El amor, una hermosa desgracia en la cual todos nos vemos envueltos, sin embargo, por más desgracia que pueda traer, vale la pena rotundamente enfrentar todo lo que se tenga en frente para que el amor florezca de alguna manera, por más imposible que sea, por más obstáculos que presente, por más que mil y una cosas se opongan. Sé que parezco contradecirme rotundamente, pero no es así, si es verdad que cuando hay un enorme impedimento que va más allá de la pareja, la relación simplemente morirá, pero no dije que el amor lo haría.
Cuando privas a un hombre de la comida o la bebida, este eventualmente morirá por razones completamente obvias; sin embargo, también es conocido por muchos, que, si un hombre es privado de amor, buscará el cómo morir. Porque quieras o no, como humanos, estamos condenados a amar, sea algo como la pareja, la familia, los amigos, algún animal, o incluso, siendo más abstractos, amor a la patria, la tierra, o incluso, a una fe. Es inevitable que amemos, y ahí sí es verdad que no tiene horario ni fecha en el calendario.
La historia por la cual todo este tema del amor se toca, para resumir, lleva la vida de Antonio, un peón de finca que, para su desdicha, se enamoró de la hija del dueño, y pese a que ella le es recíproca, su amor no puede concretarse por una larga lista de obstáculos, entre ellos la próxima mudanza de la joven Aliça, pero pese a todo eso, Antonio está decidido a ver por una última vez a su amada antes de partir. ¿Y a que viene la viajera Wright en todo esto meollo? En nada, mi eterna curiosidad y los azares del destino hicieron que terminase en medio de tal historia, y, aunque quisiese abandonarlo, ya había dejado las esperanzas de un chico en mí.
El relato comienza nuevamente nada más llegados a la finca, donde Antonio se despide de Ádila y yo, mientras que ambas caminamos rumbo a la casa principal, la de don Vicente. En esa situación, la pequeña niña venía riendo suavemente mientras susurraba de un modo algo extraño, a lo cual, pregunté que era lo que decía, a lo cual obtuve una no tan grata respuesta.
—A Antonio le gusta mi hermanita.
—¿Por qué lo dices Ádila? —Pregunté algo nerviosa.
—¡Les oí! —Exclamó a todo pulmón. Milagrosamente, no había nadie cercano.
—Oíste mal, a él le gusta otra chica. —Agregué tímidamente. —Debiste haberte quedado dormida en esa parte.
—Para nada, yo venía cansada en el camino, pero no dormida. No me gusta caminar hasta la fina —Comentó manteniendo aquella sonrisa. —Pero tranquila, no le diré a nadie más, ni papi o mami lo sabrán. —Sus palabras me aliviaron, sin embargo, no confiaba completamente en ella.
Luego de un largo caminar, habíamos llegado finalmente a la casa de la pequeña Ádila, y en la entrada de esta, montada sobre una hamaca, se encontraba la madre de ella, quien, al verla, salió corriendo a abrazar a su hija.
—¡Ádila! —Gritó la madre alzando a la niña.
—¡Mami! ¡Mami!
—¿Dónde te fuiste? ¿Qué te pasó? —Preguntó abrazándola fuertemente. —Tu padre y yo estuvimos preocupadísimos, y tu hermana traspasó su viaje a Odovia por tu culpa.
—Me perdí jugando por la zona, pero ella me recogió. ¡Es una viajera y me ayudó a volver con Antonio! —Comentó entusiasmada Ádila yendo a tomarme de la mano.
—¡Señorita, usted es un ángel sin alas! Permítame presentarme, yo soy doña Eraclea Pimonte ¿Cuál es su nombre?
—Un gusto doña Eraclea. Yo soy Emma Wright.
—El placer es mío, señorita Wright. Permítame ser grata con usted e invitarla a pasar este día con nosotros, no vaya a ser que las nubes traigan tempestad y termine empapada. —Agregó la madre llamando a uno de sus peones para que me ayudasen a cargar mi bolso de viajes mientras entrábamos a la casa. —Ese apellido lo he oído en algún lado. —Terminó por comentar.
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Diario de una viajera
Fantasy¿Alguna vez has querido conocer el mundo?, ¿Sientes la necesidad de ser libre y volar por el mundo sin ningún freno?, ¿Crees que la vida es corta y debes disfrutarla al máximo? Bueno, Emma Wright comparte tus ideales, durante toda su vida sintió cur...