Cap. 18: El festival del vino y los malos entendidos: Parte 2

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¿Qué tienen en común el gobernante de la mayor potencia de este mundo, un poderoso empresario con influencia global, un sacerdote Alirista con un trabajador del proletariado? Aparte de que todos somos humanos, todos los anteriores tipos de personas están unidos por un producto que gusta, el vino, la bebida a base de uva fermentada que une las clases sociales de todos lados.

La creación de este delicado licor se lleva a cabo desde hace milenios en la vendimia, o "Foures du vinu", donde las mujeres vírgenes más bellas del lugar de la cosecha aplastaban las uvas sin ninguna prenda a más no poder, dejando solo el líquido y una masa resultante del residuo de la uva. Tras esto, las mujeres corrían desnudas por la viña, dejando en el camino el residuo de las uvas, este acto se realizaba con dos fines principales: El primero, para que los antiguos dioses dejaran mejores cosechas el año siguiente; El segundo, con los residuos, la zona abonaba de una mejor manera, dejando una tierra más fértil.

Esta actividad poco a poco deja de ser usada en Aodaria, y sustituida por las máquinas, las cuales operan más rápido y con una mejor eficiencia. Sin embargo, las personas de altas clases, siguen prefiriendo beber el vino artesanal, exprimido por mujeres vírgenes, que quizás ya no se desnuden, pero al menos si fue pisoteado, teniendo por eso más valor.

Entendiendo lo importante que es este exquisito licor, los festivales de otoño le tienen como el principal protagonista, y claro, el festival de Leburna no se queda atrás de esta dinámica, pues, al ser el centro vinicultor de la región, es claro que la bebida se vuelve el centro de este tipo de celebraciones.

Esta historia comienza días luego de aquel curioso incidente. Van Halen había sido arrestada por hurto de personas; mientras que el sargento García fue relevado de su cargo, y puesto temporalmente al sargento Di Vega, en lo que un nuevo hombre era enviado desde la capital a administrar la milicia de la ciudad, Adrien, contra todo pronóstico, sobrevivió, pero perdió un brazo y el habla, este último aparentemente sería temporal.

Nadaj y yo nos encontrábamos caminando tranquilas por las calles de Burna mientras observábamos las decoraciones que se realizaban en el lugar. Ereh parecía una niña, pues aquella temerosa chica, miraba con asombro y en cierto grado, inocencia, pues, en un momento llegamos a la plaza central de ambos poblados, y en este se encontraba un show de mimos, quienes lograban una fiel representación a su papel de payasos. Sin embargo, Ereh, en su desconocimiento de este tipo de cosas y una inocencia tal de una pequeña niña preguntó seriamente: "¿Por qué nadie los ayuda a salir de lo que sea que los atrape?".

Traté de evitar mi risa por todos los medios posibles, incluso mordiéndome el labio, pero resultó inútil. Y no es que me burle de su ignorancia, sino de su inocencia con ese comentario. De cualquier manera, una le detuve antes de que se fuera a "ayudar a los mimos a salir" y cuando pude decirle algo, le expliqué lo que realmente pasaba, ella solamente asintió ligeramente apenada, y siguió observando.

—¿No existen mimos en donde vivías? —Pregunté mientras ella tenía su mirada fija en el acto.

—No. —Respondió fríamente, pero se debía nuevamente a su infantil atención y sorpresa ante ellos. —Sin embargo, había hombres que hacían malabares en plazas, o domaban animales, usualmente arañas. Mamá me llevaba a verlos de pequeña. —Pronunció a su vez que una ligera lágrima nacía de ella. Me sentí mal por haberle hecho llorar, pero de todos modos volví a preguntarle algo sobre aquel tiempo, puesto que le noté con una saudade.

—¿Había algún festival a este estilo allá? ¿O algo que hiciesen de manera especial en tu hogar antes de todo? Perdona mis preguntas.

—Hum... —Murmuro con una cara de estar recordando algo. —Mamá no me llevaba a festivales, pero en una fecha especial ella hacía algo que siempre atesoro.

Diario de una viajeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora