Cap. 15: ¡A muerte!

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Combates a muerte, el pilar de la caballerosidad en Aodaria. Son enfrentamientos entre dos hombres los cuales se dan para mantener el honor de los mismos, su familia u otras personas, y, aunque se hayan vuelto ilegales tras varios problemas obvios, gozan de una popularidad tremenda dentro de las altas clases, representando la principal manera en como se resuelve un conflicto.

La lógica de estos combates es bastante sencilla, pero sigue ciertos códigos a la final. Un duelo de esta índole se puede generar cuando un hombre siente que le han faltado el respeto al nivel de haber manchado su honor, usualmente por difamación, adulterio o estafa, esta deshonra causa que el hombre, para recuperar su dignidad, rete a quien cometió la ofensa a un duelo. Una vez esto ocurre, si la otra parte rechaza el ofrecimiento, queda condenado como un cobarde, así que, por la honra y la valentía, acepta.

Se eligen personas que servirán de ayudantes el día del conflicto, por si alguno muere, se les llama padrinos, se encargarán de elegir dónde, cuándo y cómo se llevará a cabo el combate. Una vez se haya preparado todo, el lugar, padrinos y armas, se dirigirán al área de duelo, si alguno no asiste o llega tarde, será penado por el mismo código de honor con la muerte.

Las reglas dicen que una vez estos se encuentren, se pondrán uno frente a otro y retrocederán a una buena distancia, los padrinos cargarán y entregarán sus armas, y dispararán por turnos. Usualmente las armas son cargadas con números de tres a siete balas según las normas, pero se puede aumentar eso o disminuir.

Un combate acabará sí y solo sí uno de los dos muere, se acaban las balas o sí uno se rinde. Esto último es poco posible, puesto que, aquel que se rinda quedará en una humillación total, y más si es quien retó. En general, un combate a muerte es una poderosa muestra de valentía de parte de quienes se enfrentan, pues se llega al punto de arriesgar tu propia vida por el honor, algo extraño y a mi parecer innecesario, pero valiente, no cualquiera dispara un gatillo.

Como un dato innecesario: En mi familia, los duelos han sido bastante comunes, y se han llevado la vida de algunos familiares.

Cambiando completamente de tema, nuevamente Ereh y yo nos encontrábamos caminando por el bosque de Leou, en un día más de caminata. Mientras ambas conversábamos acerca de cosas banales, ella me preguntó cuál se supone era el premio obtenido al cruzar el bosque de Leou, y le explique lo poco que sabía, en resumen, nada, no conocía realmente cuál era y a esas instancias lo consideraba pura palabrería para turistas.

—Alre... Emma, ¿Quién es Alira? —Comentó curiosa Ereh

—¿No conoces de ella? —Respondí con una ligera sorpresa. —Creí que a estas instancias ya te familiarizaste con la cultura.

—Sí conozco sobre ella, pero no sé por qué es una diosa.

—Entiendo. A decir verdad... Tampoco lo sé, quizás por el hecho de que la consideramos nuestra creadora universal.

—Pero, ¿Y si no lo es? —Dijo Ereh con la inocencia de un niño pequeño que desconoce del mundo.

"¡Muchacha insolente! ¿Cómo vas a cuestionar a la palabra celestial de Alira?" Diría cualquier fanático religioso si hablase con esta chica, pero yo estaba abierta al debate, así que decidí preguntarle sobre los dioses en la tierra de Kud.

—No hay. —Respondió bruscamente. —Se le hace culto a yaifas depende a como sean estos con nosotros.

—¡Oh! Bastante curioso, como en las colonias orientales, ocurre el culto de los Yieiji, como espíritus de la naturaleza. Es increíble.

En ese momento, nuestra conversación se vio interrumpida por el ruido de unos hombres al fondo sobre una loma, parecían ser varias personas vestidas de finos ternos y pantalones, entregándose unas cajas. Detrás de todo eso había lo que se asemejaba a una chica bastante preocupada. Por lo que, guiada por mi curiosidad y a su vez por el interés por ayudar a la chica, me dirigí al lugar, siendo detenida, como de costumbre, por Ereh, quien alegó:

Diario de una viajeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora