba nuevamente las piezas.
-Toma a tu rey. –Se levantó de la silla y me entregó al rey del tablero.
-Gracias, pero no puedo aceptarlo, ¿Como jugará después sin su pieza?
-Puedo hacer otro rey con madera. Quédatelo como recuerdo de este pueblo. –Respondió despreocupadamente
-Ya veo... Nuevamente, gracias. –Dije mientras me retiraba del lugar alegre.
Era un día soleado, los rayos del sol golpeaban con la fuerza del verano y la ligera pero poderosa brisa del otoño empezaba a hacerse presente, combinadas en una mañana hermosa en el pueblo montañés de Coradia, todo hermosos en su mayoría hasta que tropecé con él.
-Auch –Exclamó aquel chico mientras se caía tras chocar contra mí.
-¿Estás bien? –Le dije mientras estiraba la mano. –Disculpame por mi torpeza.
-No, tranquila, yo soy el que iba distraído –Respondió mientras buscaba algo desesperadamente–Oye, ¿No viste una Arenta por aquí?
-¿Una.. Arenta?
-Sí, la flor. –Dijo preocupado.
Sentí algo en mis pies, así que a modo de reflejo me quité, y no sospeché que eso fuera lo que el chico buscaba.
-¡La Arenta! –Dijo mientras trataba enmendar la ya pisada flor.
-¡Disculpame! no la pude ver, puedo ayudarte a conseguir otra...
El chico estaba molesto, se sentía el ambiente de dolor por parte de él, pero simplemente no tenía la fuerza para lanzar esa ira contra mí.
-La compré, es una flor cara que pocas veces florece aquí.
En eso recordé al dichoso campo de flores, el cual en su momento no dí importancia, y le dije:
-Sé donde hay Alrentas, y serán gratis.
El chico me miró con dolor y tercamente respondió.
-No seas idiota, en este pueblo solo hay un hombre que las vende, es imposible conseguirlas aquí.
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Diario de una viajera
Fantasy¿Alguna vez has querido conocer el mundo?, ¿Sientes la necesidad de ser libre y volar por el mundo sin ningún freno?, ¿Crees que la vida es corta y debes disfrutarla al máximo? Bueno, Emma Wright comparte tus ideales, durante toda su vida sintió cur...