Capítulo 3.

43.7K 3.9K 3K
                                    

—¿Le gustas? —mencionó, de repente, Alexa.

—¡No, claro que no! Jamás hemos hablado ni visto. No nos conocemos ―declaré disgustado por los ridículos disparates que decía.

—Ya... Pero, entonces, ¿por qué te dijo eso?

Quizá era una de esas personas obsesionadas, o era un psicópata asesino y yo era su próxima víctima. También existía la posibilidad de que él estuviera enamorado de mí en secreto y no encontrara la forma de hablarme y me amenaza. Reí ante mi ridículo (pero, con pequeña posibilidades de ser cierto) pensamiento.

—No sé, tal vez sólo jugaba ―contesté distraído.

—Yo creo que le gustas. Jamás he oído que él haya dicho tal cosa a alguien. Además de ser alguien callado.

No le podía creer. Alexa jamás se había acercado a él que yo recuerde. Si no era uno de sus fugaces rollos, no podía ser su amigo, porque pasaba el día conmigo, con Raul (su amigo de la clase de Inglés) o Leyla, una amiga cercana.

—Quiero hablar con Andree, aclarar el asunto de una vez por todas ―confesé, jugando con mis dedos sobre la mesa del comedor.

—¿Qué? ¿Qué no entiendes? —exclamó—. ¡Esto es una señal del más allá! Andree no es para ti —rodé los ojos—.  No te lo digo por ser fastidiosa o nada, pero si decides confesarte, él te mandará al carajo.

Suspiré. Tenía que intentarlo. Me ponían inseguro las palabras de Alexa, pero si no me arriesgaba, nada sucedería. Era la hora de empezar a moverse, a dar movidas estratégicas y confesarme a Andree de una vez por todas. El año terminaría en un abrir y cerrar de ojos, celebrando la graduación y decidiendo a qué universidad ir, y yo terminaría con una frustración pegada a mi corazón por no haberme atrevido.

—Iré ahora, Alexa —dije entrelazando mis dedos y una sensación nerviosa recorrió toda la extensión de mi cuerpo.

—¿Te acompaño? ―se ofreció.

—No. Tú sólo anda con Leyla ―me sonrió. Tomó su púrpura mochila de la mesa, me robó mi jugo de sabor frambuesa y salió corriendo con una burlona sonrisa en sus labios.

***

"Me gustas, Andree. Y creo que tú también sientes lo mismo" Oh, eso parecía como si yo obligara a que respondiera o algo por el estilo. Definitivamente, no se lo diría así.

"¡Andree, hace un tiempo me di cuenta que me encantas!"  No, parecía un humillante y pobre piropo que utilizaría alguien en la calle.

No estaba preparado para esto. Fue tan arriesgada y rápida mi decisión de ir, buscarlo y confesarme. No era tan sencillo como se oía. Primero debía convencerlo en que me siguiera a una sala apartada y así, con una charla más o menos razonable, le diría mis escondidos sentimientos.

Caminé por el pasillo de ciencias, hasta que doblé en una esquina. Pude ver el gran grupo de amigos, que rodeaban mayormente al chico que buscaba. Una sonrisa se formó en mis labios al ver sus azules ojos brillar y su blanca sonrisa alzarse por alguna cosa que uno de sus amigos había dicho. Con algo de inseguridad en mi pasos y con rigidez levanté mi brazo hasta su hombro y lo toqué no más de dos veces seguidas.

—Andree... —mascullé entre dientes. Se giró hacia mí y asintió con la cabeza, haciéndome saber que había escuchado, volteándose casi enseguida cuando unos amigos le llamaron la atención.

Cuando estuve lo suficientemente cerca, lo tomé del hombro y le susurré.

—¿Podemos hablar a solas? —rodó los ojos, era una manía que siempre se la veía—.  Necesito decirte algo.

Me confesé al chico equivocado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora